La ciudad, sus antiguos lugares, personajes folclóricos

ZV
/
23 de octubre de 2021
/
12:48 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La ciudad, sus antiguos lugares, personajes folclóricos

Aquel “Oasis”. Ubicado en el antiguo mercado Los Dolores.

¡HOLA, HOLA! Otro fin de semana. Ante tanto “barullo” por todos lados. Ofensas, ataques entre políticos sin propuestas claras, escándalos de exfuncionarios edilicios metidos en el narcotráfico, sangre a toda hora, es bueno darle una oleada refrescante al espíritu.

Lectura para el relax. Por ello, gran cantidad de nuestros amables y finos lectores complementan estas líneas con sus valiosas opiniones y colaboraciones.

LUGARES

Las nuevas generaciones van y vienen. Pasan por estos lugares de la ciudad ya desapercibidos. Pero aquí les contamos que guardan su propia historia. Muchos recuerdan haber estado adentro de esas frías paredes hoy vistas por fuera. Ya no están ahí aquellos negocios que fueron famosos un ayer. Pero los servicios que prestaron quedaron en sus memorias.

Ya se fueron aquellas reparadoras “sopas de hombre” de un lugarcito llamado “El Oasis” en donde también eran famosos los espaguetis con queso y tacos de pollo. Cerraban hasta altas horas de la madrugada.

Situado en una aparte de lo que hoy es el nuevo mercado Los Dolores, era el favorito de los amigos locutores, camarógrafos y meseros que después del cierre de audición y terminadas los eventos en los hoteles, llegaban aquí. Unos a desayunar y otros a “echarse sus farolazos”.

Ya se fueron también los sabrosos tacos de pollo del bar y restaurante Candú, frente al antiguo Palacio de los Ministerios (hoy MIN). También Los tamalitos pisques, tamales de cerdo que vendían unas aseadas señoras con nítido delantal blanco en la plaza del antiguo mercado Los Dolores.

En otro tipo de negocio. Fue famosa en los 70s y 80s por sus servicios, la farmacia Modelo. Tenía su doctor especializado en atender las recetas de la población. Funcionó enfrente del edificio que hoy ocupa Larach y Cía. en avenida Cervantes.

Candú. Lo que hoy es MIN, aquí funcionó este bar y restaurante famoso en los setentas.

SEGUIMOS

En el propio centro de la capital también funcionó un restaurante chino que fue de los preferidos. “La pagoda de oro”. Aparte del sabroso shap suey y el sake (licor asiático) que vendía, la novedad era que por cada cerveza que le daban al parroquiano, de “boca” le ponían 3, 4 huevos de tortuga que hoy el coctel de dos, le ronda los 100 desplumados.

Muchos añoran encontrar los sándwiches de basura con gallina india que elaboraba la madre de Fernando “aguacate”. QEPD. Y mucho antes, encontrar aquella señora de delantal blanco que se apostaba a un lado del antiguo cine Variedades.

Figuró otro famoso a quien apodaban “carioca”. Un bonachón regordete que vendía sus pastelitos de perro en el estadio Nacional. Desde la planta baja, los tiraba atinadamente (con exacta puntería) a sus clientes- fanáticos al fútbol – que se apostaban en las graderías. Hasta los que se situaban en lo más alto.

Y seguía repartiendo. A su regreso de la ronda, sabía exactamente a quien le había dado y cuanto le debía cada uno. Era todo un espectáculo. Por si se acuerdan…

“La Pagoda de Oro”. Aquí estuvo. Famosa por su abundante “boca”. ¿La recuerdas?

NUESTRA GENTE PARTICIPA

Si hablamos de personajes folklóricos de antaño, nuestros lectores nos recuerdan a Berseli. Dicen, era un extranjero que vendía pan en una lata. Con gran agilidad se la ponía en la cabeza y recorría las calles de Tegucigalpa, especialmente en el mercado Los Dolores. El más apetecido era el que tenía sabor a ciruela pasa.

Cuentan que se trataba de un alemán de gran porte y que no hablaba español. Era muy callado. Se levantaba de madrugada para prepararlos y religiosamente a las 11 de la mañana estaba vendiéndolos.

Otro mensaje de los tantos recibidos. “Hace muchos años que me pregunto ¿Qué se hizo ese alemán que se llevaba en esa esquina de la antigua Rivera y compañía? (hoy un almacén al terminar la cuesta de La Fuente).

