EL NOBEL CAMBIA DE AMBIENTE

ZV
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7 de octubre de 2021
/
12:31 am
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EL NOBEL CAMBIA DE AMBIENTE

LA naturaleza cobra revancha por el daño que le infringen. Sequías de hambruna, pérdida de cosechas, calores insoportables y temperaturas extremas, frecuentes huracanes demoledores, precipitaciones y tormentas severas, incendios pavorosos. De todos esos siniestros que aquí se sufren, digan ustedes a cuales, si no a todos, han aportado su nociva contribución. Pero también están los terremotos, las erupciones volcánicas, los tsunamis, pérdida de los glaciares, desertificaciones, extinción de muchas especies, entre otras calamidades que golpean la humanidad. Lo anterior a propósito de los que creen que el cambio climático es superstición y el calentamiento global una ficción. El Nobel de Física 2021 –en un cambio de ambiente a lo que suelen premiar– recayó en dos expertos en la modelización física del cambio climático. Un japonés-estadounidense, un alemán y el teórico italiano experto en el desorden en los sistemas complejos. “Es la primera vez desde 1995, cuando el Nobel de Química reconoció las investigaciones sobre el agujero en la capa de ozono, que un Nobel científico premia trabajos directamente relacionados con el cambio climático, pero en un contexto de emergencia completamente diferente”.

El premio compartido es por “la modelización física del clima de la Tierra y por haber cuantificado la variabilidad y predicho de forma fiable el cambio climático”. Tu trabajo de muchos años “ayuda a entender la relación causa-efecto de la acumulación de CO2 (y otros gases que atrapan calor) y el aumento de las temperaturas en el mar, la tierra y la atmósfera”. La activista sueca del cambio climático fue nominada, dos años seguidos, al Premio Nobel de la Paz. Fue la conferencista estrella en la apertura de la cumbre del clima en las Naciones Unidas. Sacudió a los líderes mundiales con sus palabras al decirles: “Nos están fallando”. “Pero los jóvenes están empezando a entender su traición”. Entre gestos de enojo y de emoción les proseguía Thunberg, de 16 años: con discurso en el que parecía a la vez enojada y emocionada. “¿Cómo se atreven?”. “Mi mensaje es que los estaremos vigilando”. “Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba –los regañaba desde la tribuna– debería estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano”. “Sin embargo, ¿ustedes vienen a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza? ¿Cómo se atreven?”. “Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías”. “Y sin embargo, soy de los afortunados. La gente está sufriendo. La gente se está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Estamos en el comienzo de una extinción masiva”.

“Y de lo único que pueden hablar es de dinero y cuentos de hadas de crecimiento económico eterno”. “¿Cómo se atreven?”. “Por más de 30 años, la ciencia ha sido clarísima”. “¿Cómo se atreven a seguir mirando hacia otro lado y venir aquí diciendo que están haciendo lo suficiente, cuando la política y las soluciones necesarias aún no están a la vista?”. “Dicen que nos “escuchan” y que entienden la urgencia”. “Pero no importa cuán triste y enojada esté, no quiero creer eso”. “Porque si realmente entendieran la situación y de todas formas no actuaran, entonces serían malvados”. “Y eso me niego a creerlo”. “Nos están fallando”. “Pero los jóvenes están empezando a entender su traición”. “Los ojos de todas las generaciones futuras están sobre ustedes”. “Y si eligen fallarnos, nunca los perdonaremos”. “No dejaremos que sigan con esto”. “Justo aquí, ahora es donde trazamos la línea”. “El mundo se está despertando. Y se viene el cambio, les guste o no”. (Igual el Sisimite, que cada vez siente más amenazado su hábitat por culpa de la mano destructora del hombre, reclama: “¿Cómo se atreven?”).

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