Las oportunidades de la oposición

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16 de noviembre de 2021
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12:06 am
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Las oportunidades de la oposición

Por: Rafael Delgado Elvir
Economista. Catedrático universitario

En las vísperas de las elecciones a realizarse el 28 de noviembre los hondureños nos encontramos frente a un gobierno y a un partido gobernante desprestigiado. Y contrario a lo que algunos opinan, no es el tiempo que le pasó la factura. Es la forma en que la cúpula gobernante ejerció el poder desde los tiempos de Lobo hasta estos años de JOH. Su naturaleza sumamente corrupta, comprobada por una buena cantidad de escándalos y algunos procesos judiciales marcaron hitos nefastos que hicieron historia en Honduras. De tal forma que los intentos desesperados de anunciar resultados positivos donde no los hay, para recuperar algo del prestigio y el honor perdido, son inútiles. Chocan contra el hartazgo de la gente que tiene una imagen bastante definida, construida paso a paso, con cada una de las bochornosas evidencias que dejaron los 12 años de gobierno nacionalista.

Pero esto no debe tranquilizar y llenar de optimismo a la oposición. La cúpula gobernante no quiere dejar el poder. Para sus intenciones cuenta con todas las instituciones públicas y sus respectivas autoridades a las que utilizan a su favor, saltando cualquier barrera legal y moral. Con un presupuesto de la República también a su total disposición, financiado no solamente con los tributos de la gente, sino alimentado irresponsablemente por los organismos internacionales, descaradamente utilizan los recursos a su discrecionalidad para fines electoreros. Compran adhesiones no solamente en el sencillo ciudadano agobiado por innumerables precariedades. También las compran en un numeroso grupo de funcionarios de diferentes rangos a lo largo y ancho de la administración pública, a los que los exorbitantes salarios y prebendas los alinea a los designios del gobernante y su partido.

No soy de los entusiastas que se alborotan anticipadamente por un posible triunfo de la oposición. Si bien hay tierra fértil para ello, pero igualmente hay todavía preguntas y problemas que remontar para lograrlo. Primero está la amenaza del mecanismo fatal del fraude que se activará cuando los resultados preliminares amenacen la estabilidad del régimen. En ese momento empezarán a funcionar los pactos secretos entre los diferentes partidos y comenzarán los representantes en las mesas, afiliados a los candidatos corruptos, a comprar votos, tergiversar la voluntad de la gente expresada en el voto, a levantar y transmitir actas mentirosas.

También están las propias debilidades de la oposición, que hasta hace apenas pocas semanas logró un acuerdo mínimo de unidad después de largos meses de división y enfrentamiento. Definitivamente que hay que trabajar en proyectar una imagen clara de lo que se propone, conformando una propuesta que recoja lo mejor de lo que largamente se ha exigido en el país por muchas organizaciones de base. En la medida que la candidata opositora, Xiomara Castro logre proyectarse con una propuesta sincera que no divida, sino dirigida a unir a todos los hondureños cansados de los gobiernos nacionalistas, sabrá imponerse ella con todas las fuerzas políticas que dan vida al proyecto de la oposición.

Y sobre todo: no se trata solamente del día de las elecciones. Es indispensable prepararse para gobernar cada día de los próximos cuatro años que vendrán. Enfoques, propuestas y actitudes muy diferentes a las del actual partido son las que se necesitan para revertir las tendencias de deterioro económico, político y social más importantes. Se requieren las mejores cabezas con las intenciones correctas para lograr cambios duraderos con impactos positivos para la colectividad. Hacer un gobierno de partido y de cúpulas, escogido por su fidelidad y afinidad a las aspiraciones de los líderes, es insistir en lo que ya ha demostrado ser un fracaso para el país. Insistir en repartir cuotas de poder que se asignan según los acuerdos a que llegan los que se erigen como líderes es sumergirse en la costumbre del presente y del pasado. Por ello la exigencia histórica es hacer un gobierno nacional contra la corrupción, contra la negligencia en el manejo de los aspectos más importante de la gente y a favor del respeto de las leyes.

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