La solución al problema del Motagua

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8 de octubre de 2021
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12:02 am
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La solución al problema del Motagua

Por: Adán Hilario Suazo Molina
Coronel de Aviación ®

Estimamos que ha pasado más de una década desde que se dio la voz de alerta sobre la invasión de basura que nos llega desde Guatemala, el conducto por el cual recibimos esta terrible amenaza es el río Motagua, tan importante río, es el componente principal de una cuenca hidrográfica, constituida por 17,000 kilómetros cuadrados de extensión, habitada por unos ocho millones de personas que viven a lo largo de 485 kilómetros de recorrido, el origen del río es el altiplano occidental de Guatemala; finalizando con una desembocadura fronteriza, en el Golfo de Honduras. Debemos destacar que en su trayectoria el río atraviesa 12 de los 22 departamentos guatemaltecos, colectando y arrastrando la presión urbana de 79 municipios, destacando como principal amenaza contaminadora, la ciudad de Guatemala, que es la mayor urbe centroamericana.

El problema: El sistema de saneamiento de Ciudad Guatemala, vierte la mayoría de sus desechos sólidos, en un botadero ubicado en la denominada Zona 3 de la ciudad, se calcula que este depósito de basura, recibe unas 500 toneladas diarias de desperdicios de toda índole, dicha basura es arrastrada en su mayoría, por la corriente del río Las Vacas, cual se une al río Motagua en el kilometro 127 de su trayecto, hay que sumar a esto, la basura de 79 los municipios que influyen en dicha corriente. Varios datos refieren, que son 23 los municipios hondureños afectados por esta amenaza, de hecho, se ha detectado basura guatemalteca a lo largo de Islas de la Bahía, pero principalmente, se acumula en las playas de Puerto Cortés y Omoa. ¿Qué cantidad de basura nos llega? Algunos medios reportan, que en una temporada se han colectado en Omoa hasta 550 toneladas de deshechos; ¡pero debemos tener claro! Lo que observamos es la basura que se queda en la superficie, cual puede al menos, ser retirada de las playas; el problema mayor, son los deshechos que se van al fondo, y son arrastrados hacia los arrecifes coralinos, cuales constituyen un hábitat tan frágil, que cualquier fenómeno de esta naturaleza los degrada y puede llegar a matarlos; la corriente del Motagua, esa misma que antes daba vida y generaba un intercambio de flujos, que aportaban, vida y nutrientes a los arrecifes, ahora les provoca caos, destrucción y muerte.

La contaminación que provoca el río Motagua es de extremos catastróficos, esto ha sido comprobado, analizado y dictaminado desde hace años, pero el problema lejos de solucionarse, se agrava cada año, lógicamente, se hacen pocos esfuerzos para controlar la amenaza, por lo tanto, el problema se eleva exponencialmente, por una población que crece y genera más deshechos; al final solo nos quedaría citar las palabras de Einstein: “Si hacemos las cosas siempre igual, obtendremos los mismos resultados”.

Honduras, desafortunadamente, solo se muestra como un país: permisivo, descuidado de la protección de sus intereses y objetivos vitales, que acepta el deterioro de su imagen turística y que no cumple con sus compromisos internacionales, de proteger sitios reservados para la humanidad.

Guatemala curiosamente, nos tiene enmarcados en una denominada Mesa Técnica, que se reactiva cuando ya no queda de otra, de donde emanan las mismas resoluciones, cuales producen los mismos resultados… total cada año quedamos hasta el cuello de basura.

Las propuestas típicas más conocidas son: las bardas ecológicas y ahora anuncian, el proyecto de reforestación masiva de toda la cuenca; tanto chapines como catrachos, conocemos de sobra, que estas son medidas paliativas, más cosméticas que efectivas, que solo postergan la solución del problema.

Nuestras autoridades deben de una vez, actuar con seriedad y patriotismo, procediendo con las demandas en los organismos internacionales correspondientes, ya sabemos que bilateralmente nada se logrará.

Guatemala por su parte, sabe perfectamente, que solo hay una solución posible y perdurable: los vertederos de deshechos que afectan el río Motagua, deben ser clausurados y que deben establecer mecanismos que sostengan esta medida.

Esto debe ser una exigencia compulsoria de nuestra parte. Algo que no constituye ninguna injerencia soberana, puesto que somos los más afectados en este desastre.

Tanto Guatemala tiene el compromiso con su pueblo, de devolver la majestuosidad del Motagua; como Honduras de conservar la belleza e importancia de los ecosistemas costeros del Atlántico, en especial nuestro arrecife coralino.

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