Coterráneos en el recuerdo

MA
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29 de septiembre de 2021
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01:00 am
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Coterráneos en el recuerdo

Hace algunos días, partieron de este planeta dos paisanos que dejaron hondas huellas del recuerdo, por su labor profesional, como en beneficio de la sociedad en general.
Ambos llegaron a esta urbe, en los primeros años de la década de los cincuenta, cuando para salir de aquellos pueblos, se necesitaba una voluntad de batallón, si tomamos en consideración lo aislado de las comunidades rurales, como de algunos poblados llamados ciudades, en vista que no existían medios de comunicación terrestres, ni de otro tipo.

De esta situación, no se piense que solo era por aquellos poblados, el problema era general, la única salvedad, era donde tenían sus intereses las trasnacionales particularmente las fruteras, por donde habían caminos carreteros que le interesaban a las compañías para la exportación de sus productos. Como también otros poblados cercanos, por donde pasaba la carretera del sur, conocida como “Panamericana” y del norte, caminos de tierra construidos en tiempos del expresidente Terencio Sierra. Y gobiernos siguientes.

Fue así, como en la década de los cincuenta, cuando ya se respiraban aires de una relativa paz, pues ya había expirado el gobierno de Carías, José de la Paz Herrera y Dagoberto Espinoza, por diferentes senderos llegaron a esta urbe, Herrera, llegó a tomar el vehículo improvisado al pueblo de Sabanagrande, después de haber caminado 42 kilómetros a pie, o a pata, como le agrada decir a nuestros hombres de tierra adentro, fue Nicolás Carrasco Vaquedano, personaje de generosidad comprobada y vocación de servicios sin igual, lo que lo hace acreedor de gratos recuerdos, el que hizo todos los arreglos necesarios para su llegada a la capital; en tanto, Dagoberto, ingresó por Orocuina ya del departamento de Choluteca, en aquellas famosas “camionetas” o “ baronesas” que circulaban de manera ocasional por esos tiempos, se carecía de vehículos de trasporte y aún las carros particulares, eran casi inexistentes.

Y vea qué cosas de la vida, de estos dos hondureños que conservaron como coincidencia su arribo a la capital en los mismos años de la década del cincuenta y que luego de realizar estudios secundarios, y hasta universitarios, viajaron al exterior para superarse en sus respectivas ramas, hubo otra coincidencia y es que mientras Herrera realizaba estudios sobre su rama en Argentina, a finales de los sesenta, Dagoberto hacía estudios sobre psiquiatría en una universidad de Alemania, siempre recuerdo que por esos años nosotros cursábamos estudios primarios en la escuela Froylán Turcios de nuestro pueblo, éramos compañeros de Pablo Herrera, hermano de José de la Paz, y desde Argentina le enviaba tarjetas postales, que nosotros leíamos y releíamos con una satisfacción enorme, mientras Dagoberto estaba por Alemania, desde donde recibíamos información a través de sus parientes.

Cuando narro estos hechos tengo la impresión, como en efecto lo es, que ni ellos, por aquellos momentos y todavía un poco después, se imaginaron hasta dónde llegarían, pues nadie desconoce el brillante papel que desempeñó José de la Paz, en beneficio del deporte nacional, el simple hecho de haber sido el primer entrenador nacional, que llevó a nuestro país a una copa mundial y ser considerado el mejor entrenador nacional, se lleva todos los méritos. Lo demás si lo hay, es obvio. Entre tanto, Dagoberto, primeramente maestro graduado en la siempre bien recordada Normal de Varones, luego con estudios de Medicina en nuestra Facultad, por su excelencia académica, fue becado para realizar estudios en una universidad de la República de Alemania, de donde egresó ya como médico psiquiatra, incorporándose al reducido grupo de profesionales de la misma rama que habían por aquel momento, entre los que estaban Alcerro y Asdrúbal Raudales.

Pero lo importante de todo esto, no solo fue el papel que desempeñó como galeno, sino que su papel como intelectual, por muchos años mantuvo una columna en este mismo rotativo y fue autor de muchas obras literarias y científicas como “La magia del arcoíris “, “la virgen embarazada” “Historia de las ideas liberales” que guardo con honrosa dedicatoria en mi modesta biblioteca.

Personajes como los antes mencionados, son ejemplo de lo que se puede llegar a conquistar cuando hay voluntad, objetivos claros y metas concretas de lo que se quiere realizar. Virtudes que hoy en día, no observamos desafortunadamente en la mayoría de los casos, con los jóvenes que actúan siempre improvisando a la deriva sin objetivos y metas

Con la partida de estos hondureños, hay una generalizada muestra de pesar y a decir, del premio Álvaro Contreras, de literatura y de otros galardones, periodista don Mario Hernán Ramírez: “hay tristeza en Soledad”.

Manuel Aguilar Palma
Periferia de San Miguel de Heredia

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