HASTA LOS DIENTES

MA
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12 de octubre de 2021
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12:30 am
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HASTA LOS DIENTES

¿CUÁL campaña de propuestas? Eso es quimérica esperanza en la era moderna cuando la sociedad líquida de ahora dispone de otros recursos para la guerra. Solo es de emplear lo que ya está montado y aplicarla a la nueva tarea. El ensamblaje ya cuenta con un ejército global de zombis mecanizados. Dispone de legiones enteras de adictos sincronizados. Se trata de una red que inició siendo una inocente herramienta para la fraternal socialización, pero rápido se transformó –como mutan estos virus asesinos resistentes a todo antídoto– en el asolador dispositivo que es hoy en día. Un artefacto usado para lanzar proyectiles aniquiladores. Que dejan chiquitos los estragos causados por las detonaciones atómicas. Ya que no solo consiguen pulverizar la materia inerte y los cuerpos de carne y huesos, sino que aparte de pervertir, trituran el alma y el espíritu de las personas vivas.

No lo decimos nosotros. Acaba de revelarlo en su testimonio en el Capitolio, una alta exejecutiva –que conoció a la perfección la urdimbre de esas endemoniadas operaciones– de una de esas firmas tecnológicas en Silicon Valley. Denunció que el gigante de las redes sociales en sus distintos portales, “alimenta la división, perjudica a los niños, debilita la democracia, invade la privacidad y necesita urgentemente ser regulado, como lo hicieron con las tabacaleras”. Según la intrépida “garganta profunda” –ella ya dio la cara– que tiene a los Goliat a la defensiva, este es el mensaje que recibían desde Europa: “Nos estáis haciendo tomar posturas que no nos gustan, que sabemos que son malas para la sociedad, pero si no lo hacemos, sabemos que no ganaremos en el mercado de las redes sociales”. “El odio y la polarización serían las monedas de ese mercado, donde sin ellas nadie es capaz de hacerse ver”. “Y los partidos políticos necesitan a la fuerza que se les vea”. (Fin de citas). Pues bien, no solo sucede en Europa. Igual ocurre en los Estados Unidos, especialmente en las últimas campañas políticas. En la reciente –el desborde de los portales tecnológicos, todo por privilegiar el usufructo en la explotación del mercado al bienestar de la sociedad– tuvo a Washington en turbación, el Capitolio sitiado y la democracia al borde del abismo. Y aquí en el patio doméstico –aparte de la cosecha propia– no hay mal ejemplo que no se imite. En vez de tomar cartas –lo que hace tiempos debieron hacer– bloqueando toda esta basura que pervierte a la comunidad hondureña, lo que han hecho es encaramarse para acomodarse al armatoste desfigurador de la sociedad.

Están armados hasta los dientes. Listos y apertrechados de municiones. Ya arrancó –no que antes no hubiese habido– la campaña sucia de los políticos. Esta vez han pulido la estrategia. A merced de los avances tecnológicos de la comunicación. Que no solo funcionan para rociar estiércol sacado de un inagotable muladar, sino para causar tal odio y división en la familia hondureña que, una vez salga cualquier gobierno que salga, no haya forma de gobernar. Ni de sacar del hoyo al país. Han salido, como por arte de magia, cualquier cantidad de portales falsos y de cuentas pañusas sin rostros visibles usadas para incidir en redes sociales. Muchas de ellas oficialistas –confirmando la inversión millonaria hecha en esa infraestructura– pero la oposición tampoco se queda atrás. Unos con menos presencia que otros. Nosotros, en lo personal –LA TRIBUNA con sus portales digitales sí discurre, transmite e interacciona en redes sociales– no tenemos ni Facebook, ni Twitter, ni somos “influencers” en Instagram, ni hacemos el ridículo en TikTok. Nos basta y sobra esta columna de opinión donde no hemos tenido ni la remota tentación de ocultar la cara. Pero no hay forma de evitar ser víctima de majaderías. Entre las chatarras de los chats –nos reenviaron las capturas– circulan dos estupideces que subieron el mismo día. Lo que denota nerviosismo de alguno de los bandos. (Ya salió Winston donde el Sisimite que –aunque no usa redes por falta de conectividad en la escarpada empinada– a saber cómo hace para enterarse de quienes medran en esos conductos subterráneos).

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