¿Para dónde va Honduras?

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13 de noviembre de 2021
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12:04 am
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¿Para dónde va Honduras?

Por: Mario E. Fumero

Muchos falsos profetas y agoreros se han levantado en este período electoral para dar funestos presagios sobre lo que va a ocurrir después de las elecciones, describiendo un panorama caótico y violento, y aunque en algunos planteamientos pueden tener razón porque esto ha pasado siempre después de las elecciones, no dudamos alentar el temor para que se pueda repetir en el futuro, lo que sabemos es una desgracia para la nación.

Si los que aspiran a puestos políticos, en sus desmedidos deseos de ambición de poder no son coherentes en sus señalamientos y actitudes con la realidad actual, llevaremos a Honduras a la destrucción, y es por ello que deben evitar discursos que hagan apología a la violencia y alteren los ánimos, porque su actitud nos llevaría a un desastre económico.

Cuando vemos el panorama nacional y analizamos el comportamiento de algunos políticos, tal parece que nadie va a ceder en sus deseos de ganar, y aunque las elecciones sean honestas, aunque siempre habrá algunos errores, ya de antemano hay grupos que se están preparando para que gane quien gane producir un caos, y es que en Hondura todo se resuelve con violencia y no con diálogo.

Si los aspirantes a puestos políticos son conscientes del panorama crítico que a nivel mundial vivimos, y las tragedias que en los últimos dos años han azotado a Honduras, deben de deponer sus actitudes confrontativas y buscar soluciones que eviten que después de las elecciones se desencadenen actitudes violentas, que a los que más va a perjudicar son a los pobres, porque los ricos poderosos y políticos no tienen problemas.

Cuando hay elecciones todos quieren ganar, y nadie quiere perder. En los últimos años no he visto que un candidato que cuando pierde un puesto político, felicite al contrario y actúe con dignidad, lo único que he visto es confrontación, violencia, discursos provocativos y un caos que daña la economía nacional. No cabe duda de que la política está llena de hipocresía, porque sabemos que muchos candidatos a la presidencia en el debate público se sacan todos los trapos al sol, pero después, por detrás, comen juntos y se ayudan mutuamente, porque, aunque es duro aceptarlo, donde más reina la hipocresía y la mentira es en el campo de la política vernácula.

El temor produce inseguridad, la inseguridad produce pánico colectivo y este pánico los lleva a una preocupación tan extrema, que algunos caen en depresión y otros se abalanzan a comprar para almacenar, esperando una terrible tragedia nacional. Los pastores y predicadores tenemos que alentar la esperanza y no sembrar el desconcierto, máxime en estos tiempos de convulsión social donde los ánimos se caldean no solo por el hecho de ir a las elecciones, sino por el flagelo de la pandemia de la COVID-19 y de la crisis económica que se avecina, ya que, si los países ricos tienen serios problemas de abastecimiento, ¿qué podemos esperar de nuestra economía dependiente?

Lo que pueda ocurrir en Honduras va a depender de nuestra coherencia y amor por la patria. Después de las elecciones sabremos quienes en su egoísmo y ambición conducen al pueblo a la desesperación, porque en la vida hay que saber perder y ganar, y aunque siempre ronda el fantasma del fraude y el engaño, algo que aún está azotando a los países sólidos democráticamente como Estados Unidos, no debemos permitir que actuemos de forma tal que terminemos afectando a los más afectados, que es la clase obrera y los pobres, que son la mayoría de la población hondureña.

Prediquemos la esperanza, oremos por la paz y llamemos a los candidatos a puestos públicos a actuar con cordura, y no permitir que la discrepancia produzca muertes. Así que el futuro está en tus manos.

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