Paz, sabiduría y concordia

ZV
/
26 de noviembre de 2021
/
12:01 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Paz, sabiduría y concordia

Por: Guillermo Fiallos A.
Mercadólogo, abogado, pedagogo, periodista, teólogo y escritor.

Paz: relación de armonía entre las personas, sin enfrentamientos ni conflictos.

Sabiduría: conducta prudente en la vida o en los negocios.

Concordia: conformidad y unión.

Las tres palabras anteriores, deben estar en la mente y el accionar de los hondureños antes, durante y después de las elecciones.

La paz debe regir en el espíritu de todos, pues ya el país está harto de enfrentamientos estériles y conflictos desgastantes que no llevan a ningún sitio. No podemos seguir con ese lastre de siglos enteros que nos ha estancado en el progreso como nación, y ha sembrado odios entre una población que no lo merece; mientras sus líderes políticos y los sectores aliados en la sombra, viven tranquilos, comiendo caviar y dándose la gran vida en Coconut Grove.

La sabiduría es esencial, sobre todo, en el período preelectoral para que Dios ilumine el raciocinio de los votantes y estén conscientes sobre su responsabilidad; de forma tal, que no boten su voto en personas inescrupulosas, de bajos instintos, en lobos disfrazados de ovejas que lo que desean es llegar a la loma para, desde allá, hacer y deshacer con la patria.

La concordia debe arribar al país sea cual fuese el resultado obtenido limpia y transparentemente. Dios brinde conformidad a los espíritus agitados que nunca aceptan la derrota, y emprender el camino en unidad por cuatro años más. El ente electoral -responsable del éxito o fracaso de los comicios- debe comportarse a la altura, y no seguir protagonizando la serie vergonzosa de capítulos de la novela Peyton Place o la Caldera del Diablo -escrita en 1956 por Grace Metalious-, tan famosa en el mundo entero.

Esta empobrecida nación ubicada en la cintura de América, no merece seguir siendo pasto de depredadores, ladrones, usurpadores y falsos mesías que garantizan redenciones; las cuales, al consolidarse en el poder, se convierten en infiernos terrenales por la traición a sus propuestas.

Todos esperamos que exista paz, sabiduría y concordia en estos días y los que están por venir. Que el gobierno surgido sin fraudes ni subterfugios, sea aceptado por los gobernados, a pesar que no todos estén de acuerdo con los nuevos inquilinos de Casa Presidencial.

Es el sentir de una gran mayoría, que quienes gobernarán por cuatro años, lo hagan con integridad, sapiencia y aplicando la justicia para todos aquellos que han dilapidado los recursos públicos. Debemos aclarar que exigir justicia no es persecución ni venganza, sino simplemente, una rendición de cuentas ante el patrón que -en este caso-, es cada uno de los hondureños.

Dicha rendición debe abarcar a miembros del presente gobierno y al de todos los gobiernos anteriores, sin excepción, pues uno de los problemas que tenemos en el país, es que estamos acostumbrados a la aplicación de una equidad parcial, juzgando solo a los contrarios -a nivel de sardinas, pero nunca de tiburones- y, luego, se celebran acuerdos ilegales e inmorales entre bribones nacionales o refrendados por cómplices internacionales.

¡Ya basta de tanta iniquidad con la que todos ustedes, amos y señores de Honduras, nos han gobernado! ¡Ya basta de seguir utilizando a los pobres y su miseria!

Ansiamos que quienes lleguen al poder, utilicen sus mejores talentos para gobernar cuatro años y no más; que ya dejen esa execrable ambición de perpetuarse a través de mecanismos perversos, como lo hizo el actual gobernante y como lo trató de llevar a cabo otro cuyo rostro y nombre, también, queremos olvidar.

Que el nuevo gobierno llegue a conducir la República con sus mejores talentos, procure la unidad catracha, y represente los intereses, exclusivamente, de Honduras y no de imperios del norte o del sur. ¡Qué tenga dignidad y ya no sea títere de conquistadores foráneos que, únicamente, despedazan al país y fragmentan su unidad!

Aprendamos del pasado. Ya no deseamos tener otra dictadura semiconstitucional similar o peor a la que provocó dolor y sufrimiento a la nación. No estamos para experimentar con ensayos políticos espurios que han contaminado y arruinado a pueblos enteros. No lleguen a jugar con fuego, pues la gente está cansada; y si siguen con sus ambiciones de perpetuarse en el Estado para la eternidad, esta vez, Troya sí arderá.

Paz, sabiduría y concordia deben reinar en todos. Con mirar la Honduras del presente y, más aún, con voltear el rostro para ver a algunos de nuestros vecinos inmediatos; comprobaremos lo que ha significado experimentar y alterar las reglas del juego, causando miseria y desolación.

¡Dios salve y bendiga a Honduras!

[email protected]

Más de Columnistas
Lo Más Visto