Reflexiones en torno al libro Exactamente Juana Poética y erótica de la libertad de Rolando Sierra Fonseca

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3 de octubre de 2021
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12:12 am
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Reflexiones en torno al libro Exactamente Juana Poética y erótica de la libertad de Rolando Sierra Fonseca

Por: Tania Puerto Zaldívar

En este año 2021 Rolando Sierra Fonseca ha publicado el libro Exactamente Juana. Poética y erótica de la libertad, editado por Plural y Mujeres en las Artes, que al leerlo me ha suscitado una serie de reflexiones, por un lado, sobre la vida y obra de Juana Pavón y por otro sobre la Honduras del presente por haberme permitido recrear con cada representación de la realidad de esta “Honduras que tiene nombre de mujer,” como diría Juana, las ansias de reconstruir la Patria/Matria amada. En el recorrido por estas páginas, he reflexionado sobre las transformaciones de un proceso de modernización, más de control y sometimiento, que de modernidad, que renovó bajo nuevos parámetros el sufrimiento de un país que se cae a pedazos como en “Soy Honduras” prostituida, desposeída y explotada, ofrecida en venta. Tal como esa modernización se internalizó en las vidas de hombres y mujeres del campo a/y la ciudad, sin olvidar a la Honduras niña que tantas veces es obligada a entregar la vida para dar vida.

¡Qué desprotección crecer sin una madre! Juana si sabía de eso, acaso nosotros sabemos lo que es perder a una madre, ella reclamaba en su madre a la patria, comprendía también que sin una patria tampoco tenemos ni padre ni madre que nos proteja. ¿Qué diría Juana ante la posibilidad de esta futura orfandad para los y las hondureñas? Como diría ella en su poema Juana la Loca “estoy loca por no encontrar lo que yo buscaba…lo que encontré fue la verdad de las cosas equivocadas” ¡cuántas y cuántos jóvenes, en completa orfandad, tienen este desencuentro con la tierra que los vio nacer y pronto les invita a partir!, entonces, si no hay Patria/Matria no hay hijos. Juana se revela ante esto y en “Soy Honduras”, nos hace un llamado para reconstruir la patria, no se queda en lamentos, nos llama a levantarnos y transformar esa realidad.

Juana, abrazó en cada símbolo de la patria amada a su madre ausente, a su padre muchas veces inconsciente. En su obra la poetisa Juana, reflexiona sobre su vida y su muerte. Acercarse a su obra, es reír y llorar con ella, porque su tragedia está presente en la narrativa de muchas mujeres hondureñas, pero su hilaridad, suaviza el infortunio, como valiente armadura, lo enfrenta en batalla permanente por ser y trascender. Sin embargo, para mí lo más importante, es reconocer en Juana, la voz de los sin voz, la denuncia permanente de una mujer ante una sociedad, machista y muchas veces indolente al llamado permanente por la reconstrucción de la patria.

En sus poemas, se transmite una determinación y sagacidad admirable para vivir la vida, tal cual llegó y tal cual fue asumida por ella, sus propias decisiones y vivencias trascendieron en sus poemas, en los cuales, la locura era el marco representativo de una cruda realidad, en “Juana La Loca”, se devela la posverdad imperante, pues hay que estar loca, para decir la verdad, porque la verdad no tiene historia en Honduras, está como ausente, huérfana.

Decir la verdad, hablar sin hipocresías es una verdadera locura. Quizás así llamaron a sor Juana Inés y a su obra. Es muy conveniente llamar a una mujer loca, ¿A qué mujer que desafía el orden social, no la llaman loca? Si soy sincera, en Honduras, contrario al sentido de locura de Juana, hay muchas locas. inclusive, entre las más desleales y ambiciosas, aquellas, no desposeídas como Juana, más bien poseídas, enajenadas por la acumulación de riqueza, que se han vuelto locas con el dinero del pueblo, hasta para ellas, es conveniente argumentar que “están locas”.

Juana, es tan exactamente excepcional como la imaginé.

Gracias a Rolando Sierra por ser cómplice con Juana, por acompañarla en su vida y escribir magistralmente esta obra, solo quienes amaron y valoraron la obra de Juana, como amiga, poeta, mujer, madre, feminista, patriota/matriota y como un símbolo de resistencia ante el dolor y la injusticia que impunemente se cierne sobre los desprotegidos, pueden captar la cordura mordaz de su locura, la profundidad y ternura de su mirada, la existencia libre de ataduras y la desnudez de su pluma ante la vida, sin hipocresías, redescubriéndose en cada experiencia vivida y reflexionando sobre su existencia misma, sin negar las batallas internas, porque somos eso como en ese poema “Maldad y Locura” en sus últimas líneas: “simplemente el bien triunfa sobre mi maldad obligada”.

¿Qué puedo decir? En Juana luce espléndida la representación de la vida en un teatro que contrario a toda obra dramatúrgica, no tiene fachada, el alcohol es guaro y sus efectos, el amor es pasión y sus embelesos, en su poesía, devela un erotismo libre, emancipado, como ella quiso vivirlo, ¡Libertad de las oprimidas! Jeannette, Margarita y finalmente Juana.

Juana habla en sus poemas de volar, quizás flotar, burlando la pesadez de la cruel soledad en la que se abrieron sus ojos al mundo y la compañía de un mundo de letras sumergidas en el sabor de una copa, maravillosa locura de la cruda realidad, no es más que la realidad presente sobrellevando las llagas del pasado descalzo, en una suerte de bilocación no santificada, sino mimetizada en el espacio y el tiempo que la circundó y que el autor representa en la cruel historia de Juana y la cruel historia de la Honduras siempre golpeada, violentada por la colonialidad y su heredera la cultura patriarcal, por los autoritarismos, por Carías, por militares, por imperialismos, sometida por “vende patrias” ¿Cuándo será liberada?

Juana, bohemia, amante y agradecida, como si nunca se hubiera ido de sus dos lugares amados: Choluteca y Tegucigalpa y de la Honduras soñada, más humana, más mujer y más hombre. ¡Bilocación! Entre el ser y no ser, entre la razón y la fe, entre la materialidad y la espiritualidad, entre la sobriedad y la embriaguez, entre la picardía y la virtud, entre el amor y desamor, entre la maldad y la locura, y finalmente entre la alegría y el dolor, reír llorando. A diferencia de Garrik, de Juan de Dios Peza, ¡Juana! no pidió cambiar la receta, pero, si podemos, como nos invita Juana, ¡“volver a abrir la tienda”!

 

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