¿Alianzas a mí?

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28 de octubre de 2021
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12:05 am
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¿Alianzas a mí?

Marzo de mujeres

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Por: Carolina Alduvín

Al fin, la “oposición” cayó en la cuenta que por su lado no iban a ninguna parte. El payaso bipolar se ha tragado sus injurias, sus acusaciones y toda la mala leche contra el dueño del partido de las liebres, ha hecho a un lado su delirio de grandeza, acepta ser segundón y de paso deja en el aire, muy quitado de la pena, a quienes lo creyeron una esperanza, dejando una estela de caos e ilegalidad con su errático proceder, que es una vergonzosa traición y capitulación, prueba que no basta el no estar señalado como corrupto, para ser alguien en quien valga la pena y tenga sentido confiar. Según explicaciones que por ahí circulan, debido a falta de fondos para seguir adelante con una campaña que, igual no tenía futuro; pero más que nada, por falta de garantías para honrar un empréstito.

La lógica me indicaba que tal disparate, no tenía asidero legal, lo consulté con profesionales de peso, quienes, sin entrar en detalles, me lo confirmaron, aclarando a continuación que, aquí todo es posible y, no se equivocaron. Dos leguleyas de gran investidura, se pusieron de acuerdo para violar la ley que juraron defender, por el prurito de sentirse más grandes que el colega en minoría. Los expertos, no se explican qué razón tenga para abstenerse de denunciarlas y ponerlas en su sitio; me imagino que, por simple disciplina partidaria, o dejarlo como as bajo la manga. Al parecer, no conviene descomponer todavía más, la precaria paz social que aún disfrutamos; después de todo, el caballero milita en un instituto político organizado, dirigido por cerebros más fríos que los de sus adversarios, una organización con mando vertical que, con y todo el lado oscuro que lleva como lastre, es más disciplinado que aquellos que lo desafían.

Se suponía que su mejor carta era la dispersión de los derrotados en previas rondas, quienes, con todo y sus contusiones, van por la siguiente; al final, podrían llevarse la sorpresa que, el cronista deportivo no jala tanta gente, que los desplazados para el acomodo de los advenedizos, van a terminar restando a los refundidores, ya sea volviendo como el hijo pródigo al punto de partida, o definitivamente se suman a lo que dicen repudiar. Las encuestas son muy disímiles; por tanto, poco confiables, lo que sí se sabe es que quienes detentan el poder, se seguirán aferrando al mismo, harán lo que tengan que hacer, echarán mano de sus recursos, que los tienen, y muchos, no solo de esos que ablandan al más duro, sino mucho más astucia y disciplina que aquellos que han sido derrotados, una primero, el otro después, ahora tomados de la mano.

Por otra parte, los aliados exhiben un triunfalismo basado no en sus capacidades, o en las simpatías que pudieran despertar, ya ni siquiera en el descontento generado por la falta de oportunidades, o el incumplimiento de las promesas del actual gobierno, ni los abusos de poder de funcionarios en todos los niveles, o el cinismo de los diputados por cada uno de los partidos grandes, blindándose contra delitos cometidos y por cometer, reduciendo penas que están conscientes les pudieran imponer, criminalizando protestas que se anticipan y, un largo etcétera. No, el triunfalismo les viene del supuesto beneplácito del imperio, se están llenando la boca con la especie -no confirmada- de que la segunda de a bordo favorecerá a la candidata de la alianza, que la política de ellos dio un giro a raíz de la salida del instigador del asalto al capitolio. ¡Vaya sumisión confesa, de parte de los borregos del socialismo siglo XXI!

Los estrategas de la campaña del partido en el poder, están apostando a la demarcación -ante el público- del candidato con respecto al presidente, eso les permite un discreto optimismo, reforzado por los resultados de ciertas encuestas. También se sabe que muchos militantes, tal vez más de los que se estima, están en desacuerdo y hasta se avergüenzan ante el exagerado descaro con que se han manejando los asuntos públicos durante los últimos doce años; en especial, en estos últimos cuatro, pero se sienten obligados a permanecer bajo la misma bandera. Tampoco se considera opción, una eventual suma de fuerzas con aquel que no se unió a la mezcla heterogénea, basta con que rescate los votos de quienes, ante el descontento producido por los desacomodos, vuelven a su origen. Hasta pudiera ocurrir que la ilegalidad del forzoso concubinato se llegase a perseguir a posteriori. Ante las diferentes expectativas, será el tiempo quien nos revele el desenlace y ganador de este accidentado proceso.

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