“LA BESTIA SUELTA”

MA
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17 de noviembre de 2021
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12:25 am
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“LA BESTIA SUELTA”

ESPERAMOS que esos repudiables asesinatos de los últimos días –cuyas víctimas han sido candidatos en las fórmulas de elección popular– no obedezcan a móviles políticos. Esas fiebres convulsivas antes se ha visto que pegan al aproximarse las elecciones, a veces el mismo día de la votación y cuando los resultados no son aceptados, transpiran como secuela indeseable de la crisis postelectoral. Las leyes electorales en lo que concierne a las campañas políticas, datan de la edad de piedra. La actual copia de las anteriores. Limita los períodos de propaganda publicitaria a períodos específicos. Autoriza que los partidos coloquen anuncios en los medios convencionales hasta cierta fecha y prohíbe, en el denominado período de silencio, todo proselitismo. Parecidas normas para la divulgación de encuestas. Cuando decimos que la legislación es parte de la prehistoria es porque la regulación solo abarca a los medios tradicionales de prensa.

Como si los legisladores nunca se enteraron de la irrupción del Internet en la vida cotidiana de la gente. A duras penas saben operar –no como los cipotes diestros que nacieron con esos chunches en la mano– sus aparatos digitales. Así que tanto la Ley Electoral recién salida del horno –allá cuando San Juan bajó el dedo– como la de CONATEL, rigen para ámbitos pasados, no para lo que son hoy en la actualidad. ¿De qué sirve permitir, limitar y proscribir divulgación en una mitad del mundo comunicacional –lo atinente a los medios convencionales de difusión– cuando la otra mitad del mundo –las redes sociales controladas por los gigantes tecnológicos para invadir el mercado local– quedan sueltas disparando a mansalva ráfagas de odiosidad? Ahora Silicon Valley y sus plataformas digitales son los que gobiernan el planeta por medio de algoritmos. Para ilustración de los curiosos. Algoritmo es el conjunto ordenado de operaciones sistematizadas por medio de las cuales los gigantes tecnológicos calculan la manera de polarizar más la colectividad y manipular zombis robotizados. Han estudiado que lo que atrae contacto es la cólera, el insulto, la ofensa de unos contra otros. Y así agitan el enfrentamiento. Entre mayor sea el enganche de fanáticos a sus portales desguazándose como enemigos, más crecen sus fabulosas ganancias. Dicho lo anterior, si se trata de enfrentar los ímpetus violentos de los políticos y de la fanatizada afición, nada hacen sofrenando un animal si lo otro, la bestia, la dejan suelta. La que más efecto dañino tiene en la disposición irascible del auditorio.

¿Cómo piensan parar esa campaña de odio en las redes? Aparte de la guerra enconada de las chatarras de los chats que libran sin piedad, en tácticas de ataque están bien actualizados. Nos referimos a los portales postizos creados para difundir “fake news” y mensajes de desquiciados. Como herramientas de manipulación del electorado. Nosotros fuimos víctimas de eso. Crearon un portal digital impostor de LA TRIBUNA. Lo denunciamos varias veces al sitio de hospedaje, y finalmente logramos que lo desarticularan. Pero hasta cuando se les antojó. Otros países han tomado medidas y están emitiendo leyes que respondan a esas nocivas amenazas. Cuentan con tecnología –sistemas de escudos protectores, en defensa de su población– para bloquear esa tóxica influencia con que inundan los mercados nacionales. Aquí no hay nada. Si el país ya padece de un rezago milenario menos para que actúen sobre los peligros del presente que poco o nada entienden. Nada cuesta sacar ese pacto dizque de paz, promovido por la comunidad internacional y empresarios, para que lo suscriban los partidos políticos. Siquiera de abstenerse de acciones violentas y que van a respetar los resultados electorales. Algo ayudará. Hasta dónde vaya a evitar que la gente se comporte como lo hace, durante las tres etapas del proceso –antes de las elecciones, el día de las elecciones, y el día después de la votación– es incierto. Es la atmósfera crispada, de desconfianza y de malquerencia, unos contra otros, que los mismos políticos han alimentado a la sociedad. (La preocupación es compartida por el Sisimite, de ¿cómo fue que dejaron suelto ese otro animal?).

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