Excelente imagen de “Leo” Villeda

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10 de octubre de 2021
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12:01 am
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Excelente imagen de “Leo” Villeda

Clave de SOL

Por: Segisfredo Infante

En medio de una morbosidad sociopática, aparentemente incontrolable, por destruir la imagen de Honduras y de las personas vivas, enfermas, indefensas o muertas, trataré de asolear, a mediodía en punto, la excelente imagen que recuerdo de Leonardo Villeda Bermúdez. Podrían decirme que estoy equivocado y que el hombre padecía de defectos y de otras dolencias. Cualquier hombre de carne, hueso y espíritu de cualquier parte del planeta, posee una faceta defectuosa; pero también puede ser virtuoso, trabajador, honesto y perfectible. Quien finja pureza absoluta simplemente es impostor; o un dogmático a ultranza; o un farsante de comedia barata de circo improvisado en las penúltimas horas de la tarde. Incluso los grandes personajes positivos de la “Historia Universal”, han padecido inocultables defectos. Pero entonces aquí lo importante es la nobleza de sus propósitos reales en favor de los pueblos y del prójimo. Respecto de los personajes cuyas egolatrías, perversidades y monstruosidades han viajado más allá de lo imaginable, por ahora no tengo nada que añadir. Al final, dentro de un par de cosmovisiones teológicas y filosóficas milenarias, solo Dios revelado es perfecto.

Vamos al grano. Es probable que nos hayamos encontrado cuando yo trabajaba en los “Cines Gemelos Maya”, pues Leonardo Villeda era amigo personal de los hijos de Geza Younger, dueño de aquellos cinematógrafos y otros más. Así que nuestra primera vinculación estuvo asociada a la pasión por el buen cine. Nos conocíamos “de lejos”; pero aún se retrasaba la llegada de nuestra amistad. De hecho conversé varias veces con su hermano mayor, Ramón Villeda Bermúdez, más conocido como “Raviber”. En los funerales de doña Rina Turcios de Oquelí, conversamos un par de horas con este hijo más conocido del expresidente Ramón Villeda Morales. Hasta aquel momento ignoraba que “Raviber” sintiera respeto intelectual hacia mi persona. También me habló de todas sus virtudes potenciales y concretas.

“Leo” Villeda era más modesto. La primera vez que conversamos en serio fue sobre la posibilidad de colocar una estatua de mármol de Eliseo Pérez Cadalso frente a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, sobre el bulevar Suyapa. “Este caballero no es para nada sectario”, me dije hacia mis adentros. Entonces ambos cruzamos los números telefónicos. A las pocas semanas me llamó para reunirnos y conversar sobre el asunto de la estatua y varios otros temas. De los liberales, previo a que lo hiciera “Leo” Villeda, solamente don Lisandro Quesada me había externado, en forma personal, los mejores conceptos sobre el erudito y desprendido nacionalista “don Eliseo”. A pesar de nuestras diferencias guardo muy buenos recuerdos de don “Chando” Quesada, tan respetuoso y tan elogioso conmigo, en diversos momentos.

Nuestra amistad con “Leo” Villeda creció a la velocidad del sonido. Nos llamábamos y nos reuníamos constantemente, tanto en el “FONAC” como en su oficina de publicidad allá por la colonia Palmira. Otras veces simplemente comíamos juntos, para disfrutar de la amistad, uno de los tesoros más preciados del mundo. Nunca detecté ninguna pose en la personalidad de “Leo”. Había elegancia, transparencia y humildad. Él conocía, igual que Edgardo Paz Barnica, mi admiración por el expresidente Juan Manuel Gálvez y por su padre, el doctor Ramón Villeda Morales. Y también por los militares reformistas de mediados de la década del setenta. Pero nunca hablábamos de eso.

En cierta ocasión, en un encuentro de amigos en la oficina del “FONAC”, se sugirió la posibilidad (o probabilidad) de una candidatura presidencial de Leonardo Villeda Bermúdez. Por la noche me llamó para que le ayudara a elaborar su primer pronunciamiento político. Le contesté dos cosas: Que recordara mi procedencia partidaria y que, al elaborar su borrador, lo leyéramos juntos. A los pocos días lo visitamos con Sofía (una de mis hijas) y le dije que tenía que afinar y profundizar su discurso, conforme a las supuestas aspiraciones de nuestro pueblo. Se quedó pensando y también me confió que deseaba reunirse con Luis Martín Alemán Castillo. Ignoro la razón o el motivo del abandono de su proyecto presidencial. Creo que comenzaron sus achaques cardíacos.

“Leo” Villeda se propuso que me integrara como gobernador ad honorem de la “Fundación Covelo”. Me invitó a impartir conferencias sobre la Independencia y sobre José Cecilio del Valle en el seno del “Club Rotario Tegucigalpa”. De las pocas personas que más me han respetado y me han querido en esta vida, “Leo” Villeda ocupa uno de los primerísimos lugares. Cuando le practicaron una cirugía, a corazón abierto, hace varios años, fui de los primeros en visitarlo en un hospital privado, acompañado de Elsa Marina Torres. Nunca dudé de la inocencia jurídica de Leonardo en una época en que el principio universal de “presunción de inocencia” se violenta todos los días. Su fallecimiento ha estremecido mis entrañas. ¡Nunca te olvidaré querido amigo “Leo”! ¡Nunca!

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