Paul Rusesabagina, un héroe de Hollywood condenado por terrorismo

RP
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20 de septiembre de 2021
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10:18 am
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Paul Rusesabagina, un héroe de Hollywood condenado por terrorismo

Inmortalizado en el filme “Hotel Ruanda” como un héroe que salvó más de mil vidas en el genocidio ruandés de 1994, el exgerente hotelero Paul Rusesabagina quedó este lunes, sin embargo, retratado como un villano al ser condenado por terrorismo.

Rusesabagina fue sentenciado a 25 años de cárcel bajo acusación de liderar el Frente de Liberación Nacional (FLN), considerado un grupo terrorista por el Gobierno ruandés y brazo armado de su partido, el Movimiento de Ruanda por el Cambio Democrático (MRCD).

Hasta hace poco, el exgerente, detractor a ultranza del presidente de Ruanda, Paul Kagame, era una celebridad de alto caché que pronunciaba conferencias por todo el mundo como adalid de los derechos humanos alertando contra el horror del genocidio.

La caída en desgracia de Rusesabagina emana de una concatenación de hechos que dan para una película tan hollywoodense -o más- que el filme que le catapultó a la fama.

Hijo de granjeros (padre hutu y madre tutsi), el exgerente nació el 15 de junio de 1954 en Murama (centro de Ruanda), donde creció -según él- en una casa “de barro y palos” y “sin zapatos”.

Tras ir a una escuela de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, estudió teología, pero no se veía como clérigo, y en 1978 logró un empleo en el lujoso Hotel de las Mil Colinas de Kigali, que le facilitó cursos de hostelería en Kenia, Suiza y Bélgica.

En 1992, Rusesabagina ascendió a subdirector general del Hotel Diplomates, filial del Hotel de las Mil Colinas, de propiedad belga.

“TEMÍ POR MI VIDA CADA DÍA”

Pero el terror se apoderó de Ruanda con el comienzo del genocidio el 7 de abril de 1994, tras el asesinato de los presidentes de Ruanda, Juvénal Habyarimana (hutu), y Burundi, Cyprien Ntaryamira (hutu), al ser derribado el avión en que viajaban sobre Kigali.

El genocidio culminaba décadas de odio entre la mayoría hutu y la minoría tutsi, favorecida esta última durante el régimen colonial de Bélgica, que cesó en 1962.

Entre el caos desatado por las milicias hutus sedientas de sangre y venganza, Rusesabagina -un hutu moderado- se hizo cargo del Hotel de las Mil Colinas, donde se habían refugiado 1.268 personas, incluidos muchos tutsis, como su esposa, Tatiana.

Al frente de un establecimiento convertido -en palabras suyas- en “una isla de miedo en un mar de fuego”, el gerente utilizó todos los recursos a su alcance -dinero, coñac, cerveza y mucha labia- para apaciguar a los asesinos y salvar a sus huéspedes.

“Temí por mi vida cada día”, de los 67 que duró aquel espantoso asedio, confesó a Efe este ruandés de carácter sencillo y amable en una entrevista en 2014.

Tras la matanza, que causó en unos cien días la muerte de unos 800.000 tutsis y hutus moderados mientras la comunidad internacional hacía la vista gorda, el gerente volvió al trabajo, pero su país era un tenso pandemonio y en el poder se instaló el Gobierno del Frente Patriótico Ruandés (FPR) liderado por el tutsi Paul Kagame, que derrocó al régimen hutu y acabó con el genocidio.

Crítico con el FPR, al que acusó de autoritarismo y de promover sentimientos anti-hutus, Rusesabagina temió por su vida y en 1996 solicitó asilo político en Bruselas, donde se instaló con su familia, se hizo taxista y adquirió la nacionalidad belga.

EL ESTRELLATO DE HOLLYWOOD

Su existencia cayó en el olvido hasta 2004, cuando se estrenó en Hollywood el filme “Hotel Ruanda”, del director irlandés Terry George, en el que Don Cheadle interpreta al gerente hotelero, papel que le valió la candidatura a un Óscar como mejor actor.

Fotografiado en la alfombra roja junto a estrellas como Angelina Jolie, Rusesabagina se convirtió, de la noche a la mañana, en el héroe más famoso del genocidio ruandés y en 2005 el presidente estadounidense, George W. Bush, le impuso la Medalla Presidencial de la Libertad, el más alto honor que otorga Estados Unidos a civiles.

“No me veo a mí mismo como un héroe. No soy más que un hombre corriente que escuchó a su conciencia”, aseguró en la citada entrevista Rusesabagina, que escribió una autobiografía, creó una fundación y aprovechó esa popularidad para atacar a Kagame.

El presidente, elogiado a menudo como artífice de la pujanza económica de Ruanda pero acusado por la oposición y organizaciones pro derechos humanos de despotismo y represión, recogió el guante.

“Las estrellas de cine no tienen sitio en nuestra lista de héroes nacionales”, espetó en 2006 Kagame, en una diatriba contra los “héroes prefabricados”.

No sólo el mandatario y sus secuaces pusieron a Rusesabagina en la diana. Algunos supervivientes le culparon de explotar el genocidio para beneficio personal y de exagerar su hazaña.

UN VUELO MISTERIOSO

Rusesagabina empezó a sentirse en peligro en Bruselas y se mudó en 2009 a Estados Unidos, donde obtuvo la residencia permanente. Pasó entonces de activista a opositor al frente del MRCD.

En un vídeo de 2018 apoyó al FLN, al que las autoridades ruandesas atribuyen ataques con víctimas perpetrados ese año, y abogó por usar “todos los medios posibles para lograr un cambio en Ruanda”.

Dos años más tarde, en agosto de 2020, abordó en Chicago (EEUU) un avión con rumbo a Dubái, donde debía hacer transbordo para viajar a Burundi, invitado por un pastor protestante. Sin embargo, la segunda aeronave misteriosamente aterrizó en Kigali.

Rusesabagina apareció esposado -y algo estupefacto- ante la prensa el 31 de agosto en el cuartel general de la Policía ruandesa.

Según el Gobierno ruandés, su detención resultó legal sobre la base de cargos por terrorismo, pero la familia y sus abogados denuncian que fue “secuestrado” en Dubái y entregado a Ruanda.

“Creo que si fuera ahora a Ruanda, nunca me permitirían salir vivo”, vaticinó Rusesabagina ante Efe en 2014. Un presagio que parece cumplirse y que sus familiares quieren impedir con una campaña para liberar al héroe encumbrado por Hollywood. EFE

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