EL CONTAGIO Y LAS ALARMAS
OTRA crisis fronteriza. Esta vez, el desbordado flujo de haitianos intentando cruzar la frontera entre México y los Estados Unidos. Próximo a un puente en la localidad fronteriza de Texas cientos de haitianos, junto a grupos más reducidos de cubanos, venezolanos, peruanos y nicaragüenses –soportando calores infernales, falta de alimento y todo tipo de penurias a la intemperie– improvisaron un campamento. Esperaban ser admitidos como refugiados en los Estados Unidos. El enviado especial de Estados Unidos para Haití, dimitió de su cargo. Su salida inmediata la hizo saber en una carta de renuncia crítica a Washington denunciando que salía “decepcionado por la política profundamente defectuosa de los Estados Unidos hacia Haití”. Las autoridades migratorias iniciaban el proceso de deportación de unos 13 mil haitianos que en forma caótica pernoctaban en el campamento. El puente fue cerrado a todo tránsito y transporte terrestre.
“No estaré vinculado con la inhumana y contraproductiva decisión de Estados Unidos de deportar a miles de refugiados haitianos e inmigrantes ilegales a Haití –exponía Foote en su carta– un país donde los funcionarios estadounidenses están encerrados en instalaciones protegidas debido al peligro creado por grupos armados que controlan la vida cotidiana”. Sin embargo, en las últimas horas el gobierno norteamericano informó que “los últimos migrantes, en su mayoría haitianos, que acampaban debajo del puente de Texas que comunica con México, abandonaron el lugar o fueron expulsados”. «Desde esta mañana, ya no hay migrantes en el campamento debajo del puente de Del Río», Texas, dijo el secretario de Seguridad Interior, a periodistas en la Casa Blanca, señalando que “Estados Unidos deportó a unas 2,000 personas en avión a Haití”. La guardia nacional, la policía y agentes de migración anduvieron en redadas en las calles y hoteles de la ciudad, en busca de indocumentados. “Los agentes y otras fuerzas de seguridad se instalaron, además, en los cruces del río por donde llegan los migrantes desde EE. UU. para atajarlos con la promesa de enviarlos de nuevo a Tapachula, en Chiapas, un muro de contención en el sur de México para las caravanas que llegan de Centroamérica”. Circularon escandalosos videos mostrando imágenes de agentes fronterizos, montados a caballo, tratando de ahuyentar a los migrantes, zigzagueando las riendas, “como si estuvieran arreando ganado”.
El gobernador republicano de Texas ordenó crear un muro fronterizo de varios kilómetros de largo con vehículos estacionados”, para impedir el cruce de los peregrinos. ¿A qué obedece el flujo masivo de haitianos a la frontera? El genocidio, el terremoto y en general la situación de calamidad política y económica, agravada por el coronavirus, que sufre el país, genera un éxodo incontrolable de gente desesperada. En mayo dieron el estatus de protección temporal de 18 meses para los haitianos que ya residen en EE. UU., que ahora se aplica a los haitianos en el país a partir del 29 de julio”. “Muchos de los que llegan a la frontera de Estados Unidos ahora habían salido de Haití hace mucho tiempo y vivían o se quedaban en otros países de Centroamérica y Sudamérica, desde Guatemala hasta Chile”. Otra vez, la crisis migratoria –esta vez por las caravanas de haitianos– se convierte en tema político que golpea la actual administración demócrata. En el peor momento, cuando le ha costado lidiar con las críticas a raíz de la toma de Kabul por los talibanes relámpago, la caída estrepitosa del gobierno, y la salida desordenada de Afganistán. (Solo faltaría que el gobierno mexicano quiera también montarse a tuto del plan de asistencia económica a Haití. Para invertir en las paupérrimas comunidades del sur mexicano, como complemento al Plan que preparó la CEPAL para Triángulo Norte. Y ahora, con el gobierno mexicano cabalgando al anca).
