Reforma educativa y maestros

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21 de septiembre de 2021
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12:49 am
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Reforma educativa y maestros

Juan Ramón Martínez

Para reformar el país y lograr que despegue hacia el desarrollo, además de la reforma política y económica, se requiere que, en la base, se produzca la reforma educativa. Y que los protagonistas de la misma sean, los educadores. Un camino diferente, es una pérdida de tiempo. Por ejemplo, la reforma política no solo es cosa de candidatos -circunstanciales, molestos y pasajeros- sino que dé cambios en la mentalidad de los electores que, transformados, pasan a ciudadanos, fruto de un cambio cultural profundo. De la misma manera, la reforma económica que nos dé una burguesía nacional, que amplié la burguesía inmigrante y reduzca el papel del gobierno en la producción de bienes y servicios -que los ingenuos historiadores rechazan, inocentemente- solo será posible cuando las universidades, en vez de darnos empleados públicos o de la empresa privada, nos entreguen empresarios; nada de emprendedores que, es una característica del empresario retratado por Weber, sino que de capitalistas que asuman riesgos, acumulen ganancias y reinviertan, más que para tener adicionales riquezas, justificarse como triunfadores, capaces de hacer cosas trascendentes. Solo será posible, si transformamos las universidades, los colegios y las escuelas. Y en vez de preparar a las nuevas generaciones, no para el futuro de sus docentes, sino que para el futuro de la juventud, que será más tecnológico, más retador y por ello, más que la memoria, la mecánica repetición, requerirá del juicio crítico, de la creatividad, del trabajo en equipo y de la información puntual e inmediata.

Nada de todo esto, se puede hacer sin contar con el talento y la voluntad de los maestros. De todos los niveles. A los que se les debe devolver el prestigio perdido, obteniéndose de instrumentalizarlos a cambio de la militancia ciega en partidos que ofrecen retraso, ofensa al pueblo; y, más bien les permitan ejercer el liderazgo del pasado. Y que hemos puesto a prueba durante la celebración del Bicentenario. Porque si hay a quien debemos reconocerle todos los méritos, es a los maestros de Honduras -con las excepciones de las ciudades grandes en que las autoridades les han opacado- que han trabajado unidos, pasando por alto diferencias subalternas y animando en los alumnos, nuevas actitudes que las hemos visto en las celebraciones de todo el país. Claro, todavía muchos, incluso colegas periodistas, creen que Honduras es solo Tegucigalpa y San Pedro Sula. Y Santiago Puringla, San Vicente Centenario, Camasca, Cabañas y San Agustín, Sensenti son lugares desconocidos que, no identifican en el mapa.

He sido testigo de la dedicación de los maestros. Y del liderazgo del ministro Arnaldo Bueso y del viceministro de Educación Luis Javier Menocal, poniendo sus equipos al servicio de un proceso que, desde abajo, han desarrollado en los muchachos, esperanza en el futuro, confianza en sí mismos, fuerza e imaginación para convertirlos en exitosos y con carácter para enseñarles a sus discípulos que con orgullo nacional, con la convicción que todos los humanos somos iguales y que el talento no tiene nacionalidad, todo lo podemos lograr con voluntad y dedicación. Por ello cualquier reforma auténtica, más allá de convertirlos en universitarios. La UPN ha reducido mucho sus competencias y capacidades en comparación con la antigua Escuela Superior del Profesorado. Y además, suscitado el rechazo y la falta de cooperación del poder central para cumplir con sus tareas. A la cual deberá dársele una nueva orientación axiológica, de forma que igual en el pasado, cada uno de sus egresados, en vez de borregos de políticos y ganaderos repartidores de dinero; o locutores que viven de las imágenes y de las mentiras, sea un revolucionario que transforme el país. Para lo que, en vez de activistas, animen a sus alumnos para que sean ellos los que hagan los cambios. Los formadores de maestros, deben abstenerse de la política partidaria. Los maestros, deben cuidar sus derechos y defender sus recursos de la voracidad de la burocracia gubernamental, alejando sus gremios del servilismo partidario o gubernamental.

Los maestros, están listos. Lo que hace falta es un liderazgo agresivo en las universidades públicas que, en esta pandemia y en la celebración del Bicentenario, han exhibido sus miedos, su falta de compromiso, y vacilaciones. Estoy orgulloso de haber trabajado con los maestros. He renovado mi esperanza viendo sus resultados. Y fortalecido mi confianza, en el futuro de Honduras.

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