GOTAS DEL SABER (58)

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16 de octubre de 2021
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12:15 am
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GOTAS DEL SABER (58)

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Juan Ramón Martínez

I

Narciso Benites, con el grado de subteniente, había abandonado su patria Colombia para unirse a las tropas que combatían en contra de Manuel José Arce. El 6 de octubre de 1826, el Ministro de Estado, Justicia y Negocios Eclesiásticos del gobierno federal, ordenó al Estado de Honduras, que capturara al subteniente colombiano, a quien se reclamaba por el delito de deserción. Benites había nacido en Carolina, Antioquia. Benites había sido capturado y entregado al representante de Colombia. Este, bajo custodia lo envió al puerto de Conchagua para embarcarlo con rumbo a Colombia. Aquí, Benites se fugó. Y se presumía entonces que se encontraba en Honduras. Las relaciones del presidente federal y el Jefe de Estado de Honduras Dionisio de Herrera, no eran buenas, por lo que, es fácil imaginar que no lo buscaron y que más bien, lo protegieron. Cinco años después, siendo Jefe de Estado de Honduras José Antonio Márquez, el más joven de toda la historia nacional, nombró a Benites director de la primera escuela militar que hubo en Honduras. “En 1832, ya ayudante de campo de Morazán y con el grado de teniente coronel, peleó valerosamente en Jocoro y en San Salvador, contribuyendo de esa manera a propinar dos derrotas al general Vicente Villaseñor y al Jefe del Estado de El Salvador, José María Cornejo, que se había tornado enemigo del presidente de la República, Francisco Morazán. En 1832 Benites con otros jefes recuperó la plaza de San Salvador que habían ocupado insurrectos contra el jefe Mariano Prado y a continuación fue enviado por este hacia San Miguel para develar una insurrección y hacerse cargo del mando militar. Derrotado Mariano Prado se enfrentó al vicejefe Juan José María Silva, se vino para Honduras. En 1839 de nuevo con el General Morazán y ofrendó su vida en favor de la federación en el combate librado en 1839 en el campo del Espíritu Santo en el cual el General Morazán derrotaría totalmente, al siguiente día, los ejércitos coaligados de Honduras y Nicaragua” (Cáceres Lara, 1980, 337, 338). El Salvador lo ha honrado poniéndole el nombre de su ciudad natal, Carolina, a una población situada a la vera del rio Torola, frente a Magdalena, Honduras. En Honduras, no hay una calle siquiera que lleve su nombre. En Colombia tampoco. Se ignora si dejo descendientes en Honduras o en El Salvador. Es probable que sí; pero se ignoran sus nombres, por falta de estudios genealógicos al respecto.

II

El 14 de octubre de 1774, Comayagua fue estremecida por un fuerte terremoto. Se ignora la hora del mismo. Y tampoco el número de muertos. De repente no falleció nadie y solo fue el susto. Aparentemente el movimiento sísmico, no derrumbó casas ni edificios públicos, excepto la Caxa Real que sí sufrió severos daños en su estructura. Ahora, la Caxa Real ha sido reconstruida totalmente. El movimiento telúrico que aparentemente no fue muy fuerte, pero si produjo réplicas cada vez más suaves, provocó pánico entre la población. El gobernador Antonio Fernández y el obispo Francisco José de Palencia, “se mantuvieron activos dando fuerza a los débiles y a los asustadizos que, como era natural, afluían a las iglesias para ponerse en paz con Dios ante la posibilidad de un trágico final”. (Cáceres Lara, 340).

III

José Cecilio del Valle, fue además de abogado, economista, investigador, sociólogo, historiador, científico y filósofo, periodista. El viernes 16 de octubre de 1820, consciente que se iniciaba una época en que la discusión de las ideas, ocuparía papel central, Valle puso en circulación “El Amigo de la Patria”. Fue una respuesta a la actividad inquieta de Pedro Molina, que se verá implicado en el ahora conocido Plan Pacífico que orientaban los miembros de la familia Aycinena, que el 24 mes de julio de ese mismo año, había puesto en circulación el “Editor Constitucional”. Desde el principio, como lo han constatado los historiadores, los dos periódicos caminaron por las dos orillas del mismo río. En la misma dirección; pero con estilos diferentes. Mientras Molina, criticaba el modelo colonial, sin aportar alternativas y más bien buscaba la confrontación, Valle cuestionaba la vida colonial, hacía visibles las fallas del sistema económico, identificaba los problemas que creaba la falta de libertad económica y hacía propuestas para facilitar el desarrollo de la patria en la que vivía y la que se avizoraba, una vez lograda la independencia. Como es natural, los lectores de uno y otro periódico, formaron grupos de adeptos, no partidos, porque eso no ocurrió, que diferían en las formas cómo hacer las cosas y los tiempos en que debía realizarse. Valle era la moderación, mientras que los lectores del “Editor Constitucional”, eran la pasión, la urgencia y la emotividad. 200 años después, podemos decir que Valle tenía razón. Al margen de los criterios de Molina, no cabe duda que los resultados, le dan la razón a Valle: necesitábamos, para tener éxito en la creación de una nueva nación, personas ilustradas, con suficientes conocimientos, para que el gobierno facilitara no solo las libertades políticas, sino que, además, liberara las fuerzas económicas que todavía, ahora siguen atrapadas y sin capacidad para crear riqueza y empleo en las cinco parcelas que dieron vida a las Provincias Unidas de Centroamérica.

