Procrastinar: un estilo de vida del hondureño

MA
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30 de noviembre de 2021
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12:49 am
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Procrastinar: un estilo de vida del hondureño

Guillermo Fiallos A.

La vida nos sigue pasando tan rápido que, a veces, no estamos conscientes de cómo ese recurso valioso, irrepetible e insustituible, denominado tiempo; transcurre a gran velocidad como meteoros fugaces que atraviesan la atmósfera en una fría madrugada.
Ahora bien, se preguntará usted distinguido lector, por el significado de esta palabra tan sofisticada, técnica y extraña; pero que está muy de moda en la realidad contemporánea. Procrastinar significa: diferir, aplazar, dejar para después la realización de una acción.
En la sociedad moderna estamos muy acostumbrados a procrastinar, ya sea por descuido, por considerar que vivimos en medio de una eternidad -desde luego sin fin- o, simplemente, por una herencia cultural tan arraigada en nosotros. Creo que esta última es la respuesta más acertada.
Hemos sido educados dentro de una idiosincrasia en la cual todo lo dejamos para más tarde. Ejemplos de esta conducta tienen relación con el pago de la matrícula del auto, de los servicios públicos o privados, de los diversos impuestos o cargas tributarias…

Y para citar algunos casos actuales, se puede hablar de dejar para última hora la reclamación del nuevo documento de identidad (DNI) y, por eso, se han formado colas larguísimas que llenan de impaciencia a la gente.
Ya nos aproximamos a la Navidad, -época tristemente más de consumo que de recogimiento espiritual- y veremos cómo los pocos que tienen poder adquisitivo, se aglomeran en las tiendas, abarroterías, centros comerciales y mercados locales para realizar sus compras el 23 ó 24 y el 30 ó 31 de diciembre.
Procrastinar es una conducta y un legado nefasto en nuestra sociedad. Debemos luchar por erradicarla y convertirnos en ciudadanos pro activos, cumplidores de nuestros deberes y eficientes planificadores de nuestras acciones públicas y privadas.

Este mal de procrastinar lo hemos visto, incluso, hasta dentro del sector político, tan peculiar y que todavía sigue haciéndonos la vida de cuadritos. La famosa alianza que se realizó entre diversas figuras del escenario electoral, se llevó a cabo a última hora, todos corriendo y colocando en aprietos al CNE por asuntos de logística e impresión; además, confundiendo a los electores.

Se acerca el final del año y deberíamos escribir y pulir nuestras metas alcanzables para el 2022; sin embargo, muchos dejarán este hito básico en su historia existencial, para mediados de año o, básicamente, se conformarán con esperar que el maná les caiga del cielo, pues tienen una fe equivocada ya que creen que todo se lo merecen, y que Dios debe enviarles la lluvia o el sol cuando ellos lo necesiten, sin dar el mínimo esfuerzo para luchar con tiempo y planificación por lo que creen.

Y no digamos del país en general: gobierno, empresa privada, ONG, sociedad civil y tanta entidad existente; procrastinarán para el mañana lo que se debe hacer hoy. Es triste este panorama que se convierte en una cadena funesta, que nos persigue per saecula saeculorum. Es tiempo que la rompamos y nos concienticemos y a las nuevas generaciones también, que esta forma de vivir no es correcta ni ideal para nuestra salud física y mental. Es el momento de cambiar y si usted no lo hace por esfuerzo propio, nadie lo hará.
Esperamos que el nuevo gobierno no llegue a procrastinar los asuntos urgentes en cuanto a: salud, empleo, educación, institucionalidad, reconciliación y en el pleno respeto a los valores y creencias de los hondureños.
Quise dejar para el final, la procrastinación que hacemos con nuestra vida espiritual. Nunca tenemos tiempo para la relación con el Creador, pues postergamos el diálogo con Él, recurriendo al mismo a último momento cuando ya estamos con el agua al cuello y los problemas, nos han conducido a un oscuro túnel en el cual no se vislumbra la salida.

¿Cuántas oportunidades le brinda a Dios para que ilumine su vida? ¿Le da cabida a la oración para tener una relación profunda y de agradecimiento con el Señor de los espacios y de los confines del universo?
Muchas veces nos lamentamos por no recibir respuesta de lo alto, pero somos culpables pues aplicamos el proceso de procrastinar a la relación con Dios… Y, aún así, nunca nos abandona y envía sus mensajes de salvación a quien quiera verlos y escucharlos.

¡El momento es ahora, para no diferir nuestra vida y recto conducir…, para después!

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