Recuerdo que de niño en los 60`s lo miraba sucio, con la ropa rota y pidiendo en la calle. Al pasar los años y ya de adolescente lo vi de traje limpio, fumando con cierto aire de orgullo y bien vestido.

Mi papá –continúa- me dijo que era un judío alemán que había escapado en barco del exterminio nazi de la guerra. Había llegado a Honduras y que sus paisanos finalmente le ayudaron. Esto fue a finales de los setentas y después ya no lo volví a ver”.

Farmacia Modelo. En avenida Cervantes. De gran clientela por su servicio en aquella época.

MÁS

Otro, allende fronteras, que se autodenomina solo como “historia”, le responde:

“El señor alemán y de alta estatura que deambulaba entre calle La Fuente y el Jardín de Italia fue piloto de la Fuerza Aérea alemana. Se alteraba cuando escuchaba pasar un avión. Se llamaba Dietrich.

La comunidad alemana de la capital lo ayudó. Finalmente, allá por 1966, la embajada de Alemania lo envió de regreso a su país a un asilo. Siempre pedía cigarros y pistachos, vestía de saco, no usaba calcetines y medía como un 1 metro y 90”.

Un apreciado lector desde Los Ángeles, California (USA), dice llamarse “flor sin retoño” aporta: “Extraordinario. Los felicito. Permítame decirle que, con estos condimentos de la vida social de aquellos años idos, usted nos lanza al mundo del recuerdo para traer al presente esos personajes fuera de serie como lo fue “Chito Paletón”.

Era un popular afeminado que rondaba los alrededores de los mercados San Isidro y San Miguel en Comayagüela con sus sexys contoneos. Agiles movimiento de caderas. Lleno de coquetería para hombres y mujeres a quienes saludaba.

Solía llevar en la oreja una fresca rosa roja. Era amante del trago de aguardiente y desde luego, ya incendiado, producía un completo ” show ” para la muchedumbre que se burlaba de su desviación sexual afeminada. Eran esas cosas de un ayer cuando el machismo estaba bien sembrado entre los caballeros.

Antigua Plaza Los Dolores. Ha tenido varias transformaciones. Centro de venta de aquellos personajes folclóricos de la capital.

y…

Otro fiel lector escribe: “A finales de los 50s y 60s, en los alrededores del mercado Los Dolores y centro de Tegucigalpa, trabajaba a diario un señor que vendía especias en su canastita, entre otras cosas.

Usaba los pantalones arriba de los tobillos y se contoneaba mucho al caminar. Su apodo era “Pituca”, otros la llamaban “Maruca”. Era de baja estatura y regordete, usaba el cabello largo y atado en una cola.

Anunciaba prendas íntimas de mujer y a viva voz decía: “¡van los tapa c…!”. Pero era tranquilo, nunca ofendió a las pacotillas de mozalbetes que lo molestaban.

También recuerdo –continúa contándonos el lector que nos escribe- a “Anita Panqueque”,” Roma”, “Ceteco” (porque se parecía al bebé de las latas de leche de aquel ayer), “Camaradita”, “Chica “(dama respetuosa, pero con carácter que vivía en la parte alta de La Fuente). Todos formaron parte de la historia citadina de entonces.

Algo que en común se preguntan: ¿Qué se hicieron? Desaparecieron. Solo quedaron los recuerdos que te hemos traído hoy. Como un relax.

Por hoy hasta aquí, hemos dejado otra HUELLA imborrable en el pedregoso camino de un ya largo trajinar.

QUE DIOS NOS CUIDE A TODOS.

LA CIUDAD
La ciudad es definida por Habermas (1998) “como el espacio público donde el poder se hace visible, donde la sociedad se fotografía, donde el simbolismo colectivo se materializa. La ciudad es un escenario, un espacio público que cuanto más abierto esté a todos, más expresará la democratización política y social”.

Según Borja y Muxí (2000) “La ciudad son todas aquellas personas que hacen uso del espacio y por ende, son ellas las que aportan rasgos y simbolismos a su escenario, por lo que la ciudad se convierte en el lugar donde las personas recrean sus vivencias y comparten ciertos elementos que permiten la conformación de una cultura propia”.

Más de Huellas...
Lo Más Visto