Castro, sin mandato expreso

MA
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7 de diciembre de 2021
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12:14 am
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Castro, sin mandato expreso

Juan Ramón Martínez

Si hay cosa urgente -no entendida por Libre- es, reconocer que los votos para Xiomara Castro, no significan respaldo a sus propuestas. Por supuesto que los votantes suyos, de su partido, sí lo hicieron. Pero el resto de los votantes, le respaldaron por su rechazo al Partido Nacional, a los gobiernos nacionalistas y, en contra de JOH y sus parciales. Calculamos que el 45% de los votos recibidos por Libre fueron de liberales, nacionalistas y electores sin partido que, si se interpreta los motivos de su acción, se puede entrever que quieren un gobierno diferente. A los del Partido Nacional, Partido Liberal, incluido el de Manuel Zelaya. Es decir que, el mandato en esta parte es expreso, parcialmente. El problema que tiene es que, es cortoplacista y difuso. Al principio porque se logró, ganando las elecciones. Y por ese medio derrotando al Partido Nacional y asegurando en la base, alcaldías y diputaciones. Pero en lo segundo, el mandato es el deseo que haga un gobierno diferente, indicando esos votantes que, -creemos que fueron la mayoría-, que se enfrente la corrupción, se continúe la lucha en contra del narcotráfico, se reduzca el tamaño del gobierno, se reconcilie a la familia hondureña, se recupere en el exterior el prestigio perdido, se haga un gobierno abierto al escrutinio popular; y que la nueva gobernante, tenga las puertas abiertas de su casa y su gobierno, para que el pueblo vea una administración transparente.

Por supuesto, hay imperativos de la realidad, que inevitablemente, con mandato claro o sin él, tiene que enfrentar el nuevo gobierno: las fuerzas económicas están paralizadas en gran proporción y hay que reactivarlas reduciendo el tamaño del gobierno y mejorando el sistema impositivo; la inversión extranjera, debe ser atraída urgentemente, para que se incremente el empleo, con las fórmulas realistas y probadas en países como Cuba, por ejemplo, en sus experimentos en Mariel; reducir la desigualdad, mejorando la distribución del presupuesto del Estado; y así de esta manera, reducir los impactos destructivos del populismo de derecha, sin caer en el populismo de izquierda. Más bien, dándole participación a las comunidades para que ellas intervengan y gestionen sus propios planes de desarrollo. Y, finalmente -sin ser exhaustivos- revisar, con criterio técnico y ánimo de proteger los intereses nacionales, la calidad de la política exterior vigente, basada más en las realidades geoestratégicas en las que nos movemos, sin aventuras que nos encierren y nos hagan más distante de los Estados Unidos, nuestro aliado principal. Todo esto es posible, descentralizado el Poder Ejecutivo, democratizando el poder municipal -que se ha centralizado peligrosamente- evitando las trampas del familismo, en la que Xiomara Castro, ya está amarrada por razones que todos conocemos; y conformando, tal como lo manda la Constitución de la República, un gabinete de integración nacional, con personas más competentes, formalmente hablando, que la propia señora Castro. Es decir que, para gobernar, lo que hace falta al final del día, es tener espíritu cívico, compromiso con el bien colectivo y sentido común. Los criterios de la meritocracia, en la que me he basado para decir que era la menos capacitada de los tres candidatos, están basados en cierto sentido en una fórmula excluyente que proviene del autoritarismo de Platón, de Aristóteles y de los pragmáticos del liberalismo moderno.

Castro enfrentará problemas con Libre. Si gobierna, solo para satisfacer sus ansiedades, su éxito se verá comprometido. Tendrá que hacer, como ha dicho bien, un gobierno de conciliación nacional, en el que, en todo momento, evite las trampas del autoritarismo de algunos de sus seguidores que, desde ya, plantean que el único compromiso existente es con el pueblo. Lo que le hará creer que es, el pueblo. Y que, todo lo que haga, estará legitimado no por la voluntad popular que desde Casa Presidencial no se percibirá, sino que por su entorno. La que castigará a su gobierno en las próximas elecciones. Tiene cuatro años para legitimarse y asegurar un período adicional para Libre. De lo contrario, el voto de castigo que le ha favorecido, revertirá en su contra.
La tarea es inmensa. Debe convocar a los mejores para que le ayuden a cargar la cruz que, significa dirigir a un pueblo, desmotivado, disgustado y sin ánimo de fajarse, para enfrentar las duras realidades que nos amenazan.

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