Esclavos de aguaceros, sequías, pestes y pasiones

ZV
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7 de octubre de 2021
/
12:01 am
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Esclavos de aguaceros, sequías, pestes y pasiones

BARLOVENTO:

Por: Segisfredo Infante

Parece un anacronismo. Pero se trata más bien de la más profunda realidad de la Honduras contemporánea y de otros momentos históricos. Sospecho que, con la convergencia de todos estos fenómenos en un solo punto geográfico y demográfico, hemos perdido el concepto de “libertad”. No somos libres. Un solo ejemplo externo de ausencia de libertad, es el de la población de Bangladesh, esclavizada todos los años por las grandes inundaciones provocadas por los monzones y el desborde de los ríos. O la esclavitud, es decir, el encadenamiento a la naturaleza, de los países del “Cuerno de África”, que son víctimas reiteradas de las sequías (al revés de Bangladesh), por la ausencia de las lluvias monzónicas. Para decirlo en otras palabras, es el reino de la necesidad pedestre, que subyuga al reino de la libertad espiritual.

En Honduras han comenzado a ser recurrentes los huracanes tropicales, cada vez más desastrosos, al grado de montarse una tormenta tropical sobre otra, en el curso de pocas semanas, tal como aconteció el año pasado, en medio de una pandemia todavía inexplicable. Como me decía Julio Cabrera en una conversación telefónica, esta pandemia nos ha hecho “perder las ilusiones” en el mundo entero. Al perder las ilusiones se socava la “Esperanza”, y la libertad subjetiva del “Hombre” queda menguada, o reducida a una esclavitud objetiva que pocos han razonado, en tanto que casi siempre entrelazan el concepto de libertad con los regímenes políticos, sean democráticos, aristocráticos, tiránicos, teocráticos o de cualquier otra pasión. Dialogaba el filósofo Platón que el peor de los gobiernos es aquel que encarnan las tiranías. Hoy, en cambio, se maneja el concepto de totalitarismo, cuando las libertades políticas y religiosas de los individuos y de los pueblos son reducidas a su mínima expresión, en nombre del pueblo, por supuesto.

Pero la libertad es un concepto más amplio, que conecta, además, con la reacción de los hombres y mujeres frente a las necesidades que impone la naturaleza, cuando la misma es avasalladora o se sale de sus “leyes”. No puede haber libertad cuando los pueblos se ven amenazados por la inseguridad alimentaria, típica de las tribus prehistóricas y de las sociedades atrasadas. Por eso la libertad es un concepto asociado al surgimiento de aquellas civilizaciones que producían un verdadero “sobrante” económico para casi todos, y sus pobladores podían dedicarse a otros quehaceres como la creación artística refinada, la práctica coherente de una religión y la invención de los números contables y de la escritura que vino a resguardar la memoria histórica.

Un caso concreto que deseo expresar se focaliza sobre el Valle de Sula, en la zona norte de Honduras. Centenas de miles de personas se ven amenazadas por los aguaceros de los huracanes que destruyen vidas, propiedades e industrias. No se trata de los intereses vitales de una sola aldea o de un municipio “equis”, sino de una parte considerable de las vértebras económicas de Honduras y de una de las regiones más pobladas. No es con canales y bordillos como los sampedranos y demás productores del Valle de Sula van a resolver este problema descomunal. Esos bordillos son barridos con una simple crecida de los ríos Ulúa y Chamelecón, sin necesidad que aparezcan huracanes. Por regla general todos los años los habitantes de esta subregión experimentan zozobras frente a un simple aguacero, porque jamás se ha adoptado la determinación política y administrativa de resolver el problema radicalmente, dialogando y pactando, incluso, con la oposición de pequeños grupos cuyos intereses inmediatos están por encima de los intereses estratégicos de centenares de miles de habitantes del Valle de Sula.

Según me han informado, hace varios años don Jaime Rosenthal Oliva (QEPD) formuló la obligatoriedad estatal de construir algunas represas cerca de las cabeceras de los ríos Ulúa y Chamelecón. El experto en geografía física especial, el doctor Carlos Héctor Sabillón, ha insistido en varias oportunidades que se deben construir dichas represas y reforestar masivamente las cuencas de los mencionados ríos. Pero hay gente que se opone y que es apoyada con dineros internacionales. Si el secretario de comercio, y posterior presidente “impopular” Mr. Herbert Hoover se hubiese dejado amedrentar, jamás los estadounidenses hubieran construido la represa que lleva su nombre y jamás se hubiese desarrollado el oeste de los Estados Unidos de Norteamérica.

Los sampedranos, limeños, progreseños y demás ciudadanos del Valle de Sula, continuarán como esclavos de las tormentas y de los intereses de unos pocos, mientras se postergue la construcción de las represas hidroeléctricas sugeridas, a fin de controlar las inundaciones y resolver el problema de “la matriz eléctrica”, de la cual les gusta hablar a los pocos expertos en estos temas. Hay que dialogar con los apasionados. Pero también hay que edificar, en consonancia con el desarrollo y los intereses de las mayorías.

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