GOTAS DEL SABER (55)

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25 de septiembre de 2021
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GOTAS DEL SABER (55)

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Juan Ramón Martínez

I
La Asamblea Nacional Constituyente, reunida en Ciudad de Guatemala, acordó que se conmemorara el 15 de septiembre, fecha de la independencia, con actos especiales que “deberían celebrarse todos los años con la mayor unción patriótica”. (Cáceres Lara, 1980, 362). De acuerdo con el decreto referido, el autor citado continúa diciendo que “el 15 de septiembre de cada año habrá solemne función de acción de gracias al Todopoderoso en la Iglesia Principal del lugar en que se hallaran reunidos los altos poderes de la Federación, debiendo dirigir los oficios respectivos el eclesiástico de mayor dignidad”. (Cáceres Lara, 1980, 362). Detalle interesante es que en el decreto citado se establece que el 14 de septiembre, sino hubiera inconveniente, “los Tribunales de la Federación harían visita general a las cárceles”. Además, el decreto que venimos citando, le otorgó a los Congresos de los Estados, la facultad de determinar la forma como debía hacerse la celebración de la fecha dedicada a conmemorar la emancipación de España. “En Honduras fue establecida una fiesta nacional semejante a la decretada por la Asamblea Nacional Constituyente, pero durante muchos años se conmemoró el 28 de septiembre, aniversario de la llegada de los Pliegos de la Independencia a Comayagua y Tegucigalpa, con preferencia al propio 15 de septiembre, cuando todas las provincias de Centroamérica alcanzaron su libertad política”. (Cáceres Lara, 1980, 362). Fue a partir de la Reforma Liberal, durante la administración de Marco Aurelio Soto, en que se inician los esfuerzos más serios para darle sentido y profundidad al Estado nacional hondureño que, nuevamente empezó a celebrarse el 15 de septiembre. Cosa que desde entonces no se ha interrumpido nunca. Solo observándose variaciones en cuanto a la participación de las autoridades eclesiásticas. Este año, la Conferencia Episcopal de Honduras no quiso participar, con la excepción de una ceremonia muy discreta en el seminario Mayor, Nuestra Señora de Suya y la presencia, en el estrado principal en Choluteca del obispo Guido Carbonet, posiblemente por las excelentes relaciones que mantiene con el alcalde la ciudad, Quintín Soriano, que es un católico muy comprometido con la Iglesia Católica. Es decir que este año, la Iglesia Católica olvido que este Bicentenario también es suyo, que tiene que conmemorar, para recordar sus obras extraordinarias en los campos de la protección de los indígenas, la educación universitaria, la paz de la nación y el cultivo de la fraternidad entre los hondureños. Cerro las puertas de su propia e interesante memoria histórica y sus contribuciones en el desarrollo del país.

II
A propósito de esta actitud de la Iglesia Católica Hondureña y en el ánimo de llenar el vacío voluntario de los clérigos para que ignoremos el papel de nuestra Iglesia en estos 200 años, el 20 de septiembre de 1847, un día después de haberse instalado la Universidad de Honduras, se levantó el acta segunda, que a la letra dice: “ En 20 de septiembre de 1847, reunida la Dirección de Estudios, acordó: Primero: Nombrar y nombró su Secretario, Tesorero y Bedel; Secretario, al señor Bachiller Miguel Antonio Robelo; Tesorero, al señor don Agapito Lazo; Bedel al señor Buenaventura Díaz; al Secretario y Bedel inmediatamente se les hizo saber su nombramiento y contestaron diciendo que admitían. Segundo: Convinieron por unanimidad de votos que el siguiente día pasarían a casa del señor Juan Lindo, Presidente del Estado, a suplicarle que recabase del Ilustrísimo señor Obispo, trasladar a esta Academia una de las clases del (Colegio) Tridentino y con esto se dio por concluida esta sesión. José Trinidad Reyes, Justo Pérez, Cornelio Lazo, Alejandro Flores, Hipólito Matute”. “El día anterior, 19 de septiembre, en cumplimiento del artículo quinto del reglamento de la Universidad del Estado, conocida con la denominación de Academia Literaria de Tegucigalpa, el gobierno presidido por el doctor Juan Lindo, a propuesta de la municipalidad de Tegucigalpa, había nombrado rector de la máxima casa de estudios al Presbítero José Trinidad Reyes y director de Estudios primero, segundo, tercero y cuarto, respectivamente, al señor licenciado Pío Ariza, al licenciado Hipólito Matute, al licenciado Cornelio Lazo y al bachiller Alejandro Flores (Cáceres Lara, 1980, 317

