Mi despedida a los hermanos López Azmitia

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16 de octubre de 2021
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01:26 am
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Mi despedida a los hermanos López Azmitia

Jubal Valerio Hernández

LUIS ALONSO Y MARCO ANTONIO LÓPEZ AZMITIA nacidos en la ciudad de Antigua, Guatemala, de padre hondureño: el profesor Marco Antonio López y madre guatemalteca: Doña Carmen Azmitia de López, vinieron a Tegucigalpa, en 1958, para realizar estudios en la Facultad de Derecho, de la naciente Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Me tocó ser su compañero durante el sexenio que duraba el estudio de nuestra amada carrera. También nos hicimos muy amigos. Eran la novedad en el curso más numeroso de nuestra facultad y de la Universidad. Dos muchachos bien parecidos, de trato afable y cordial, inteligentes, buenos alumnos y sumamente ocurrentes, no podían dejar de llamar la atención de la heterogénea comunidad que formaba el Primer Curso de Derecho, en el que había alumnos de cincuenta años para abajo, algunos de ellos, con otras profesiones.

Como vivíamos en Comayagüela, a unas pocas cuadras de distancia, en la Calle Real, nos frecuentábamos mucho, con recíprocas visitas a nuestras casas de habitación. Estudiábamos juntos, jugábamos ping pong, escuchábamos música clásica, intercambiábamos libros y los comentábamos., íbamos al cine y participábamos en cuanta actividad cultural se hacía en Tegucigalpa y Comayagüela.

En 1959, decidimos hacer actividad de promoción cultural, para lo cual nos integramos en un grupo denominado Círculo Cultural RAMÓN ROSA, constituido por estudiantes de diversas carreras universitarias. Nuestra prueba de fuego, fue organizar un recital del pianista mexicano JULIO ANTONIO COSS, que había venido a Tegucigalpa por una corta temporada. El evento se realizó en el Teatro Manuel Bonilla, con una importante asistencia de público, mayor de la que usualmente asistía a los conciertos en Tegucigalpa.

Entusiasmados por el éxito de nuestra primera actividad, continuamos organizando otros actos culturales, tales como exposiciones de pintura, recitales de poesía, conferencias, etc., con invitados nacionales y extranjeros.

Como éramos simpatizantes de la Revolución Cubana, aun antes del triunfo de la misma, comenzamos a desarrollar una mayor conciencia política y social, lo cual determinó que luego del golpe de Estado de las Fuerzas Armadas, que depuso el gobierno constitucional del Dr. Villeda Morales, los “chapines”, como familiarmente los llamábamos, tuvieron que irse al exilio. Yo no pude acompañarlos, porque me encontraba recluido en un hospital, gravemente enfermo y en espera de una intervención quirúrgica. Cómo me tocó vivirla, es otra historia. Bajo vigilancia y amenazas del régimen militar, como fue de todos conocido.

Nuestra amistad continúa, Marco Antonio regresó a Tegucigalpa, luego de permanecer varios años en Nicaragua. Luis Alonso se radicó en Managua, donde se graduó de abogado y ejerció exitosamente la profesión. En 1984, hicimos con Marco un viaje a Managua y nos hospedamos en la casa de Luis y su esposa Marthita, que nos hicieron objeto de finas atenciones, que se extendieron a su grupo de amistades, para una temporada inolvidable.

Hoy, cumplo con la penosa obligación de decir adiós a Luis Alonso y Marco Antonio, que se han adelantado en el viaje eterno. Ambos fallecieron en Managua, en el mes de septiembre recién pasado, con solo algunas semanas de diferencia, víctimas de diversas dolencias de salud. Luis enviudó. A Marco Antonio, lo cuidó su amorosa esposa Judy, hasta el último día de su vida. A toda esa querida familia, le envió mi más sentida condolencia. Con un abrazo solidario.

Tegucigalpa, M.D.C., 15 de octubre de 2021

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