IV

El 24 de octubre de 1856, el obispo de Comayagua, Hipólito Casiano Flores, le escribió al Presidente de la República, Santos Guardiola, la carta que dice lo siguiente: “En el día de esta fecha se nos ha presentado personalmente el presbítero Manuel Subirana, solicitando le admitimos en nuestro clero, sin desear otro destino que misionar en las tribus salvajes de nuestras costas, cuya ha sido su ocupación. Hemos visto sus letras credenciales que tenemos la honra de acompañar a V.E. con calidad de devolución, y encontrándolas de conformidad con lo prevenido con leyes canónicas no perdemos momento en dirigirnos a V.E. con el objeto de recabar el correspondiente allanamiento, si es que el Supremo Gobierno tuviera a bien acordarlo, en cuyo caso, le mandaremos extender nuestras licencias. En verdad que no viene acreditada la firma del venerable prelado cubano ni la filiación de este sacerdote en el pasaporte, que también adjuntamos a V.E.; para lo reconvenido acerca de esto, nos asegura en cuanto al primero fue una pura inadvertencia, y que no tiene dificultad para dar sólidos testimonios con la respetable autoridad de los RR.PP. Jesuitas residentes en Guatemala, si necesario fuese; y en cuanto a lo segundo que por respeto al sacerdocio, omiten de ordinario tal ritualidad, tales descargos, su edad, trato… y el traer consigo cuanto concierne a un eclesiástico que emprende tareas apostólicas, no nos permiten dudar que él sea legítimo eclesiástico que emprende tareas apostólicas, que se nos ha presentado y nos vemos en el caso de respetarlo, siendo una de las recíprocas obligaciones, entre todos los prelados católicos, siempre que a juicio del Supremo Gobierno no se siga inconveniente. No omitimos manifestar al Supremo Gobierno de que el sacerdote que hablamos desea ansioso penetrar hasta La Mosquitia, prometiendo el sacar de allí más abundantes frutos, poseyendo el idioma inglés, que ha estudiado bastante en aquella parte litoral, está dispuesto a arrostrar cualquier peligro. Me parece que es terminante la cuestión pendiente en el gobierno de San James…. (ilegible) y reconocidos nuestros límites territoriales sería a tomar a importancia la permanencia de este ministro en el punto que tanto se desea. Esperamos que V.E. con la oportunidad posible se digne comunicarnos su resolución y aceptar votos de nuestra consideración. Dios guarde a V.E. más años. Comayagua, octubre 24 de 1826, Hipólito Casiano Flores” (Honduras Rotaria, Julio agosto de 1952). La costa norte, especialmente La Mosquitia era controlada por los ingleses; pero reclamada por Honduras. Poco tiempo después, Honduras firmaría un tratado para que las Islas de la Bahía y La Mosquitia serían devueltas a Honduras. Guardiola será asesinado en 1860 e Hipólito Casiano Flores abatido por el cólera un tiempo antes y cuya muerte, algunos miembros de la Iglesia, pretendieron atribuir a la responsabilidad de Guardiola.

V

En 1856, Honduras sospechaba de los extranjeros, especialmente norteamericanos. Hay que recordar que está presente en el escenario político William Walker. “Había rumores por todo Honduras que William Walker había enviado a 25 espías norteamericanos a entrar a Honduras vía el puerto de Trujillo bajo el pretexto que habían venido al país a buscar oro. Al fin se supo que los rumores eran falsos” (John Moran, Potencias en Conflicto, 2010, 143). En mayo 17 de 1856, el gobernador político y militar del departamento de Gracias, coronel José María Medina, le transcribe a José María Rojas, Ministro de Hacienda y Guerra de Honduras una nota que el general Vicente Cerna le ha dirigido al corregidor del departamento de Chiquimula, en la que se lee “han llegado veinte yankis armados y organizados en especie de cuerpo, solamente una noche pernoctaron en aquel establecimiento; al día siguiente se han embarcado en dirección a Trujillo en busca de oro. En el mismo Belice se dice que un buque de guerra norteamericano anda en persecución de los citados yankis, pero también puede juzgarse que vengan en pos de ellos para protegerlos. Sea de esto lo que fuere, es indudable que tales hombres en la manera en que se presentan, no pueden reputarse como gente de buena calidad. U.S. dará la importancia que merece esta noticia y la aprovechará para dictar las medidas que crea conveniente. Vicente Cerna. (J. Morán, obra citada, 153). de Honduras.

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