Gualcinse en las cercanías del emblemático cerro Congolón

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31 de octubre de 2021
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Gualcinse en las cercanías del emblemático cerro Congolón

Por: Rubén Darío Paz

En los actos festivos de mis años escolares, era frecuente escuchar la tonadita folclórica “Parindé”, y desde mi ingenuidad preguntaba ¿qué idioma era ese?, mi estricto y admirado maestro guardaba silencio…

“Parindé titirigüi, parindé trimanagé, toma kiutuche, la cuadrine, titirigüi, trimanagé. Apipirindonga, Apipiriyoro. Pluplú, pluplú, plupluplupluplú. Yo soy el indio gualcinse, que vengu de tierra fría, con mi cacaste en el lomu y muchas cositas dentru (…)”. Con los años sigo sospechando que la letra de la canción pudo haber sido escrita por un foráneo, que nada conocía de la riqueza cultural que encierran nuestros pueblos.

El casco urbano de Gualcinse se encuentra sobre una estrecha ladera, correspondiente a la extensa sierra de Celaque, su trazo es pequeño e irregular, se ensancha en las cercanías de la iglesia, por la altitud del poblado, se tiene una vista impresionante hacia los pueblos circunvecinos y más en los días claros, donde se pueden apreciar varios volcanes de El Salvador.

Pertenece al departamento de Lempira y dista 78 kilómetros de la ciudad de Gracias, carreteras de terracería, que recién se han vuelto ligeramente transitables, por décadas se las ha negado a muchos municipios gozar de infraestructura adecuada. Se puede llegar a Gualcinse, tomando la carretera que, desde San Juan, Intibucá conduce a los pueblos denominados de la frontera sur. Todos estos pobladores se han visto obligados a estrechar vínculos, culturales y comerciales con El Salvador. Es significativo que la torre central de la iglesia de Gualcinse exhiba una serie de platos, coincidentes con los que tiene la iglesia del pueblo colonial de Suchitoto en las cercanías de San Salvador.

La mayoría de aldeas de Gualcinse, están en los costados de altas montañas, con abundantes bosques de coníferas. Entre esa serie de empinadas montañas, los cronistas del siglo XVI, ya mencionaban Cerquín y también el cerro Congolón, relacionado con la gesta heroica de Lempira, en la defensa de las territorialidades lencas. Gualcinse, con sus 163 kilómetros comparte límites con San Andrés, Erandique, Mapulaca, Candelaria, Piraera y La Virtud.

Sus condiciones geográficas favorecen la producción cafetalera y de hecho es el principal rubro de explotación, se cultivan granos básicos para el consumo interno, también hay cría de ganado, pero solo para abastecer el consumo local, las legumbres y vegetales son escasos y tienen que traerse de otros lugares.

Algunos datos sobre el origen de Gualcinse

En algunos documentos se describe como “Gualán”, aunque no se tiene un dato exacto para su fundación. En el censo de población de 1791 era la cabecera del Curato de Cerquín, ya en la división política de 1889 pertenecía al Distrito de Candelaria; su categoría de municipio se le otorgó en 1840. En varios documentos sistematizados por el investigador Armando Ramos, se puede leer.

“Los títulos en su mayor parte remedidas efectuadas en el siglo XVIII y se perpetuaron sin respetar el derecho y el origen de estos pueblos, esto impide su verdadera historia. Joconguera y Gualcinse son dos pueblos conurbanos situados a escasa distancia de dos leguas, entre los que fue establecido un límite jurisdiccional que data del año 1680 y fue administrado por el cura de Cerquín, don Francisco Rodríguez de Escobar quien lo refrenda el 18 de abril de 1705.

Las disputas por límites de tierras entre estos dos pueblos han sido constantes sin dudas por equivocaciones provenientes de haber sido medidas sus tierras en forma de crucero, como acostumbraban en aquellos tiempos, sin tomar en cuenta el sentir y los límites verdaderos que los nativos poseían desde tiempos ancestrales. El 1843 el jefe del distrito de Erandique don José Rosa de Izaguirre recibió una orden para medir los terrenos de Gualcinse, fijando como linderos de este pueblo y la villa de Candelaria la parte norte del cerro de San Pedro línea recta hasta el cerro de Cerique, la mitad de la villa quedaba a favor de Gualcinse. El pueblo de Joconguera según el título antiguo que posee Gualcinse, la línea divisoria entre ambos pueblos pasa exactamente en medio de la población de la villa de Candelaria partiendo la iglesia, el parque y la comandancia en dos”.

