Antagonismos del socialismo y democracia

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26 de noviembre de 2021
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12:04 am
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Antagonismos del socialismo y democracia

Por: José Luis Núñez Bennett
Cnel. (R)

En febrero pasado falleció, en Texas, EEUU, Svetozar (Steve) Pejovich, uno de los escolásticos académicos más distinguidos y reconocidos de la teoría económica, particularmente en sus contribuciones fundamentales que reintrodujeron la economía de los derechos de propiedad, así como su aplicación al campo de los sistemas económicos comparativos. Nacido en Belgrado en 1931, pasó su niñez y adolescencia bajo el sistema nazista y luego en el régimen comunista instaurado por Tito, en Yugoeslavia. Dejó su patria en busca de la libertad y una carrera profesional en Estados Unidos de América donde se convirtió en un académico de renombre y el principal estudioso del derecho a la propiedad privada y su integración y accionar dentro del comunismo, el capitalismo y el socialismo.

Su trabajo se enfocó en el estudio y los debates particulares en el campo de los sistemas económicos comparados cuya evolución y transición se vuelven importantes, redefiniéndose con la caída de la cortina de hierro y la transición del socialismo al capitalismo en la Europa del Este y, más adelante, de China e India, dando una nueva orientación a la economía centrada en la comparación de los efectos económicos de las diversas instituciones del capitalismo y un examen para diferenciar el desempeño económico y político en ambos sistemas.

Según Pejovich. Los derechos de propiedad privada proporcionan el marco institucional que permite a las personas aprender a competir por bienes y recursos de manera pacífica y productiva basados en la competencia, la innovación y el ingenio humano, en un sistema puro y transparente, sin privilegios económicos, legales o políticos. Dado que la competencia es un “proceso de creación de conocimiento”, los derechos de propiedad no solo brindan incentivos para el intercambio, sino que también generan conocimiento en forma de señales de pérdidas y ganancias, cuya apropiación crea una tendencia hacia la asignación de recursos a sus usos más valiosos generando riqueza a la sociedad.

Comparado con el sistema capitalista, existe incapacidad inherente en los sistemas socialistas para generar prosperidad económica y florecimiento humano, según Pejovich, puede entenderse distinguiendo los atributos particulares de los derechos de propiedad en cada uno de estos sistemas como la capacidad de usar, excluir e intercambiar recursos. Aunque de hecho cada atributo es distinto, no se excluyen mutuamente. La capacidad de usar un bien, por ejemplo, implica una habilidad particular de usar recursos para definir y hacer cumplir los derechos de propiedad de una persona de tal manera que un individuo que excluye a otros se convierte en el punto focal de la toma de decisiones.

En los años 1990, al colapsar la Europa del Este, Pejovich advirtió que la idea del socialismo aún no estaba enterrada advirtiendo que en la transición del socialismo clásico (la propiedad estatal de los medios de producción), surgía una nueva forma de socialismo en América del Norte y Europa bajo la apariencia de liberalismo, al que denominó “socialismo liberal” que, aun reconociendo la noción de propiedad privada, alteraba este principio imponiendo un control a los medios de producción utilizando políticas redistributivas, rigideces del mercado laboral, controles de precios, entre otros. Bajo este concepto se infiere qué, el socialismo tiene un rechazo implícito del Estado de derecho, asumiendo que el mercado debe cumplir una función social o un fin común para la sociedad, ya sea la igualdad, la justicia o la equidad según sea concebida por la élite política e intelectual; y, por último, asume que el proceso por el cual surge una distribución de la riqueza puede modificarse sin afectar el proceso de fijación de precios y la dirección de los esfuerzos productivos.

Considerando que el derecho a la propiedad privada, no es un privilegio privado, sino que una responsabilidad social, y que, el liberalismo clásico niega cualquier privilegio legal o político, podemos concluir que el socialismo, no puede ser ni liberal ni democrático, porque es antagónico a estos principios. El socialismo en cualquier forma implica, por definición, que una élite gobernante, autocrática o democráticamente elegida, se privilegia el intervenir en la asignación de recursos sin tener que soportar las consecuencias de sus yerros en la toma de decisiones. Tal falta de rendición de cuentas a las demandas del electorado es, por implicación, también inherentemente antidemocrática.

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