Por Honduras, a votar

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26 de noviembre de 2021
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12:03 am
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Por Honduras, a votar

CONTRACORRIENTE

Por: Juan Ramón Martínez

Nunca desde 1948, en que Carías dio continuidad a su régimen iniciado en 1933, nunca nos habíamos enfrentado a tan grave responsabilidad: asegurar el futuro del país, comprometido y amenazado. Ahora no es el régimen que busca imponer su continuidad, sino que las fuerzas que pueden sustituirlo, amenazan con pasarnos de las llamas a las brasas. En 1948, el candidato Gálvez era moderado y el de la oposición, un sectario que, por las difíciles condiciones de entonces, no había podido organizar su partido y sus nuevas bases no creían en el “León del Liberalismo”, porque lo conocían bien; o, porque sencillamente, no sabían los jóvenes, de quien se trataba. Por ello, en septiembre de 1948, renunció a la candidatura presidencial, asilándose en la embajada de Cuba, permitiendo que Gálvez concurriera solo a las elecciones. Para que el Partido Nacional, dejara el poder, fue necesaria la generación de Villeda Morales, Óscar Flores, Francisco Milla Bermúdez, Modesto Rodas Alvarado, Carlos Roberto Reina, Suazo Córdova y muchos más, levantando al Partido Liberal y colocándolo en posición de gobernar, después 25 años perdidos. Con nuevas ideas.

Ahora, todo es diferente. El gobierno no amenaza al país, sino una parte de la oposición que busca sustituirlo, para llevar a Honduras en una ruta irregular y desconocida, bajo un liderazgo incompetente, carente de conciencia histórica, distante de la filosofía política, ignorante de la psicología catracha, más bien, impresionado por modelos inútiles, quiere llegar al poder sobre las olas de la indignación y la incomodidad, -justificadas por mil razones-, para desde allí, comprometer la paz y amenazar la tranquilidad. Convulsionando a la sociedad. Por ello, entre los electores cunde la ansiedad, el miedo es notorio en muchas franjas societarias, afectadas por el triunfalismo de los que, -sin escuchar la voz de las urnas-, se creen ganadores, anticipando que, si el electorado les rechaza, llenarán las calles de violentos, retando a la autoridad, comprometiendo la circulación y destruyendo la propiedad privada y a las empresas que, sin recuperarse, están normalizando la situación de los trabajadores, integrantes de sus comunidades laborables.

Pero hay otras irregularidades. El CNE, no crea confianza. Ha perdido su carácter colegiado y dos de sus miembros, obedecen más a los caudillos que les han “enchambado” que a cuidar su reputación y a defender la pureza electoral, base de la democracia que, con defectos, nos permite elegir a nuestros gobernantes. Unos candidatos que, en su mayoría no tienen la competencia para bregar con la problemática interna y, menos con los retos del exterior. Un electorado, dominado por la pasión que, ingenuamente cree que solo basta con sacar a los nacionalistas del gobierno, porque a ellos no les interesa que pueda pasar el día siguiente. Y al final, una comunidad internacional interesada tanto en las elecciones, como en la deriva del nuevo gobierno, porque aunque lo nieguen los representantes de los Estados Unidos, saben que un régimen de Libre, manejado con la probada incompetencia de Manuel Zelaya, la inestabilidad emocional de Salvador Nasralla, una figura que Fernando Rincón ha desnudado mostrándolo como poco informado, psíquicamente afectado; y una gobernanta, obediente a su marido que hasta ahora, solo le ha obedecido en su rechazo a Patricia Rodas que, era tan influyente. Y que no solo es, la menos calificada de los tres candidatos con posibilidades, sino que, además, muy obediente, repite los guiones que le ponen, sin caer en la tentación de pensar si, lo que dirá le favorece, a ella, su familia y a Honduras.

De repente en este cuadro triunfalista, en que creen que solo basta con sacar a los nacionalistas del gobierno, -que seguirán en él, gústeles o no, porque la ley y la burocracia son difíciles de modificar, especialmente contando con un Congreso dominado por la oposición -la única alternativa es que, el electorado despierte del sueño, del miedo y de la molicie; y vaya a las urnas a derrotar a quienes quieren simplemente, desquitarse y terminar la tarea empezada: destruir al Partido Liberal y herir de muerte al Partido Nacional, para desde el partido único, comprometer la existencia del país. Creando así, las condiciones para empujarnos a la guerra civil que, desde la reelección de JOH, apoyada por Zelaya, hemos estado anticipando. Por ello, es un deber salir a votar. Por Honduras.

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