ZAMORANO, EL PROYECTO MÁS AMBICIOSO DE ZEMURRAY

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13 de noviembre de 2021
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12:44 am
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ZAMORANO, EL PROYECTO MÁS AMBICIOSO DE ZEMURRAY

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Simón E. Malo

Samuel Zemurray nació el 18 de enero de 1877 en Kishinev, Besarabia, actualmente República de Moldavia, en el seno de un hogar humilde y de origen judío. Sus padres se dedicaban al negocio de la abarrotería.

Zemurray vivió parte de su vida en la aldea de Shargorud, Rusia, pero la condición modesta y la falta de recursos económicos de la familia Blausman Zmurri, no le permitió disfrutar de comodidades en su niñez ni temprana juventud. Creció trabajando y soñando con un futuro diferente, mejor de todo lo que hasta entonces había conocido.

En 1892, con apenas 15 años, emigró a los Estados Unidos de América. El joven Zemurray tenía un gran espíritu de trabajo y una gran habilidad para los negocios, por lo que fácilmente se adaptó a un nuevo ambiente y a nuevos retos.

A pesar de que Zemurray no tuvo la oportunidad de educarse formalmente, su talento natural, excelente imaginación y grandes habilidades, le permitieron establecer un imperio bananero asentado en la región centroamericana, especialmente en Honduras. A sus 28 años inició creando sociedades y empresas, como la Hubbar-Zemurray Company. En años posteriores se convertiría en cofundador y presidente de Cuyamel Fruit Co., hasta ser accionista mayoritario de la United Fruit Company (UFCo). Alcanzó mucha fama en el mundo de la producción y exportación bananera.

En 1902, se casó con Sara Weinberger con quien procreó dos hijos, Doris y Sam Jr. Este último moriría fatídicamente en un accidente durante la Segunda Guerra Mundial, hecho que marcó para siempre la vida de Zemurray.

Zamorano, su proyecto más ambicioso y mayor legado

El origen humilde de Zemurray le permitía tener un claro entendimiento de la pobreza y sus privaciones. Daba importancia primordial a la educación y consideraba que era básico para la región contar con un capital humano con formación agrícola de calidad, dotado de valores como el trabajo ímprobo, la ética, la autoconfianza, el liderazgo, la fortaleza y el espíritu de superación. Asimismo, opinaba que tenía que devolverle algo al país y a la región que tanto habían contribuido con el establecimiento de su riqueza.

Fue así que, en 1941, su admirable sensibilidad filantrópica lo impulsaría a crear Zamorano, un ambicioso proyecto destinado a desarrollar la región a través de la educación agrícola tecnificada. Un modelo de educación que alternaba el estudio teórico – práctico y que estaría dirigido principalmente a jóvenes de escasos recursos económicos, pero con grandes deseos de superarse. Zemurray escogió al Dr. Wilson Popenoe, un afamado científico estadounidense, para dirigir el modelo educativo que soñaba para su ambicioso proyecto.

Su hija Doris Stone Zemurray sería su más estrecha colaboradora en la realización de este sueño. Ella también se encargaría de impulsar el crecimiento de la Escuela Agrícola Panamericana desde que se establecieron los cimientos en 1942. De igual manera, futuras generaciones de Zemurray heredarían este legado filantrópico. Su bisnieta, la Dra. Allison Stone, fue la Presidenta de la Junta de Fiduciarios de Zamorano a partir del 2011 hasta hace muy pocos años.

Para 1946, Zamorano ya era una realidad, por lo cual Zemurray planeó visitas a su proyecto durante ese año, siendo su última en 1947. En esa ocasión, muy emocionado tuvo la oportunidad de conocer a cada estudiante y ver sus progresos, observar el ganado, agarrar con ambas manos las grandes lechugas producidas por los alumnos. En general pudo ver lo grande que se había convertido su sueño. A su regreso a New Orleans comentó muy satisfecho a sus amigos: “qué no hubiera dado yo por haber tenido la oportunidad de asistir a una escuela como esta en mi juventud”.

A partir de 1951, la salud de Zemurray empezaba a deteriorarse, lo que le impedía hacerse cargo de sus empresas de la misma forma que lo hacía en sus inicios. El 30 de noviembre de 1961, Samuel Zemurray murió en New Orleans, a causa del Mal de Parkinson. Sus restos descansan en el cementerio de Metaire, New Orleans, en un mausoleo que contiene tres generaciones de la familia: los dos abuelos, el hijo y la nieta.

Resulta difícil medir la influencia y el alcance creativo que Samuel Zemurray tuvo en la creación y la historia inicial de Zamorano. Este empresario contribuyó con cuantiosos fondos para este ambicioso proyecto; él siempre se rehusó a dar una cifra del valor invertido en la obra y solía decir que “la verdadera filantropía debe ser anónima”. Zemurray no solo destinó fondos, también puso en este proyecto su visión y deseo por llenar un vacío existente en la educación agrícola en la Latinoamérica de los años 40. Su idea de educación teórico–práctica combinada con una formación integral basada en los valores, especialmente dirigida a jóvenes de escasos recursos económicos, sería un motor de desarrollo para toda la región, reflejado actualmente por sus 7,235 graduados de 29 países del mundo, quienes han brindado y siguen brindando grandes aportes al crecimiento de sus respectivos países.

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