COMO LA PÓLVORA

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25 de octubre de 2021
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12:44 am
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COMO LA PÓLVORA

ANUNCIA la AP. A partir de hoy lunes, los “Facebook Papers”. La divulgación representa una colaboración única entre 17 organizaciones de noticias estadounidenses, incluida “The Associated Press”. “Periodistas de una variedad de oficinas de redacción, grandes y pequeñas, trabajaron juntos para obtener acceso a miles de páginas de documentos internos de la empresa obtenidos por Frances Haugen, la exgerente de producto de Facebook convertida en denunciante”. El Washington Post en adelanto a las publicaciones salió con un extenso artículo: “Cómo Facebook descuidó al resto del mundo, alimentando el discurso de odio y la violencia en INDIA”. El artículo detalla cómo el portal –vía un perfil falso creado antes de las elecciones generales del 2019– prácticamente desató una carnicería humana. Un estudiante de Chemira –relatando su macabra experiencia al WP– denunciaba: “El odio se propaga como la pólvora en Facebook; ninguna de las cuentas de incitación al odio fue bloqueada”.

Y prosigue el artículo del WP: “A pesar de todos los problemas de Facebook en América del Norte, sus problemas con el discurso del odio y la desinformación son dramáticamente peores en el mundo en desarrollo”. “Los documentos internos de la empresa que se hicieron públicos revelan que Facebook ha estudiado meticulosamente su enfoque en el extranjero y era muy consciente de que una moderación más débil en los países de habla no inglesa deja a la plataforma vulnerable al abuso por parte de malos actores y regímenes autoritarios”. “The Post encontró imágenes horripilantes que afirmaban representar falsamente la violencia perpetrada por musulmanes durante los disturbios”. “Facebook los etiquetó con una verificación de datos, pero permanecieron en el sitio” el tiempo suficiente para desencadenar la tragedia. “Más de 50 personas murieron en los disturbios, la mayoría de ellos musulmanes”. “En India, los documentos internos sugieren que Facebook estaba al tanto de la cantidad de mensajes políticos en sus plataformas”. (Fin de citas). Mucho de lo que suben en la plataforma social, al instante es retransmitido por usuarios del WhatsApp haciendo víricos los falsos menajes y las peligrosas publicaciones. “En WhatsApp –dice el WP– las noticias falsas son rápidas y pueden ser fatales”. ¿Y aquí, en el patio doméstico, a qué cimeros horizontes se ha elevado la campaña con el fin de transmitir esperanza a espectadores desconfiados atiborrados de negativismo? Pues, a nada alto, sino a lo más bajo de los raseros.

Tristemente, los avances tecnológicos de la comunicación –debido precisamente a desviaciones en los hábitos del individuo– lejos de favorecer la socialización amable y la convivencia armónica de la vecindad, lo que instigan es otra cosa. Los adictos sincronizados a las redes no es que pasen leyendo material útil de contenido constructivo que ahora se obtiene al instante por Internet, –para instruirse y ampliar su bagaje cultural– sino exacerbando la odiosidad. Son prisioneros de sus burbujas digitales. Frecuentan un club de otros igual a ellos, con apetito voraz de reafirmaciones con qué alimentar su insaciable ego. La campaña debe ser asesina, para obtener visibilidad en redes. Así funciona el sistema que reditúa ganancias astronómicas a los gigantes tecnológicos. Y aquí no hay vicio ajeno que no se adquiera. A tono con este alud deformador de los espíritus y de la conciencia han salido, como por arte de magia, cualquier cantidad de portales falsos y de cuentas pañusas de rostros invisibles usadas para incidir en redes sociales. (Es un rociador de mentiras sucias, dirigidas al ingenuo público, a ver cuántos caen por inocentes. Sobran los boca abiertas, según cálculos del Sisimite; preocupado, aunque no sorprendido, que aquí a nadie pareciera importar el acelerado deterioro de los valores).

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