Los independientes decidirán

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4 de octubre de 2021
/
12:03 am
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Los independientes decidirán

Por: Edmundo Orellana

Del resultado de las elecciones primarias se puede deducir el voto duro de los partidos que las celebraron, pues a las mismas acuden únicamente sus militantes.

Ese voto, sin embargo, no decidirá las elecciones generales. Estas serán decididas por el voto de los independientes, cuya resistencia a identificarse con los partidos políticos se debe a que ninguno motiva su interés en participar activamente en política. Son aproximadamente el 50% del censo electoral, lo que demuestra el fracaso de los partidos políticos, incapaces de atraer a la población joven, porque sus mensajes y propuestas son los tradicionales; no encajan en las expectativas del joven de este milenio

El independiente acudirá a votar porque es su derecho y su deber, pero también porque no encuentra otra manera de expulsar a quienes gobiernan, cuya corrupción, cinismo e impunidad los tiene asqueados. Pero no se inclinarán a votar masivamente en plancha, como pretenden los candidatos que voten sus correligionarios. La mayoría votará selectivamente y los candidatos masivamente favorecidos por los independientes serán los que tengan más probabilidades de obtener el cargo de elección popular al que aspiran, colocándose por sobre sus compañeros de fórmula que no logren superar el voto en plancha.

El voto en plancha solo es posible entre correligionarios. Es absurdo que los candidatos llamen a votar en plancha a los independientes, porque se parte de la suposición de que Estos, como sus correligionarios, están obligados a votar únicamente por el partido o bien que carecen de razonamiento para seleccionar entre los candidatos. En todo caso, es un irrespeto supremo al votante independiente invitarlo a no pensar, puesto que, justamente, por pensar es que no milita en ningún partido.

Históricamente, el resultado de las votaciones para diputados, cuya orientación determina el independiente, nos ofrece un diseño muy claro en la conformación de los Poderes del Estado. Concede el triunfo en el Ejecutivo, pero en el legislativo se resiste a ceder la mayoría absoluta a un solo partido, para evitar el control total del Estado.

La crisis del país y el riesgo de sumirnos en una incontrolable inestabilidad política con el nuevo gobierno exige votar reflexivamente, no a ciegas. Llevando al Ejecutivo al candidato que convenga, pero votando por los candidatos a diputados más comprometidos con el país, que nos garanticen desmontar la dictadura y el sistema de impunidad erigido por JOH, elegir a los más idóneos para la Corte Suprema, para el MP y el TSC, controlar el Ejecutivo para evitar los abusos, priorizar la atención a la crisis social y económica, y legislar para promover el desarrollo económico y social del país.

Candidatos confiables para cumplir con esta misión los hay en los tres partidos importantes de la oposición, pero su pase al Congreso no lo concederá el correligionario -quien solo lo coloca en el punto de partida hacia la meta- sino el independiente o el militante de otros partidos cansados de las frustraciones provocadas por votar en plancha. Seguramente, muchos estamos en esta situación, escudriñando las planillas para identificar en quienes podemos confiar el cumplimiento de aquella misión. Nos rechazan aquellos, de incuestionable preparación, cuyos mensajes, exhibiendo pedante autosuficiencia, son excluyentes y amenazantes, como también los que, desde ya, manifiestan, impúdicamente, una conducta servil con la autoridad partidaria, anticipo del manso comportamiento con el que ejercerá su función de legislador, sin importar el daño que infieran a sus electores. Estos son de la misma levadura política de los que construyeron esta dictadura, proclives a emularlos, más temprano que tarde, y quizá en proporciones muy superiores. Son un problema en sí mismos.

Ningún partido tiene las credenciales creíbles para avanzar hacia la salida de la crisis. Los que nos garantizan encontrar esa salida están distribuidos en los más importantes partidos de la oposición; por eso, votar por ellos es un deber. Pero votar masivamente para asegurarnos de que lleguen a su curul. Para ello, no desperdiciemos nuestros votos en partidos de maletín ni en candidatos a diputados desconocidos o cuyo comportamiento nos provoca duda, igualmente en aquellos que aspiran a repetir, pero su labor parlamentaria fue, por decirlo de algún modo, mediocre o nula.

El llamado de la Patria es acudir masivamente a las urnas y es imperativo, especialmente, para los independientes porque son los que decidirán estas elecciones. Ninguna excusa justifica desatender este llamado. Debemos votar, sí, pero por aquellos que estén comprometidos en aquella misión, para evitar que los perversos, mediocres o nulos tengan la mínima posibilidad de llegar. Por consiguiente, repudiemos, por irracional e irrespetuoso, el llamado a votar en plancha, diciendo con fuerza: ¡BASTA YA!

Y usted, distinguido lector, ¿ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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