Recta final

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25 de noviembre de 2021
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12:04 am
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Recta final

Carolina Alduvín

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Por: Carolina Alduvín

A solo tres días de que el pueblo decida en las urnas quiénes serán sus próximos gobernantes, la gran mayoría está convencida de que el país no puede estar peor tras 12 años de administración nacionalista, el recuento de los daños, al erario público, al nivel de vida, a la credibilidad internacional, y un largo etcétera, hace pensar a muchos que no podemos estar peor, que la vida será miel sobre hojuelas con solo gritar en las urnas “se van”. La lógica indica que, el desgaste tras más de una década de abusos y desaciertos, el voto de castigo favorecerá a los seguidores del Foro de Sao Paulo, a tal grado que las liebres ya publican su gabinete de ensueño, plagado de personajes nefastos. Esa es su costumbre y no sería raro que por asar la presa antes de cazarla, nuevamente se queden tan solo imaginando el aroma.

Es evidente la voluntad del partido en el poder, de continuar, para eso cuentan con diversidad de recursos a su favor, no falta quien trate de minimizarlos o considerarlos espurios, siguen ahí. Estas elecciones, luego de los sucesos de finales de 2017 y el primer mes del año siguiente, pareciera que van a ser las más vigiladas de la historia; sin embargo, la propia Ley Electoral no ayuda mucho a que la voluntad popular expresada en las urnas, se traduzca en cambios significativos en la vida nacional, independientemente de quién se declare vencedor. Por otra parte, la autoridad en la materia, pareciera estar boicoteando su propia labor. Desconozco si han elaborado un cronograma de actividades, es posible que sí, dado que es uno de los requisitos en los que se difiere tiempo en la administración moderna. Obviamente no ha sido de utilidad.

Prácticamente todas sus actividades, independientemente de cómo aparezcan en su papeleo, se han dejado, no a última hora, sino a último minuto, por no decir segundo. Numerosas organizaciones ciudadanas, hace meses solicitan ser acreditadas como observadoras y, sucede que se les ignoró sistemáticamente hasta el mes pasado. En los últimos días es que se han formalizado acuerdo de colaboración, en donde se percibe cierta preferencia por algunas que, pese a no ser de corte abiertamente oficialista, en el pasado, su comportamiento fue avalar el alegado fraude llamándose a silencio, obviamente no es conveniente contrariar a quienes por a o por b ostentan el poder. Como sea, este es el momento en que las respectivas acreditaciones no se entreguen o distribuyan, quienes observamos, tenemos la impresión de que será un desorden bien organizado, como que hubiera cronogramas paralelos, el impreso y el real.

Deliberado o no, que el tiempo esté encima, causa ansiedad en todos los actores, especialmente entre aquellos que actúan en forma voluntaria, aquellos cuya conciencia no se compra, ni sus intenciones se corrompen, pero que no tienen respuesta encaminada a una oportuna observación del proceso y defensa de los resultados. Todo apunta a que se quiere doblegar la voluntad patriótica de quienes quieren hacer valer su derecho y prevenir las falencias de la más reciente edición. El discurso de quienes se aferran a seguir al frente del gobierno es triunfalista, pero en el fondo, están maniobrando para desestimular la vigilancia ciudadana, mientras que en el frente despliegan sonrisas y cordialidad aceptando y dando la bienvenida a observadores no alineados. Igual, confían en aplicar otros mecanismos para disuadirlos.

Todos esperamos unas elecciones limpias, justas, transparentes, eficientes, democráticas y, sobre todo, que transcurran en paz; la intimidación, es una táctica antigua, no por eso menos efectiva. En las últimas semanas, parece haber un poco menos de apatía, todos queremos fuera a los corruptos y a los ladrones, pero no todos alcanzan a ver que, en el bando aspirante al retorno, hay personajes que compiten en nivel de ambición y entreguismo con los que pretenden desplazar, con mucha menor astucia. Tampoco tienen a disposición las arcas nacionales, pero según afirman expertos en el tema, si las de la facción rival del crimen organizado que, no solo busca eliminar la competencia que los actuales representan, sino que, de llegar, amañarán la forma de quedarse por décadas, emulando a sus ideólogos y patrocinadores.

Muchos no tienen nada que perder con lo que resulte del cambio, esos piensan que ya no se puede estar peor. La mala noticia es, que sí, podríamos estar peor, igual o más pobres, pero sin libertad alguna, ni para soñar con superarse. No saltemos del fuego lento a las brasas.

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