Adventus Redemptoris

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7 de diciembre de 2021
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12:11 am
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Adventus Redemptoris

Guillermo Fiallos A.

Estamos en época de Adviento, cuyo significado es la celebración de la venida del Redentor. Ya pasamos el segundo domingo de Adviento y nos estamos acercando, cada vez más, al nacimiento del Dios Salvador del mundo y Señor de la historia.
El Adviento es un período previo al 25 de diciembre que conlleva un término de 22 a 28 días, según el movimiento de los calendarios anuales. Es un tiempo de oración y recogimiento espiritual que culmina con la conmemoración de la llegada de Cristo Rey; por medio de quien, Dios Padre obsequió a la humanidad con el Dios Hijo, nacido de una mujer santa que dio el generoso Fiat (el Sí de María), para que el Verbo se encarnara en ella.

Es pues, el Adviento, una temporada de reflexión, interiorización profunda colmada de esperanza y de una espera vigilante, que nos debe conducir a enmendar nuestro caminar por la vida. En este primer período del año litúrgico cristiano, los sentimientos deben ser de alegría y renovación profunda para recibir al Hijo del Hombre.
Según la tradición, el Adviento se viene celebrando desde el atardecer del siglo IV de la era cristiana. Los creyentes se reunían en oración, ayuno y realizaban obras de caridad y misericordia para prepararse, de manera devota y sincera, al festejo de la Natividad.

El Adventus Domini (Venida del Señor) se esparció desde toda la Europa central hacia los cuatro puntos cardinales de la tierra conocida y cristianizada. La gente acudía con fe y humildad a las iglesias todos los días de este ciclo, para reunirse en oración individual o comunitaria.
En la liturgia de esta fase, se tiene como personajes centrales a Juan “el Bautista”, el profeta Isaías y, por supuesto, a María, madre de Jesús y José de Nazareth.

El momento es propicio para sumergirnos los hondureños en esta vivencia del Adviento. Recién, hemos salido de un período preelectoral turbulento y en el que se vaticinaba, luego del conteo de votos, que un huracán iba devastar a Honduras; pues sería tanta la furia de los perdedores, que no quedaría edificación alguna en pie. No obstante, todo ha transcurrido en calma y sin la destrucción, que ya parece haberse cristalizado en norma, una vez que transcurre un evento electoral.

A pesar de lo anterior, todavía circula en los ambientes, en las redes sociales y en las conversaciones; un nefasto sentimiento de odio que fragmenta la unidad de la patria. Ya las elecciones pasaron y hubo perdedores y ganadores. Esta es una realidad que debe aceptarse, pero que no debe inundar los corazones de sensaciones desbocadas como: ira, resentimiento, egoísmo, envidia y frustración.
Quienes perdieron, deben buscar en su propio discernimiento, las causas de esa derrota y rectificar así, los yerros que procuraron la pérdida del poder. Este es un instante para recapacitar, autoevaluarse y subsanar aquellas conductas que así lo ameriten.

Por otra parte, quienes se alzaron con la victoria, no deben llenarse de soberbia ni pretender que serán los salvadores de este pueblo; pues son seres humanos como quienes van de salida. No olviden que tienen un mandato de una buena parte de los hondureños; quienes creyeron, totalmente, en la alianza de partidos políticos y voluntades para llevar a una dama al poder.

Es tiempo que los caídos y los levantados, abran su espíritu para tener un encuentro personalizado con el Dios del inicio y del fin. Ni aquellos ni estos, podrán lograr salir adelante sin someter sus entendimientos a un arrepentimiento por las actividades que no fueron correctas ni éticas.

Honduras, en medio de esta celebración de Adviento, necesita de sus mejores hijos, quienes deben presentarse en el 2022 con un espíritu renovado, con principios sólidos, con saber que quienes llegarán a gobernar son simples administradores solo por cuatro años y que, después, obligatoriamente, otros los sustituirán. Asimismo, quienes están en la llanura, tienen que aprovechar este Adviento para meditar y esforzarse porque las nuevas autoridades conduzcan el barco hacia buen puerto, procurando no ser fuente de tormentas ni desaciertos.
Honduras, es de todos y no de nadie en particular. Aprovechemos el Adviento para mostrar lo mejor de nosotros mismos, entregando nuestro devenir diario al Redentor del mundo; y demostrando a las otras naciones que aquí somos civilizados, respetuosos de la ley y que nunca más, funcionario alguno, va estar por encima de la ley.
¡Paz y bien para cada uno de los compatriotas en esta etapa de Adviento!

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