Rosenthal, ¿el fiel de la balanza?

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12 de noviembre de 2021
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12:03 am
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Rosenthal, ¿el fiel de la balanza?

CONTRACORRIENTE

Por: Juan Ramón Martínez

Aunque no le favorecen las encuestas, Yani, será una de las figuras más importantes de la vida pública, por lo menos, en los próximos cuatro años. Cuenta con la ventaja que, no tiene, sobre la espalda, caudillo que le imponga decisiones; o, le ordene la forma que tenga para ver e identificar las circunstancias. Como un tercero en discordia, en el caso de ganar las elecciones aprovechando la polarización y el deseo del electorado que busca la paz y la tranquilidad, tendría más posibilidades que pactar y establecer acuerdos. La dura experiencia que ha experimentado, porque no cuenta en sus espaldas con un Partido Liberal que, parece que ha perdido los deseos de gobernar, porque ni siquiera los “junior” rencorosos, los que creyeron que Luis Zelaya, el innombrable -figura anodina, de poco empaque-, podría capitanear al partido fundado por Arias y Bonilla, hacia la conquista del Poder Ejecutivo, le brindan su apoyo. Y hasta Banegas, pese a su buena cabeza, no le ha metido el hombro como se esperaba. Pero es el más tranquilo y ecuánime de los candidatos presidenciales.

Es un auténtico liberal. Tiene mucha claridad de la problemática nacional y es libra por libra, el candidato más calificado -de los que buscan la Presidencia de la Republica- para enfrentar la problemática que atraviesa el país. Su formación jurídica, le permitirá conocer y manejar bien el gobierno. Los conocimientos económicos, le dan la capacidad para entender que la economía tiene sus leyes, que los mercados son muy volátiles; y que la oferta y la demanda en los estrados internacionales, son duras porque obliga a la obediencia; pero ofrece alternativas y oportunidades. Y, posiblemente lo mejor, tiene dos competencias que no cuentan los dos candidatos con los que compite: el conocimiento personal del sufrimiento y el aprecio de la pobreza, que conoció de primera mano cuando estuvo preso cumpliendo ejemplarmente su condena; y, la vinculación, con el entorno judío que maneja la economía mundial.

Por ello, un gobierno dirigido por Yani Rosenthal, estaría más dispuesto a la búsqueda de alianzas y acuerdos. Incluso con los que le han dado la espalda y negado su concurso para llegar a la Presidencia de la Republica. Tiene la apariencia y la conducta del hombre bueno; y, aunque algunos lo estigmatizan por ser banquero, -habilidad más bien necesaria en un buen gobernante- por su experiencia en el manejo de las finanzas, le permitiría una administración austera de los bienes públicos y por la otra, la búsqueda, eficacia y rentabilidad en todas las acciones. Como hombre ordenado, sabe que si se manejan bienes públicos es para buscar resultados, al tiempo que se garantiza su autosostenibilidad. Además, cuenta con la capacidad para negociar, lo que será inevitablemente necesario, en una coyuntura en que las voluntades están muy dispersas; y la racionalidad, parece haber abandonado el espíritu nacional, para ir detrás de la simple pasión de sacar a los actuales gobernantes del poder. Yani, por el contrario, aunque tiene ese mismo objetivo, no exhibe la anormal pasión porque entiende que el país no puede ser manejado por un solo partido; y que, por el contrario, el acuerdo obtenido en la negociación, es necesario para lograr un pacto nacional, sin el cual el país no tiene alternativa.

Por su formación profesional, Rosenthal no rechaza a los mejores. Como López Arellano conociendo sus limitaciones, integraría un gabinete con los mejores, incluso con personas más competentes que él. Porque si hay político que conoce sus debilidades, que entiende que los fines obligan a buscar medios idóneos y recursos humanos competentes para lograrlos, es Yani. Un gabinete suyo, tendría los mejores liberales -viejos y jóvenes- a los nacionalistas más honrados, que los hay; y contando con la simpatía de Libre, no tendría ninguna dificultad para unir a los hombres y mujeres de los partidos (o sin él), para formar un gabinete de lujo. Las presiones de la empleomanía sobre sus espaldas, serían menores. Y como no contaría con el control del Congreso, exhibiría, una competencia especial para negociar con los diputados. No tiene la arrogancia de su padre; es más humilde y compasivo, por lo que escucharía propuestas, incluidas las más rimbombantes que imaginarse pudiera, para forjar pactos. Y en caso de confrontación, sería el fiel de la balanza. Un político necesario.

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