GOBIERNAN EL MUNDO

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11 de noviembre de 2021
/
12:38 am
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GOBIERNAN EL MUNDO

DÍAS atrás en diálogo de medios de prensa con el presidente de CONATEL se llegaron a ciertos entendidos. La ley que rige las telecomunicaciones está absolutamente desfasada y debía hacerse un esfuerzo de conjunto para adecuarla a las realidades presentes. La legislación en esta materia –como explicamos en el último editorial– obedece a primitivos estados de la edad de piedra. Antes del Internet y que la humanidad experimentase los vertiginosos avances de la comunicación. La regulación aplica a un ámbito inexistente. De los tiempos del telégrafo y de los telegramas sucintos cobrados por cantidad de palabras. De los aparatos telefónicos negros de discado fijo –después salieron en verde, beige y anaranjado– o, quizás, de antes cuando marcando un cero contestaba un operador de la Tropical Radio. La correspondencia hace años dejó de ser enviando cartas escritas a mano con bonita letra de caligrafía, metidas en un sobre con estampillas, depositadas al correo, y recibidas en un buzón con apartado postal, distribuidas por los carteros. Nostálgicos recuerdos de los viejitos ya que la actual generación nació con el aparato celular en la mano, para contagiar del virus a las mamás, a los papás y a los abuelos alcahuetes.

Ahora Silicon Valley y sus plataformas digitales controlan el mundo por medio de algoritmos. Ello es, el conjunto ordenado de operaciones sistematizadas por medio de las cuales los gigantes tecnológicos calculan la manera de polarizar más la colectividad y manipular zombis robotizados. Han estudiado que lo que atrae contacto es la cólera, el insulto, la ofensa de unos contra otros. Y así encienden el enfrentamiento. Entre mayor sea el enganche de fanáticos a sus portales desguazándose como enemigos, más crecen sus fabulosas ganancias. Como lo doméstico padece de un rezago milenario, igual sucede con las normas. Aplican a realidades de siglos atrás. Mucho antes que todo ese arsenal de aparatos digitales irrumpiesen en la vida cotidiana elevando la animosidad de las personas. A raíz de la violenta toma del Capitolio, ha aflorado la imperiosa necesidad de poner en cintura a estos mega consorcios que en realidad son los que gobiernan el mundo. La evidencia fue aportada por la experta en sistemas, “Frances Haugen, quien sacudió al mundo con denuncias sobre la forma en que Facebook administra contenidos de odio, aplaudió el enorme potencial del proyecto europeo de regulación de los gigantes tecnológicos”. “Creo –dijo a un panel de legisladores europeos– que los productos de Facebook son dañinos a los niños, avivan la división, debilitan nuestra democracia y mucho más”.

Los gigantes tecnológicos –volvió a insistir– “no harán los cambios necesarios, porque han puesto sus inmensos beneficios antes que a la gente”. “Cuando las acciones del comercio entran en conflicto con los intereses de las personas y de la sociedad en su conjunto, –agregó Haugen– las democracias deben intervenir y hacer nuevas leyes”. Celebró que “la Unión Europea esté tomando esto muy en serio”. “La normativa europea tiene condiciones de convertirse en el ‘estándar dorado a nivel global’ en materia de regulación del funcionamiento de los gigantes digitales”. Esa normativa “debe obligar a las plataformas a asumir la responsabilidad de los riesgos más allá de la difusión de contenido ilegal, como la manipulación de las elecciones, la difusión explosiva de desinformación o los daños a la salud mental de los adolescentes”. La Ley de Servicios Digitales europea se propone “prohibir a las plataformas el uso de algoritmos para promover informaciones falsas y discursos peligrosos e imponer a los principales grupos la obligación de moderar su contenido”. “Esa ley se complementa con otra, de Mercados Digitales, que determina normas específicas para los actores ‘sistémicos’, referentes a cuestiones como la amenaza creciente a la libre competencia o al uso de datos privados de los usuarios”. (¿Y aquí qué esperan?, pregunta el Sisimite en un telegrama triple).

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