(…) La corporación de Gualcinse acordó que desde el citado cerro de San Pedro se trazara una línea quebrada hasta el cerro de Cerique, reconociendo los linderos de un título que aseguraron haber visto en años anteriores, pertenecientes a los expresados ejidos, esto lo hacían con consideración al vecindario de la villa de Candelaria. Pero los jocongueros en vez de presentar el título presentaron en contra de Gualcinse, suplicatoria un tanto amenazante agravando más la situación, que de por sí era un tanto áspera.

Los primeros datos sobre el pueblo de Gualcinse nos remiten a los años del siglo XVIII (1738) y desde entonces la existencia de su primera iglesia. Sin embargo, allá por el año de 1568 ya había sido construida en este mismo sitio una ermita pequeña. En el recuento de población del año de 1791 era cabecera del curato de Cerquín y en la división política de 1889 fue uno de los municipios del Distrito de Candelaria, por lo que se cree que le otorgaron categoría de municipio en el año 1840.

Para 1853 este municipio pertenecía al Distrito de Candelaria según consta en los documentos existentes en el archivo municipal. A juzgar por los libros bautismales que existen en el archivo eclesial, esta parroquia fue fundada en el año de 1817 ignorándose quien fue el obispo que la fundó, antes de su creación formaba parte de la antigua parroquia de Cerquín que la conformaban la hoy parroquia de Erandique. En el año de 1847 se creó la municipalidad de Gualcinse.

Posteriormente en los años 1876 y 1877 a iniciativa del padre Felipe Cruz, se construyó todo el techado y la fachada interior del templo católico, también se edificó la fachada con la que ahora cuenta. Uno de los principales cooperadores de esta magnífica obra fue don Guillermo Canales que ostentaba el cargo de alcalde, quien además dono las campanas de la iglesia en el año 1876, en el interior de esta iglesia aún quedan una serie de altares barrocos-provincianos, pinturas y santería de alta factura y que es urgente conservar.

Los lencas, aún sin un censo oficial

La distribución de los lencas puede ser juzgada por evidencia toponímica. Lehman, ha asociado a los lencas con los siguientes sufijos toponímicos: -tique, -quin, -aquin, -guala y -guara. Sin embargo, la distribución de estos topónimos es más indicativa de su máxima extensión, no de su ubicación en el momento de la conquista. (Newson, 2007).

Los lencas se encuentran en los departamentos de La Paz, Intibucá y Lempira. Se encuentran en número reducido en los departamentos de Santa Bárbara, Comayagua, Francisco Morazán y Valle. A nivel ecológico y climático, la región que conforman La Paz, Intibucá y Lempira presentan dos zonas perfectamente diferenciado; una zona baja, en clima cálido, y una zona alta con clima de montaña, correspondientes a dos áreas culturales; la de los bajos con más influencia “blanca” cerca de zona fronteriza con El Salvador y la de la tierra alta, más “india” esto se debe a que, como es característica en todos procesos de conquista, la parte vencedora se apodero de las tierras más fértiles de los valles empujando hacia arriba, a las partes de más difícil acceso, a la población autóctona. (Rivas, 2000).

En este estudio dice R. Rivas, “nos acercaremos al departamento de Lempira, por ser un lugar en donde se conserva una diversidad de elementos lencas característico: Un fuerte fundamento en los rituales concernientes al ciclo de la vida, productivo y de la naturaleza y un fuerte fundamento en las formas ancestrales de organización socio-económica y religiosa. Los lencas viven en las o menos 100 comunidades constituida por aldeas, cacerías y pueblos (en los últimos años) muy cercanos a las carreteras y caminos vecinales. Un buen número de sus comunidades se encuentran localizadas en las montañas y solo se puede llegar a ellas en bestia, en trayectos que pueden durar de dos hasta siente horas. (Rivas, 2000). A la fecha no se tiene un censo oficial, que nos diga cuantos campesinos de tradición lenca existen en Honduras.

