Por: Edgardo Rodríguez
Politólogo y Periodista
Si el cielo se pone gris, empieza a soplar el viento y se escuchan algunos truenos, no diríamos que tendremos un día soleado, pronosticaríamos que va a llover, ¿correcto? Así también son los hechos sociales, antes que se produzca un fenómeno grande, como un estallido social, se aprecian un conjunto de señales que ayudan a atisbar las probabilidades que acontezca un acontecimiento fuera de lo rutinario. Aplicando la lógica anterior al actual proceso electoral, diríamos que hemos visto una serie de situaciones anómalas desde las elecciones primarias, cuando caprichosa y sospechosamente no se quiso aplicar el sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), no se contrató tecnología informática y lo peor de todo, fue la constante confrontación entre las máximas autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE), mismas que han continuado todo el año.
A las anteriores irregularidades hay que sumarle, además, el retraso en todo el calendario electoral, por el asunto del presupuesto adicional, los problemas con el censo y la entrega del nuevo documento de identificación. Estamos a un mes de las elecciones y no se han efectuado los ensayos para probar los sistemas y las nuevas tecnologías que se van a introducir, como el lector de huellas y otras. Vamos casi a ciegas al 28N, el peligro de fallas es inminente.
Pero eso no es todo, esas no son todas las nubes negras que en el horizonte del 28N auguran tormenta, varios líderes importantes, de uno de los partidos más fuertes de la oposición, han dicho que “si nosotros no ganamos, es porque hubo fraude” y si pierden advierten que se lanzarán a las calles y carreteras, no igual que las pasadas elecciones de 2017, sino peor. Cabe advertir que en esta ocasión las probabilidades de un fraude recaen en quien controla el CNE y todos han visto quien manda allí. La preocupación de varios sectores es que si el partido de oposición, el más fuerte, pierde limpiamente en las urnas por una escasa diferencia, no esperemos que la señora que controla el órgano electoral reconozca ese resultado, jamás lo hará.
Después de eso, ¿qué viene? Lastimosamente caos, anarquía, destrucción y la confrontación con las fuerzas del orden, nuevamente envolviendo al país en una profunda crisis política de insospechadas consecuencias nacionales e internacionales. Este escenario no es ficción, de hecho en los últimos días escuché al jefe del Estado Mayor externar su preocupación por las amenazas que se ciernen sobre la convivencia pacífica en Honduras, así que no son elucubraciones mías, ni intento “vender” miedo, simplemente analizo la secuencia de acontecimientos, el posicionamiento de los actores políticos y llego a una conclusión poco optimista sobre lo que nos espera dentro de un mes.
Considero que ese escenario de confrontación difícilmente se puede evitar, pero sí se puede atenuar, advirtiendo desde ya sobre las peligrosas amenazas que lanza un sector de la oposición, la parte radical. La señora de Derechos Humanos de Naciones Unidas que tiene oficinas aquí debe saber esto, lo mismo la representante de la Organización de Estados Americanos y la delegación de la Unión Europea. De los gringos, ya no espero nada, ellos ya tomaron partido a favor del partido de izquierda, se verán cosas, dice la Biblia.
