La derrota es huérfana

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2 de diciembre de 2021
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12:04 am
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La derrota es huérfana

VÉRTICE

Por: Fernando Berríos

No ha pasado ni una semana de las elecciones generales y ya entre simpatizantes y líderes de los partidos políticos comienzan a surgir voces de aquellos que ahora, con resultados en mano, aseguran haber tenido la varita mágica para darle vuelta a una elección.

Bien decía Napoleón Bonaparte: “La victoria tiene cien padres pero la derrota es huérfana”.

Y nada más cierto que lo expresado por el militar y estadista francés hace más de 200 años, ya que hoy, a una semana de la histórica elección, sobreabundan los que afirman haber sido determinantes para el triunfo de doña Xiomara Castro de Zelaya.

Hemos leído de todo, desde los que afirman que el bastión de este triunfo es Salvador Nasralla hasta los que ven a Manuel Zelaya como el gran estratega que movió tras bambalinas los hilos de toda la campaña. También surgen los que afirman que el gran elector fue el votante independiente, otros hablan de los jóvenes que cada vez son menos dogmáticos y están los que simplemente advierten que la población no votó a favor de alguien, sino en contra de un partido que los tenía hartos e indignados por cuantas razones el apreciado lector quiera asumir a su gusto.

El triunfo de Xiomara Castro, que alcanzará alrededor de 1.7 millones de marcas, hoy tiene cien padres (o madres si desea leerlo de esta manera) y como era de esperarse, unos que son más vivos que otros están capitalizando a su favor esa gran algarabía que genera la victoria.

En la elección primaria de marzo pasado, doña Xiomara se alzó con la victoria, ante tres competidores relativamente débiles: Carlos Eduardo Reina, Nelson Ávila y Wilfredo Méndez. Entre los cuatro, lograron movilizar a 562,430 electores.

Hoy, los partidos y los electores deben analizar a profundidad de dónde se obtienen esos 1.2 millones de votos adicionales que llevan a doña Xiomara directo a la silla presidencial. ¿Cuántos votos aportó Salvador Nasralla?, ¿cuántos liberales y cuántos nacionalistas dieron la espalda a los candidatos de sus propios partidos?

Determinado lo anterior, es importante preguntarse cuántos votos independientes (entiéndase como tal el que no anda ondeando banderas partidarias) finalmente decidieron que su voto sería a favor de algo o en contra de algo.

Esta cifra es importante que todos los políticos la determinen porque cada año va en aumento, de manera que los que el domingo pasado estuvieron a favor de algo, dentro de unos años pueden estar en contra sin ningún problema.

Todo gobierno, del color que sea, comete aciertos y errores. El nuevo gobierno que inicia el 27 de enero de 2022 no será ajeno a ambas circunstancias. Los partidos oficialistas se aferran a los aciertos, obtienen réditos y aprenden a conectarse con los ciudadanos presos de la desesperanza. Los partidos oficialistas saben que ese reconocimiento público no lo tendrán de la oposición. Por el contrario, saben que la oposición hará un trabajo constructivo pero la mayoría de veces destructivo para que lo bueno parezca malo y lo malo se vea desastroso. Esta forma de hacer política desde luego no es sana, porque para lograr sus objetivos recurren a la desinformación, a la manipulación y al fake que tanto daño le hace a las sociedades democráticas.

Ahora bien, dicho lo anterior me resta afirmar que la derrota es huérfana. Pocos están en la disposición de asumir la más mínima cuota de responsabilidad. Afloran los que buscan culpables. Los partidarios comienzan a canibalizarse hasta hundir a sus propios partidos.

Los líderes partidarios es aquí donde deben saber que si en la victoria se es generoso y efusivo, en la derrota hay que tener dignidad.

En el caso del Partido Nacional perdió una elección, pero no perdió su membresía que se mantuvo prácticamente intacta entre la elección primaria y la general (alrededor de 1.2 millones de electores). Esta membresía sigue siendo la más fuerte del país pero deben tener el temple para recuperarse cuanto antes del golpe emocional que conlleva la derrota.

En el caso del Partido Liberal, sus líderes deben ver las circunstancias que predominaron en esta elección general y analizar, con altura entre sus líderes, por qué los resultados primarios a nivel presidencial son extraordinarios pero caen estrepitosamente en las últimas elecciones generales. El Partido Liberal no puede seguir en manos de dirigentes que abiertamente conspiran contra su propio partido cuando los resultados les son adversos. El Partido Liberal, aún y con la magnitud de esta derrota, se mantiene como tercera fuerza a nivel presidencial, legislativo y posiblemente municipal.

Y también debemos pensar qué depara al Partido Salvador de Honduras ya que los resultados legislativos y municipales son adversos a lo que sus dirigentes esperaban. 12 diputados para un partido protagonista de los procesos electorales no le hace justicia a quienes aspiran desde esas trincheras y a nivel presidencial se desconoce su nivel de participación.

De estas elecciones generales todos los partidos, ganadores y perdedores, pueden obtener una gran enseñanza si sus líderes saben hacer las lecturas correctas, más allá del apasionamiento electorero. Muchos se han dado a la tarea de destruir los partidos, nada más aberrante para una sociedad democrática porque eso conlleva al autoritarismo. Los partidos deben ser fortalecidos, porque los pesos y contrapesos son absolutamente necesarios.

Email: [email protected]
Twitter: @berriosfernando

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