Tampoco podemos desconocer que en numerosas comunidades las prácticas culturales son constantes, y se pueden observar las creencias, rituales del ciclo de vida, productiva y de la naturaleza, las formas ancestrales de organización religiosa, más una amplia gastronomía. Es importante señalar nos comenta Rivas, “que no todos los habitantes de este poblado son propiamente campesinos lencas, pues se entiende que estos se ubican como “mixtos” la población se encuentra mesclada. Las fiestas (patronales) que son elementos que pueden mostrar rasgos indígenas, son celebraciones por toda la población; solo determinados ritos son celebraciones de manera exclusiva por la población con fuerte tradición lenca. De la población que actualmente vive en el antiguo territorio lenca se puede hablar de grupos bastantes diferentes, que comparten en diferentes grados una misma cultura conservando parte de rasgos culturales, sociales y económicos propiamente de sus antepasados y creando, en el trascurso del tiempo, un nuevo universo
cultural común del choque y fusión del mondo lenca con el mundo hispano católico”. Comparto las valoraciones de (Rivas) “El universo religioso de los campesinos de tradiciones lenca es el fruto del traslape-asimilación del catolicismo español colonial y las creencias prehispánicas a pesar del pala dominante y avasallador del elemento cristiano ambas religiones se influenciaron y amoldaron, entretejidos la trama de los que hoy es la actual cosmovisión, los rasgos prehispánicos coinciden ampliamente con los rasgos básicos del universo religioso mesoamericano”

Un dilatado universo mítico lenca

La mayoría de relatos sobre el universo mítico Lenca, recogidas por varios investigadores son coincidentes, aunque algunos desde su narración alcanzan mayor interés, aquí algunos.

El cacalote como descubridor del maíz: a este pájaro se le atribuye que salió en busca de la primera mazorquita de maíz. El cacalote, es un ave negra más pequeña que el zopilote, tiene la costumbre de sustraer mazorcas de maíz de los bultos cuando se está cosechando, y se las lleva para las cuevas y cuando escasea el alimento los saca para comer.

El cusuco y el tacuacín: como descubridores de las nubes el cusuco y el tacuacín cuando estaban escarbando se encontraron por casualidad con las nubes encerradas en una tinaja de barro y cuando quebraron, liberaron a las nubes y se apropiaron de ellas, al darse cuenta los ángeles de este acontecimiento los capturaron y se los quitaron.

Los ángeles: constituyen un complejo de divinidades las cuales tienen asignado diferentes funciones, como son: traer la lluvia, los vientos, la fertilidad de la tierra, los males.

Las chalchiguas: estas son unas piedras verdes talladas (jadeíta) que producían suerte. Los indios las guardaban en unas calabazas, pero cuando vinieron los españoles la gente comenzó a creer en Santiago (se hicieron católicos) y las chalchiguas dejaron de producir suerte.

Los naguales: constituyen un complejo de relaciones establecida entre el hombre y los animales protectores cada individuo nace con un nagual predeterminado y su vida está íntimamente relacionada con la del animal que es su nagual

Los dueños de los cerros: todos los cerros tienen su amo o serlo; es a ellos a quien se les agradece ose les paga por los materiales que se extraen los animales de ahí se cazan o por el duelo que se le ocasiona en las diferentes labores de cultivo.

Los gigantes: son seres de tamaño descomunal, procedentes de cerros ubicados tanto en la república de El Salvador como en Honduras se introducían a los pueblos con el propósito de clausurar o destruir los templos construidos por el conquistador español.

Los sisimites: se les considera como un animal grande cubierto de pelo que camina con la punta de los pies hacia atrás.

Los enguegan o seguegan: hombres pequeñitos que usaban sombreros de cera, considerados como expertos en la elaboración de piezas de alfarería. No podían salir al sol, pero en uno de esos intentos por llegar hasta él, sus sombreros de cera se les derritieron y la cera de sus sombreros les cubrió y perdieron la vida, con la vista vendada por la cera derretida.

