¿POR QUÉ SOMOS TAN INGRATOS Y MEZQUINOS?

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23 de octubre de 2021
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12:36 am
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¿POR QUÉ SOMOS TAN INGRATOS Y MEZQUINOS?

Jorge Bueso Arias.

Por: Carlos Martínez

Con Juan Ramón Martínez hemos platicado por qué en Honduras se hace poco aprecio de la gente que, en un pasado, lejano y cercano, ha edificado lo que hoy tenemos. A mi modo de ver, le digo, eso se debe, en su mayor parte, a la mutua destrucción a que durante fines del Siglo XIX y principios del XX, se sometieron los Partidos Nacional y Liberal, destrucción y en la que se llevaron envueltos al País y a su población y a su riqueza.

Se han preguntado ¿por qué la gran mayoría de los parques, plazas y principales calles y avenidas de pueblos y ciudades se llaman Morazán, Valle o Lempira?, porque en esos nombres no hay problema en ponerse de acuerdo, pero no hay ninguno o muy pocos que lleven el nombre de un profesor que se moría de hambre con el sueldo que no le pagaba la municipalidad del pueblo y que aún así, enseñó a leer y escribir a todos en el pueblo; o, de un médico de esos que con un maletín en la mano, salían a la hora que fuera, a ver un enfermo, cobrando un par de pesos o de fiado.

Ah, es que este era del otro Partido.

Estas reflexiones me vienen a la mente viendo lo periódicos de hoy, 1-10-21, en que se hace gran alharaca del café por quienes no les costó nada lo que hoy gozan pero no encuentro ninguna referencia, por ejemplo, a quien en los periódicos de los años 1960-63, libró férrea batalla en contra de su gran amigo y me consta que lo eran, don Jorge Bueso Arias, ministro de Hacienda de Villeda Morales, batalla que tenía dos frentes; una, por la derogación de un Gravamen de dos lempiras, un dólar, (plata en ese tiempo y que ya en varios quintales de café, sumaba, se sentía), a cada quintal de café que se exportara, impuesto mediante un Acuerdo emitido por Hacienda. El otro frente era que el café debía manejarse por un Ente propio de los productores y no por el Banco de Fomento, como se hacía. Me refiero a don Armando Castejón, natural de Copán Ruinas y cuyo nombre debería llevar el edificio de AHPROCAFÉ, en Tegucigalpa.

Fernando Montes.

Tampoco encontré ninguna referencia a Juan Ramón Molina, jefe de la oficina del Café del Banco de Fomento, quien, en 1966, por carro o avioneta, visitó las principales comunidades productoras de café para invitar a los productores a una reunión en Tegucigalpa, en el mes de junio, de la cual nació AHPROCAFÉ.

Asimismo, no vi el nombre de Fernando Montes, el principal responsable de la actual producción de café de la que se enorgullecen los actuales dirigentes. Honduras, en tiempos en que Fernando Montes impulsó la producción, no producía ni el café suficiente para llenar la cuota de exportación que le señalaba la OIC.

Algún día voy a contar las maromas que se hacían. Las conocí de primera mano, yo era el secretario de la Junta Directiva del IHCAFÉ. Ninguna alusión vi a Paco Pineda, competente agrónomo, primero de la oficina del Café de BANAFON y después del IHCAFÉ, gran impulsor del aumento de la producción de café, de la que hoy se presume.

Tampoco vi el nombre de ningún fundador de AHPROCAFÉ: El Dr. Alberto Smith. don Mariano Mercadal, don Valentín Cáceres, Salomón López, Roberto Fuentes, Cantalicio Paz, Lucas Aguilera, y decenas más que, después de más de 50 años, ya no me acuerdo.

¿Por qué en Honduras no honramos a nuestros antepasados, que tanto hicieron por lo que hoy tenemos?

 

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