Ariel Figueroa, el doctor que lucha por salvar a pacientes con COVID-19 hasta el último suspiro (Video)

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2 de octubre de 2021
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05:30 am
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Ariel Figueroa, el doctor que lucha por salvar a pacientes con COVID-19 hasta el último suspiro (Video)

El doctor Ariel Alberto Figueroa Zelaya es jefe de la UCI COVID del Hospital Escuela Universitario (HEU).

Por: Carolina Fuentes

En las afueras del Hospital Escuela Universitario (HEU), entre lágrimas y en silencio, decenas de personas le imploran a Dios por la vida de sus seres queridos internos a causa del COVID-19.

Y como si este sentimiento de profundo amor y dolor les fuese susurrado por el Padre Celestial, a los médicos, ellos cumplen la noble labor de arriesgar su propia vida por salvar al prójimo, como lo hace el doctor Ariel Alberto Figueroa Zelaya.

Este héroe de blanco, a quien hoy se destaca en la sección Ángeles de la Pandemia, es uno de los jefes de la sala donde se concentra la carga viral más fuerte: la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) COVID del centro asistencial, donde se atiende a los pacientes más graves.

Sin embargo, pese al enorme riesgo de contagio al que se expone, el doctor Figueroa asegura que “es una alegría cuando la gente sale contra todo pronóstico, claro, a veces uno mira pacientes y uno piensa que el pronóstico es difícil, pero nunca tiramos la toalla, siempre estamos prestos a hacer todo por el paciente, como si tuviera todas las posibilidades de salud”.

Sin importar el riesgo de contagio, el doctor Figueroa lucha por salvarles la vida a los pacientes graves con COVID-19.

El médico, quien nació el 22 de abril de 1989, en Tela, Atlántida, afirma que a raíz de la pandemia “hemos aprendido a tratar de humanizar un poco más la medicina”.

Por eso, cuando uno de sus pacientes está por partir al más allá, se encarga de permitirle dar el último adiós a sus familiares.

“Lo que queremos es siempre tratar de hacer lo mejor por el paciente, incluso, en los pacientes que no tienen pronóstico, por lo menos hacerles videollamadas con sus familiares, para lograr despedirse”, cuenta el profesional.

Figueroa se graduó de Médico General en el 2014 y como especialista en Medicina Interna en el 2017, en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

Se graduó de Médico General en el 2014 y como Especialista en Medicina Interna en el 2017, en la UNAH.

LA SALA MÁS TEMIDA…

Recibir la noticia de que un pariente con COVID-19 fue trasladado a la UCI provoca el llanto de la mayoría de sus familiares, pues ese es el recinto al que son remitidos los casos más graves del mortal virus.

¿Cómo es esta sala tan temida, a la que nadie querría llegar? El doctor Figueroa explica que esta sala tiene capacidad para atender a 12 pacientes con daño severo en su organismo debido a la enfermedad.

“La sala UCI siempre está llena de pacientes, aquí son tres salas de COVID: la UCI COVID, el domo y la sala de COVID del tercer piso; si alguno de los pacientes del domo o del tercer piso se ponen graves, son pacientes que se trasladan a la UCI COVID”, detalla el especialista.

Lamentablemente, los cupos son escasos. La fila de pacientes en espera es interminable, ya que “siempre se están trasladando pacientes de los triajes de la capital y de los hospitales más cercanos, de Comayagua, de Danlí, de Choluteca, de San Lorenzo, siempre está lleno”.

El doctor, junto a sus padres, Daniel Alberto Figueroa y Janeth Albertina Zelaya, su hermano Daniel Figueroa, entre otros parientes.

FRANCIS Y CARLOS

Según el doctor Figueroa, los casos más difíciles son los que más se recuerdan… Es por eso que a su memoria viene la historia de Francis y Carlos, dos pacientes que, a punto de morir, lograron ganarle la batalla al COVID-19 por milagro de Dios y gracias a un valioso equipo de profesionales que no se dio por vencido.

“Francis, una paciente que tuvimos, embarazada, estuvo intubada; ella permaneció 46 días en el hospital, fue uno de nuestros casos de éxito que pudimos sacar, después de estar intubada más de 10 días; su recuperación fue bastante complicada, pero gracias a Dios y al apoyo de medicina física y rehabilitación, apoyo de nutrición, de psicología, se pudo salir gracias a Dios bien”, relata el especialista.

También cuenta que Carlos es un joven de 28 años, que luego de contagiarse con el virus desarrolló coágulos en las arterias de ambos riñones y las del vaso.

Para el profesional, salvar vidas es un éxito que se logra gracias al trabajo en equipo.

El joven, según detalla Figueroa, “vino con una complicación de COVID-19, hizo trombos… es potencialmente mortal, de hecho, creímos que no iba a progresar bien, le dimos manejo médico, pudimos deshacer el coágulo, gracias a Dios, y progresó bien y se pudo ir a su casa sin ningún problema”.

“Creo en Dios y creo que Él es quien nos ha tenido en este lugar para tratar de hacer algo por las personas y hacer un cambio, a pesar de todas las adversidades y vicisitudes que tenemos en el día a día”, afirma.

Cada vida salvada es una meta cumplida para el doctor Figueroa, quien se esfuerza al 100 por ciento por recuperar a sus pacientes hasta el último suspiro, sin importar su estado de gravedad.

LA FAMILIA: SU APOYO

Su familia es el mayor apoyo emocional para el doctor Ariel Alberto Figueroa Zelaya, quien a diario vive el estrés de tener bajo su responsabilidad a pacientes graves con COVID-19 y a todo un equipo de trabajo de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) COVID del Hospital Escuela Universitario.

Su padre, el docente jubilado, Daniel Alberto Figueroa Figueroa; y su madre, la perito mercantil, Janeth Albertina Zelaya Villafranca, lo apoyan de forma incondicional, al igual que su hermano, el neurocirujano, Daniel Alberto Figueroa.

“Desde pequeño, tanto a mi hermano como a mí, nos gustó el área de la salud; mi papá, antes de ser docente, fue promotor de salud y desde muy pequeños siempre fue como una ilusión de mi hermano y mía, ambos quisimos desde muy pequeños ser médicos”, recuerda el doctor Figueroa.

UN GIRO INESPERADO

Antes de la pandemia de COVID-19, el doctor Ariel Figueroa laboraba en la consulta externa de Cardiología del Hospital Escuela, sin embargo, desde marzo del 2020 fue asignado a la Unidad de Cuidados Intensivos COVID del centro asistencial.

“Mi labor era la evaluación de pacientes con enfermedades cardíacas, también evaluación cardíaca en pacientes previo a que fueran operados, pacientes mayores de 40 años o con hipertensión o diabetes, que se pide una evaluación para ver que sea seguro operarlos”, detalla el profesional.

Sin embargo, tuvo que adaptarse a sus nuevas funciones, donde lo más difícil, a su criterio, “es estar esperando a que el paciente grave falleciera para darle oportunidad a otro paciente que quizá tenía más chance, es bastante difícil, uno nunca quiere tomar la decisión sobre un paciente, uno quiere que todos vivan, obviamente”.

 

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