III
Tampoco la Iglesia Católica hondureña, es muy afecta a recordar a sus muertos, convertir a los mejores en ejemplos a seguir por sus miembros; y menos, buscar el camino de los altares para volver santos a los mejores, en el ejercicio de las virtudes cardinales que predica. En estos doscientos años no se ha referido al padre Subirana; no ha elevado una oración siquiera por los cinco sacerdotes muertos violentamente: dos durante la conquista, caídos en acción evangelizadora por indios iracundos, en la zona de Taguzgalpa –ahora Olancho–; dos más en junio de 1975, a manos de los militares y los ganaderos que se sentían amenazados en sus frágiles derechos sobre las tierras feraces, mal adquiridas. Uno de ellos, padre de un compatriota que el pueblo llevó a la Presidencia de la República. Y uno que, desesperado por la realidad, –Guadalupe Carney– se unió a la guerrilla de José María Reyes y fue muerto por los militares sin que se sepa siquiera dónde fue enterrado.

Tampoco en exaltar a aquellos como Marcelo Gerín, Obispo de Choluteca que anunció los problemas de la posesión de la tierra y descongestionó el sur para que, los sin tierra se instalaran en zonas en donde no había brazos para levantar las cosechas. Tampoco a Monseñor Evelio Domínguez Recinos, fundador de las Escuelas Radiofónicas, creadas, imitando a los colombianos, para enseñar el alfabeto a los campesinos y encaminarlos a la formación de unidades comunitarias que les permitieran mejorar sus vidas. Y menos a los otros arzobispos como Martínez Cabañas, Hombach, Turcios Barahona, que abrió Honduras al trabajo de los misioneros, monseñor Cáceres que levantara el techo de la basílica menor en homenaje a la virgen de Suyapa o al padre Tejeda que fundara Fides, ahora el decano de la prensa nacional. Aparentemente, prefiere olvidar antes que recordar sus éxitos, sacrificios y dolores. No quiere santos; ni ejemplos entre los cristianos. A la espera de un historiador que los rescate del olvido, siguen quietos en una muerte que parece definitiva.

IV
“Por el mes de agosto de 1827, se recibieron en Guatemala comunicaciones del encargado de negocios de la República cerca del gobierno de los Estados Unidos del Norte, en que participaba algunas noticias relativas a los intentos hostiles de la España contra sus antiguas colonias de América. Como estas noticias pueden contribuir a dar una idea más clara del estado político de Centroamérica en aquella época, de la conducta que había observado y estaba observando esta República respecto de la de España, y del concepto que se había formado de ella en los países extranjeros; me ha parecido oportuno transcribir aquí la parte conducente de dichas comunicaciones: “El coronel Montenegro, decía el encargado de negocios, colombiano residente en Nueva York, asegura que ha visto una correspondencia del Ministerio de España con el gobernador de la isla de Cuba, por la que se instruía de que el general Cruz mantenía relaciones desde Bordeaux con varios sujetos de Centroamérica, a fin de facilitar la invasión que se meditaba; que esta debía hacerse sobre Guatemala con las tropas que el general Morales estaba equipando en Canarias; que se tenía una gran confianza en el éxito de la empresa por el partido considerable con que el gobierno español contaba en dicha República, y estado indefenso en que se hallaba. Permítame usted observar, proseguía el encargado que aunque dicho coronel no diera estas noticias, el proyecto a que se refiere es el que naturalmente debía ocurrir a los españoles para llevar adelante el plan de su reconquista, y que están perfectamente de acuerdo con lo que se ve en el número del Courrier Francais que remití a usted hace pocos días, relativo a la misión del conde de Ofalia, con la existencia del general Cruz en Bordeaux, desde mediados del año pasado, y la salida del general Morales para Canarias. La correspondencia del primero con Centroamérica, es igualmente de toda probabilidad; el considerable número de españoles que hay en ella desde antes de la independencia, y sobre todo, la porción de ellos que han entrado posteriormente con la facilidad que lo pudieran hacer los americanos mismos más liberales; la población blanca de la Costa, compuesta generalmente de españoles; la libertad con que se dirigen cartas a la península, aun a los funcionarios del gobierno español que salieron al tiempo de la independencia por enemigos de ella, todo concurre a hacer probable, si no cierto, lo que el coronel Montenegro dice. Es también de toda probabilidad que la expedición se dirija a Guatemala. El partido que supone tener en ella la España, y su situación militar, como he mencionado, le hacen esperar que la empresa será de éxito más seguro en ese punto que en ningún otro de la América; y como si llegara a ocupar ese territorio, se encontraría en disposición de dirigir expediciones a las demás partes del continente, nada es más natural que sus miras todas se dirijan ahora a reconquistar a Centroamérica, y en Guatemala usted ha visto tomar parte activa en las divisiones interiores a españoles y a otros extranjeros”. (Alejandro Marure, Bosquejo histórico de las revoluciones de Centroamérica, tomo II, 2012, pág. 73 y 74).

 

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