El impacto social de la delincuencia

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11 de noviembre de 2021
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12:02 am
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El impacto social de la delincuencia

Por: Jorge Roberto Maradiaga
Doctor en Derecho Mercantil, catedrático universitario y especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial.

En el mes de las elecciones generales, que propiciarán la elección del nuevo presidente de la República, diputados al Congreso Nacional y alcaldes queremos en función de su fuerte impacto social, abordar el tema de la delincuencia imperante en el país. La delincuencia es un fenómeno muy representativo, pues se trata de uno de los problemas criminológicos que crece cada día más, no solo en nuestro país, sino también en el mundo entero. Es una de las acciones socialmente negativas y destructivas que violentan lo establecido en el ordenamiento jurídico, al tiempo que signan un atentado a las buenas costumbres y a la convivencia social.

La delincuencia a todos los niveles y ámbitos sociales es cosa de todos los días en nuestro país y por ende, uno de los problemas más acuciantes. La incidencia delictiva ha venido incrementándose en los últimos años, principalmente los delitos de robo a transeúntes, secuestros y homicidios dolosos. Las bajas tasas de aprehensión y encarcelamiento contribuyen al problema, pues los hechos demuestras en forma contundente y categórica que el accionar de la Policía no está siendo conteste con los requerimientos de la sociedad, la que con todo derecho solicita reiteradamente que tales delitos no queden en la impunidad.

Los hechos demuestran en forma contundente y categórica, que entre las causas principales de la delincuencia se encuentran la polarización económica y la debilidad de las instituciones de seguridad pública y justicia. En términos comparativos internacionalmente, las tasas delictivas son altas y no digamos los violentos (homicidios, secuestros, robos, etc.). La delincuencia es un fenómeno social que pone en riesgo la tan ansiada seguridad pública de la sociedad, asimismo va contra las buenas costumbres ya establecidas por la sociedad. Se trata de un fenómeno en el contexto global o mundial, pues se extiende desde los rincones más alejados de las ciudades industrializadas hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres. Es un problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización.

Recuérdese el impacto y los daños causados por la COVID-19 y que cuando se han pretendido tomar medidas para contrarrestar la pandemia, nos encontramos que muchos compatriotas o funcionarios, más bien han encontrado en ello una fuente de enriquecimiento, al hacer contrataciones y compras lesivas, que solo benefician sus intereses personales a costas de la salud del pueblo, lo cual no debe quedar en la impunidad, pues los hechos demuestran que en nuestra patria lo que prevalece es el hambre, la miseria y la desesperación.

Insistimos, la crisis económica que se ha generado, tiene entre otras repercusiones el desempleo, circunstancia que indudablemente tiene una marcada influencia en los distintos sectores de la sociedad y su accionar. Por ello y con mucha más razón el problema de la delincuencia imperante en el país, debe ser analizado con objetividad y realismo, haciendo los aportes o formulando las propuestas constructivas que el momento histórico demanda. Reiteramos: debe tenerse presente que la delincuencia ha aumentado de forma alarmante en los últimos tiempos, pasando a ser un problema que cada vez genera mayor preocupación social, tanto por su incremento cuantitativo, como por su progresiva peligrosidad cualitativa en todo el contexto social.

Es del caso destacar que debido a la crisis que vivimos, un sector en el cual crece la delincuencia es el juvenil. Estudiosos del tema señalan diversas causas del fenómeno y se pueden señalar factores que aumentan la delincuencia juvenil. “Así, son factores que se encuentran en la base de la delincuencia juvenil la imposibilidad de grandes capas de la juventud de integrarse en el sistema y en los valores que este promociona como únicos y verdaderos (en el orden material y social, por ejemplo) y la propia subcultura que genera la delincuencia que se transmite de pandilla en pandilla, de modo que cada nuevo adepto trata de emular, y si es posible superar, las acciones violentas realizadas por los miembros anteriores del grupo”.

Además, se señala que la imposibilidad de progresar socialmente es una de las causales de la violencia, pues la frustración se suma a la evidencia de que no hay otra alternativa para cambiar el destino personal. Hay barrios y colonias en donde muchos jóvenes saben que para pertenecer al grupo y formar parte de su comunidad necesitan pasar algunos ritos de iniciación, entre los que se encuentran robar, asaltar o quizá cometer una violación.

A nivel familiar se puntualizan dos factores que se asocian a la violencia: tener familiares violentos y/o que abusen de sustancias. Un entorno familiar destructivo propicia las predisposiciones congénitas que algunos individuos tienen frente a la violencia y por sí mismo produce individuos que perciben a la violencia como un recurso para hacer valer sus derechos en el entorno familiar.

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