El duende: es como un espíritu de los cerros, es compartido por la población mestiza, encaja muy bien dentro del universo mítico lenca

San Desiderio: se le conoce con el nombre del “choco” dicen que le falta un ojo es un personaje cristiano –pagano que en las composturas representa el papel del ángel del mal para el cual se prepara una cruz rústica con palos rollizos. Así también se le hacen ofrendas especiales con el fin de evitar su ira para con los humanos. A la ira de San Desiderio se le atribuyen los vientos que botan las plantas del maíz y que a los niños enferma con su soplo.

Algunas de sus leyendas
En el periódico Lenca “Comunicando a Nuestra Gente” del año 2008, se describe parte la tradición oral del municipio de Gualcinse.

Leyenda Gualcinse
Cuentan que hace muchos años vinieron hombres y mujeres de otros rumbos, cruzaron ríos, quebradas, cerros, montañas, venían buscando un lugar donde vivir, un lugar donde construir una casa, en donde sembrar maíz, frijol y calabazas. El bosque era inmenso y profundo, había muchos árboles grandes y redondos, daban enormes sombras, eran arboles de amates, de pino, guanacaste, ujuntes, copinoles y viejos robles, de ellos colgaban grandes enredaderas, líquenes y todo tipo de lianas. También había coyotes, conejos, coluzas, tepezcuintles, mapaches, venados, zorros, comadrejas, garrobos, cusucos, tacuazines, urracas, torogoces, pájaros carpinteros, tecolotes, pucuyos, tanunas, gualcachillas entre otros.

Pero un día los hombres empezaron a cortar los árboles y los bejucos, quemar los bosques y ensuciar el agua, porque ellos querían sembrar maíz, frijoles, ayotes y patastes. Entonces los pájaros y todos los animales se enojaron con los hombres y decidieron destruir las milpas y los frijolares y se comieron los ayotales y todos sus sembradillos y los hombres tuvieron que aguantar hambre con sus familias, y tuvieron que pedirles perdón a los animales ya los pájaros. Entonces los animales y los pájaros perdonaron a los hombres y desde ese entonces los hombres en Gualcinse se dedicaron a sembrar café.

La piedra rajada
La piedra rajada está ubicada en la quebrada del “Ojuste” en la aldea de San Marcos de Cerique. Es un enorme peñasco y esta rajada por la mitad, una y otras mitades están soportadas por enormes cuñas, eso permite que no se derrumben y sobre las piedras que hay alrededor del peñón, se hallan huellas que semejan los rastros de un niño. Dicen que un día una mujer que habitaba muy cerca del rio, fue con su hijo a enjaguar la ropa a la poza grande y oscura que había al pie de la piedra, el lugar era muy apartado y solitario y estaba lleno de monte. El niño era muy pequeño aun… y mientras ella se afanaba enjuagando la ropa, el niño jugaba sobre la arena del rio, la mujer nunca se percató que a la orilla de la quebrada permanecía enrollada una enorme serpiente que se había devorado al niño. Cuenta la mujer se dio cuenta que su hijo había desaparecido comenzó a gritar y a llorar y pudo ver que aquella gran culebra se había tragado a su hijo. La madre se llena de mucha tristeza y angustia, no podía consolarse, la culebra comenzó a trepar por la piedra hasta quedarse tumbada sobre el enorme peñasco. La mujer no podía resistir el llanto, sollozaba y clamaba al pie de la piedra, para que el dios del trueno le regresara a su hijo sano y salvo… entonces el cielo se fue poniendo oscuro, cuentan que fue perdiendo el color azul que tiene, luego comenzó a relampaguear y a llover, también a retumbar, en aquel momento cayo una centella encima de la serpiente y partió la piedra en dos. Unos dicen que bajo un ángel del cielo a poner las cuñas para que la piedra no cayera sobre la poza y la mujer no muriera ahogada, el niño salió vivo del vientre de la serpiente y la mujer llego muy feliz con su hijo a la casa nuevamente.

New York, El Níspero, Santa Bárbara, octubre, 2021

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