La educación, la sociedad de la información y el conocimiento

MA
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14 de octubre de 2021
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01:12 am
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La educación, la sociedad de la información y el conocimiento

El notario como ministro de fe pública tanto física como electrónicamente

Jorge Maradiaga

Es unívocamente admitido que estamos inmersos en el contexto de la revolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación TICs lo cual evidencia cambios significativos en todo el acontecer social, mismos que demandan una capacitación efectiva y funcional en tiempo y forma.

Entre las razones de fondo que refuerzan esta imagen de la educación, cabe destacar las siguientes: 1. La importancia creciente de la innovación y del conocimiento en las economías hace de la educación no solo una inversión con alta tasa de retorno, sino un campo que incide en el acceso a trabajos “inteligentes” y a redes de circulación del conocimiento a lo largo de toda la vida; 2. La educación sigue siendo considerada como el principal campo de reducción de desigualdades de cara al futuro y de superación de la reproducción intergeneracional de la pobreza, dados los círculos virtuosos entre mayor educación, movilidad socio ocupacional y mejores ingresos; 3. En un momento de crisis de proyectos de transformación social y de emergencia de la dimensión cultural del desarrollo, la educación debe contribuir a repensar críticamente la realidad, a idear nuevos proyectos colectivos, y a aprender a vivir en un mundo multicultural.

Además, la educación es un espacio privilegiado para construir ciudadanía en el marco de las democracias del siglo XXI, y de la urgencia por perfeccionar la institucionalidad política. Más aún, las nuevas formas de ciudadanía en una sociedad de la información requieren también fortalecer nuevas destrezas: capacidad de expresar demandas y opiniones en medios de comunicación para aprovechar la creciente flexibilidad de estos; aptitud para adquirir información estratégica que permita participar en los sistemas de redes; y competencia organizativa y de gestión para adaptarse a situaciones de creciente flexibilización en el trabajo y en la vida cotidiana.

Indiscutiblemente, existe consenso en torno a la necesidad de mejorar la calidad, equidad y la pertinencia de la educación, lo cual se nutre con reformas de los sistemas educativos, que indiscutiblemente ya han sido emprendidas por varios países desde hace varios años, existiendo coincidencia en cuanto a la necesidad de que el Estado proceda al monitoreo y evaluación periódica de logros en el aprendizaje de los educandos. Es preciso la reformulación de los mecanismos de financiamiento del sistema educacional, con mayor participación del sector privado. Es preciso además repensar en el rol y formación de docentes, pues es preciso introducir en las escuelas las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Indiscutiblemente, hoy necesitamos afrontar un doble desafío: 1. De una parte, es preciso superar los rezagos académicos en materia de deserción escolar, de bajos logros educativos y de segregación en dichos logros por estratos económicos y por cortes rural-urbanos, 2. Por otro lado, mejorar la calidad y la pertinencia del sistema educacional, con el fin de que este cumpla una función estratégica en el tránsito de las sociedades nacionales hacia un orden global, competitivo y altamente interconectado, centrado en el paradigma de la sociedad del conocimiento.

Es precedente señalar, que la educación enfrenta grandes problemas de logros y de equidad. En primer lugar, el “nivel” de logros educativos ha aumentado a un ritmo menor que en otras regiones en las décadas recientes, como resultado de deficiencias en la cobertura de la educación secundaria y debido a que un alto porcentaje de alumnos abandona el sistema escolar antes de completar dicho ciclo.

En segundo lugar, la “disparidad” en logros y aprendizajes es alta debido a que, si bien las nuevas generaciones alcanzan mayor nivel educacional que las precedentes, dentro de cada generación persisten brechas notorias en logros educativos según ingresos, clase social y localización territorial de los educandos. En síntesis, la educación padece un alto grado de estratificación, que reproduce, más que corrige, las desigualdades de ingresos.

En todo caso, destacamos, que, si bien se realizan esfuerzos para dotar a la infraestructura escolar de soportes informáticos para alumnos y profesores, el ritmo al que se difunden estos bienes, así como su uso, es insuficiente. Preexiste una importante brecha digital entre los niños y jóvenes habituados al manejo interactivo en redes y aquellos de ingresos bajos y medio-bajos no habituados a ese tipo de interacción, y cuyo acceso a los lenguajes informáticos es mucho más restringido.

Finalmente, los alumnos tienen un rendimiento muy inferior al de sus pares de los países industrializados o al del nivel considerado estándar en las pruebas de lectura, matemáticas y ciencias. Muchos niños no adquieren un dominio básico del idioma materno y de matemáticas. Es preciso que en nuestro país se concrete un accionar cualitativo en el campo de las tecnologías de la información, empezando por la dotación de Internet de banda ancha en todo el territorio nacional.

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