LETRAS Y LETRAS

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5 de diciembre de 2021
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12:21 am
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LETRAS Y LETRAS

Juan Ramón Martínez

I
De María Dueñas, conocíamos “El Tiempo de las Costuras”, una novela fina, profundamente feminista, construida sobre una historia singular, ambientada en el escenario del espionaje en Marruecos, durante la II Guerra Mundial. Ahora, vuelve, en su mismo estilo, precisa sin adjetivos o cuestionamientos morales –que nos corresponde a los lectores– con “Sira”, una novela fluida, cronológicamente ordenada en que, la misma protagonista de su novela anterior, ya casada con un inglés que se mueve entre la burocracia y el espionaje, residen y actúan en Jerusalén, en los dos años previos a que se declara el Estado de Israel. Y en que los grupos en pugna, luchan entre sí, presionan y se mueve desde todo el mundo, para darle población a un estado que ocupara un territorio en milenaria disputa. Allí, enfrentará desgarros emocionales, saldrá embarazada, sufrirá las angustias frente a la impotencia de los actos terroristas y terminará implicándose con uno de los bandos, mientras cumple tareas de traductora de una agencia de noticias que envía información desde Jerusalén a la Argentina. Una buena novela en donde tenemos el gusto de ver como “Sira Nonnar -antes Aris Agoriuq, antes Sira Quiroga- ya no es la inocente costurera que nos deslumbra entre patrones para confeccionar los vestidos femeninos, y mensajes clandestinos, pero su atractivo permanece intacto”. En fin, una novela interesante, que atrapa en un escenario conocido de oídas por el lector pero que, en la obra, rescata su fuerza, su pasión y sus efectos inmediatos.

II
“Juticalpa, Caracol sin Mar”, de Darío Euceda Roque, parece un libro que, por el título, se tratara de una obra poética. Pero en realidad es un texto de historia, bien documentado – propio de los motivos que nos animan a todos en este Bicentenario que concluiremos el 31 de diciembre- en que teniendo como centro la fundación y desarrollo de Juticalpa, ahora cabecera de Olancho, nos muestra la marcha de la conquista, en la zona más neurálgica porque está en las fronteras de Taguzgalpa donde los indígenas hacen recia resistencia diariamente a los españoles y reciben a cambio la violencia del conquistador que se quiere imponer en la forma que sea, la operación minera y la actitud geófaga -palabra suya que tomo prestada- de los conquistadores y las primeras familias peninsulares y criollas, por aprovecharse de las tierras que, en efecto, tienen poca utilidad porque no son fácilmente convertibles en efectivo. Pero como allí, ayer y hoy, lo que importa es el prestigio que dan las extensiones de tierras cuyos límites engulle el horizonte, Euceda Euraque, nos muestra una fotografía muy interesante de los olanchanos, en la que destaca su carácter, sus defectos y virtudes y fundamentalmente sus miedos y ansiedades, disimuladas en bravuconerías, acciones violentas y lealtades irracionales. Una buena obra de Euceda Roque que, ha terminado por consolidarse como la voz más firme de la narrativa olanchana.

III
Es una primera obra de un escritor que no conocemos; pero que promete. La pregunta inevitable que los noveles poetas especialmente es si persistirá, si entrara en su interior y se mantendrá, en las inmensidades de la palabra, buscando las mejores vetas y produciendo los mejores sonidos. Se trata de Emanuel Cruz, docente que hace magisterio en Santa Cruz de Yojoa, departamento de Cortés; y que, se presenta por primera vez hasta donde sabemos con “Escritos en Negro & Blanco”. Es joven, tiene 43 años; pero en su poesía, hay anuncios de madurez e inédita imaginación. Busca salir de los caminos congestionados de los poetas hondureños que, quieren pintar más la realidad que moverse en ella, sufriendo y luchando para hacer que el amor y la cercanía, forje alianzas que no amenacen la libertad. Y no pierda la ternura. Ni tampoco se deje atrapar por las negatividades del entorno donde vive. Porque la verdadera poesía no queda atrapada en las desgracias y dolores de la sociedad, en la pobreza del autor; ni en los miedos de sus familiares y amigos, sino que crea su propio mundo, su espacio singular donde la palabra es la soberana y la ternura y el amor la fuente de la vida. Ojalá que Emanuel Cruz no encuentra excusas “en las vicisitudes de un país plagado de injusticia y corrupción” (Mirian Rivas) para dejar el oficio de poeta que exige mucho de lecturas y desarrollo de sensibilidades que, no tienen nada que ver con el entorno, sino que con la propia sensibilidad del poeta. Todo material es bueno para un buen poeta. Y un buen poeta es aquel que, nunca está cómodo con lo logrado; y que, desde la insatisfacción permanente, busca y busca arropado en la palabra, construir un mundo propio en donde se mueve como un pez de colores, navegando aun en las aguas más oscuras. Bienvenido Emanuel Cruz, al mundo de la palabra.

IV
Honduras es y seguirá siendo, un país minero. Aunque lo nieguen los ambientalistas o los que no quieren que nos desarrollemos porque, según su juicio apresurado, los recursos no renovables son intocables. “Minería Aurífera, esclavos y negros y relaciones interétnicas en la Honduras del siglo XVI, (1524-1570)”, del antropólogo hondureño Pastor Gómez Zúñiga lo confirma. Desde el afán de los conquistadores por hacerse de riqueza y la obligatoriedad de usar la mano de obra indígena, insuficiente y débil para después completarla con el uso de los esclavos negros en una tarea dura e ingrata, Pastor Gómez Zúñiga, nos muestra una Hondura bravía, violenta en que desde la lucha y la explotación de los seres humanos, se van creando las bases: mestizaje, nuevas ciudades, población creciente, organización del Estado colonial, sobre la cual se construirá la Honduras que hoy conocemos. Un trabajo científico, profundo y documentado que nos permite conocer el comportamiento de los hombres ante la fiebre del oro, las ambiciones personales y familiares, como también nos enseña cómo se va forjando la personalidad del hondureño. Aunque usa documentos conocidos, va más allá de lo periodístico y como un verdadero científico, entra fuerte al interior de los hechos, buscando en sus antecedentes, no la fuerza de sus contradicciones inevitables, sino que los efectos que tienen en el comportamiento general de la sociedad. Creo que esta obra es una de las mejores de su tipo, escritas en Honduras. Allí, los de origen más pobre, podemos encontrar a nuestras familias originarias, bien en el lado de los explotadores; o llorando en silencio, junto a los esclavos indios o negros que eran en ese tiempo, la base de una sociedad construida en la dominación de los más fuertes en contra de los débiles. En la injusticia y la desigualdad.

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