JUAN BOBO

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23 de octubre de 2021
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12:32 am
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JUAN BOBO

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

POR: LUIS ZAVALA

Conversando con un pariente político, me dice que hasta la edad de 43 años creyó que era JUAN BOBO.

Su padre fue el autor de ese apodo o bullyin. El tal Juan Bobo en la leyenda común, era una persona con cierto retraso mental y costaba hacerlo entender algo. Lo mandaban a comprar y a parte que se tardaba más de la cuenta, traía lo que no se le dijo.

Debo informarles que la persona de la que escribo, es muy inteligente, noble persona, visionario con ideas claras de lo que quiere y enfocado en sus propósitos. Está convencido que, si uno logra controlar su mente y piensa en positivo, su vida mejorará. Si hoy lo viera su padre diría que ese no es su hijo. Me parece que tendría razón, ese no es su hijo. El que formó, luchó mucho consigo mismo para zafarse de la tara mental a que lo sometió.

En cierto modo se creía tonto o bobo frente a su padre. Cada vez que lo llamaba, se ponía nervioso pensando en las consecuencias de no cumplir las expectativas de su progenitor. No se trataba solo del apodo JUAN BOBO, se trababa de la tortura física que hacen los padres con sus hijos, maltratándolos con fajas, varas, escobas, bandas de carro o cualquier objeto que le sirva para descargar la colera en la humanidad de una criatura que no pidió venir a este mundo. Aparte de lo físico, lo psicológico: sos un inútil, no servís, sos JUAN BOBO. Eso y muchas groserías más.

Cuando se es niño, ni se da cuenta del daño que está recibiendo. Cuando crece y tiene que resolver problemas por su cuenta, se llena de miedo, vive la incertidumbre, no está seguro de nada. Muchas veces quiso plantear una idea en un grupo y no lo hizo pensando que iba a quedar mal. Luego resulta que su idea que no dijo era la solución del problema. De allí queda diciéndose: lo hubiera dicho.

¿Qué puede convertir a un niño en JUAN BOBO?: en primer lugar, porque los padres no conocen bien a sus hijos. No los entienden y no los aceptan como son. En segundo lugar, no están preparados para educar su familia. No es culpa de los padres, aunque ahora son responsables de los resultados. Ellos también han sufrido las consecuencias de una educación violenta y destructiva. De amor no saben mucho. Saben de querer, de pasión y de enamorarse perdidamente de una mujer o de un hombre, pero de amar no. José José, lo dice en su canción que amar y querer no es lo mismo El que ama pretende servir.

El que ama su vida la da
Y el que quiere pretende vivir
Y nunca sufrir, y nunca sufrir
El que ama no puede pensar
Todo lo da, todo lo da
El que quiere pretende olvidar
Y nunca llorar y nunca llorar

En el amor de Dios, se habla de respeto, confianza, estimación, comprensión, paciencia, tolerancia, solidaridad, colaboración y ayuda mutua… se da todo sin esperar recompensas. De hecho, las recompensas vendrán sin que se pidan.

Si uno logra llegar a practicar este amor divino, no digo que los problemas se acaban, pero todo cambia para bien.

Cuando un padre o jefe o superior pide que se haga algo y no es suficiente explicito, no dice con claridad qué es lo que quiere, es probable que no tenga lo que espera. Si usted envía un niño a la pulpería a que le compre pan y no le dice que clase de pan quiere, cualquier pan que traiga debería estar bien porque no especificó. Claro el señor espera semitas y yo pregunto: ¿de cuáles? Semitas de casa, semitas de panadería, semitas de esta panadería o de la otra, ¿de cuáles? Cuando no se dice con claridad lo que quiere, se expone a no tener los resultados esperados. Eso sí, le garantiza al hijo un castigo severo porque él debe saber qué es lo que quiere su padre o su jefe, aunque no se lo diga.

Es fácil construir un JUAN BOBO, lo difícil y muy necesario es construir un hijo que tenga seguridad de sí mismo, que se tenga confianza, que sueñe en construir un mundo a su medida y que crea que lo pueda lograr y además que lo intente de verdad…

La Ceiba, 29 de septiembre del 2021

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