El Doble Diez

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20 de octubre de 2021
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12:42 am
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El Doble Diez

Cnel. (R) FAH
Francisco Zepeda Andino

El 10 de octubre, la República de China (Taiwán), celebra cada año su Día Nacional, popularmente conocido como “Doble Diez”. Escribir sobre la historia de esa región del mundo, nos llevaría muchas páginas por lo milenario de la misma. En forma sucinta, el 10 de octubre de 1911 ocurre el levantamiento de Wuchang que logra rescatar a China del dominio de la dinastía manchú, consolidándose en 1912. Surge como figura central el Dr. Sun Yat-sen, quien con sus principios filosóficos de nacionalismo, democracia y bienestar social, sienta las bases de lo que ahora admiramos como Taiwán.

Una isla con extensión territorial de unos 36,000 kilómetros cuadrados y 23 millones de habitantes, pujante economía y régimen democrático, ha sido y sigue siendo nuestra amiga y aliada.
En 1967, durante la misión encomendada a la Fuerza Aérea Hondureña de llevar ayuda humanitaria a la República de Vietnam del Sur, después de haber cumplido con lo ordenado, por invitación del gobierno taiwanés, se hizo una visita de cortesía y orientación a la “Isla Hermosa”, como la llamaron los marineros portugueses en 1542, y así conocimos Taipéi por primera vez. La ciudad capital era una urbe surgida de planicie agrícola, dominada al noreste por el macizo montañoso de Yang Ming Shan, hermoso sitio para recreo de los habitantes capitalinos.

Aterrizamos en el Aeropuerto Song-Shan, ubicado al norte de Taipéi ya que el conocido Aeropuerto Internacional Chang Kai-shek fue construido en 1979 y rebautizado años después como Aeropuerto Internacional de Taoyuan. Se nos hospedó en el nuevo Hotel Mandarín, de excelente calidad y uno de los primeros modernos hoteles de la capital. Durante la visita con duración de una semana, conocimos muchas de las capacidades de las Fuerzas Armadas de Taiwán y personalmente me llamó la atención la sobriedad de los edificios gubernamentales y el color rojo de numerosos taxis circulando. En esa época, Taiwán todavía no había dado el enorme paso al nivel de prosperidad que hoy goza y los automóviles privados no eran muy comunes, como sí lo eran las bicicletas y en menor grado las motocicletas. Debido a la amenaza constante de parte de la República Popular China, imperaba la Ley Marcial en los territorios y eso tenía efecto colateral en los incidentes de seguridad ciudadana que eran mínimos.

Al momento de abandonar Taiwán, lejos estaba de imaginar mi posterior relación con la isla. Fue a principios de 1981 cuando fui asignado junto a dos oficiales para viajar a Taiwán y asistir por 6 semanas al Curso Superior de Guerra Política en el prestigiado Colegio Fu Hsing Kang, ubicado en el sector de Peitou. Fue evidente en esta segunda visita, el progreso y modernidad desarrollándose en Taipéi. Habiendo alcanzado mejores ingresos y nivel de vida, los miles y miles de bicicletas estaban siendo sustituidos por motocicletas y motonetas. También se podía notar la circulación de automóviles particulares de diferentes marcas y un relajamiento de las medidas de Ley Marcial.

Durante el curso y como parte del mismo, pudimos viajar extensamente a lo largo y ancho en la Isla y particular interés tuvo el viaje a la Isla de Quemoy (Kinmen,), que se encuentra a tan solo 2 kilómetros de China continental y por lo tanto, críticamente vulnerable a un ataque e intento de ocupación. Para no ser detectados por los radares chinos, nuestro avión voló a escasos metros sobre el mar. La mayoría de construcciones civiles y militares estaban bajo tierra debido a los incesantes disparos de artillería lanzados desde áreas adyacentes en China continental.

En abril, 1986, el Canciller Carlos López Contreras, me propuso hacerme cargo de la Representación Diplomática en Taiwán y habiendo sopesado la situación, acepté. Es así como mi tercera llegada a Taipéi ya no fue como tripulante de un avión FAH, estudiante de un curso sino en carácter de embajador hondureño ante el gobierno del presidente Chang Ching-kuo, ante quien presenté las credenciales de rigor e hijo del generalísimo Chang Kai-shek, en esos años ya era evidente el enorme desarrollo económico y social de Taiwán. Edificios modernos, hoteles de muy alta categoría, y todo tipo de actividades ligadas al mundo occidental. Los miles y miles de motocicletas estaban siendo sustituidos por vehículos privados.

El “Milagro de Taiwán” no es más que un ejercicio de gobiernos austeros, honrados, con visión de largo plazo y basados en los “Tres Principios del Pueblo”: nacionalismo, democracia y bienestar social. Seguiremos augurando para la República de China los mejores niveles de superación, paz y sobre todo, un pueblo libre.

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