La democracia del futuro: e democracia

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21 de octubre de 2021
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12:02 am
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La democracia del futuro: e democracia

Por: Jorge Roberto Maradiaga
Doctor en Derecho Mercantil, catedrático universitario y especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial

Cuando nos ponemos a pensar en una definición de democracia, una de las primeras imágenes que se nos vienen a la mente, se remonta a miles de años atrás en la historia del mundo y nos imaginamos el Ágora griega; luego, con una mirada más realista nos damos cuenta que esa representación solo constituye un ideal que fue posible en sociedades pequeñas, siendo lo común a todas las imágenes: la posibilidad de participar ampliamente, de poder tomar decisiones consensuadas, de representar y ser representado, etc., características que han sido recogidas en la democracia moderna.

Es importante y procedente destacar, que contrastando con lo manifestado precedentemente, con el cambio de paradigmas producido por la sociedad de la información y con las recientes prácticas de muchos estados para el impulso de políticas de gobierno electrónico más ciudadano-centristas, si así lo podemos llamar, podríamos afirmar que la democracia al estilo griego es posible desde un ordenador y el Ágora está soportado en las bases del uso del Internet y del cambio tecnológico, no obstante la existencia de la denominada brecha digital. Entonces, con miras a hacer realidad el ideal, cabe preguntarnos ¿la democracia del futuro será la democracia electrónica? Y si así es ¿esta logrará reducir la brecha digital?

Abordamos la temática, porque en el fondo estamos a las puertas de la materialización de las elecciones generales (28 de noviembre) y los aspirantes a cargos de elección empezando por el nivel presidencial, debería están hablando de la implantación de la democracia electrónica y por supuesto del tan esperado y deseado gobierno electrónico, pues es un imperativo su implantación en nuestro país, con miras a garantizar la transparencia y efectividad del accionar de todos los empleados y funcionarios públicos a los distintos niveles, eliminando la tan nefasta corrupción que tanto daño y perjuicio ha causado en el país.

Es precisa la adopción de medidas que garanticen la efectividad y funcionalidad de la democracia, pues el futuro de la democracia debe entenderse como un conjunto de reglas (primarias o fundamentales) que establezcan categóricamente quién está autorizado para tomar decisiones colectivas y bajo qué procedimientos. Ya no podemos permitir que continúen materializándose los saqueos a nivel de todas las entidades de la administración pública.

Insistimos, es una necesidad impostergable el uso efectivo de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, las que deben estar al servicio de la gente en espacios de participación, decisión y obviamente de prácticas de transparencia y efectividad. Será preciso en todo caso la eliminación de la brecha digital, con miras a que el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación TICs estén al servicio del pueblo en general en espacios de participación, decisión y prácticas de transparencia, por ser una necesidad impostergable en nuestro país.

Es indiscutible que la tecnología facilita la participación y colabora a la educación política de los ciudadanos. La democracia tradicional, en términos de participación directa, ha fracasado por cuatro razones: el tiempo, el tamaño, la información y el acceso; factores que derivan además de la ignorancia política de los ciudadanos de a pie y de las desigualdades en la distribución de los recursos que afectan la capacidad de la gente para integrarse.

No cabe la menor duda que lo que estamos planteando genera opiniones en contra, pues algunos señalan que: 1. Las dificultades teóricas que implica la idea de democracia no pueden resolverse a través de la tecnología; 2. Que el acceso a la información y la tecnología no siempre tienen como consecuencia directa una mejora a la calidad de la democracia; 3. Que se trata de una versión degradada y empobrecida de la democracia ideal; bien porque induce al ciudadano a perder el contacto con el mundo y actuar desde la comunidad de su casa, y porque en el peor de los casos se pierde el sentido de responsabilidad social y de participación comunitaria, acabando con el elemento clave de la democracia: la deliberación; 4. La democracia puede estar al servicio de los intereses del poder, despolitizando la política y transformando al ciudadano en consumidor; 5. Afirma ese tipo de democracia excluye a un gran porcentaje de la población, pues establece una nueva categoría de ciudadanos , los “conectados”, dejando fuera a quienes no tienen acceso a la red.

Lo anterior es superable. Por ello uno de los pilares para impulsar prácticas de democracia electrónica comienza por reducir la brecha digital presente en nuestro país en los analfabetos electrónicos, aquellos que desconocen del uso de ordenador, y las personas excluidas por recursos económicos. Para ello resulta necesario una fuerte labor en educación digital del Estado a los ciudadanos además de generar confianza en los procesos. En esencia el impulso del desarrollo tecnológico es un imperativo categórico.

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