La derrota del Partido Liberal

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10 de diciembre de 2021
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12:04 am
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La derrota del Partido Liberal

Por: Rafael Delgado
Economista. Catedrático universitario

El Partido Liberal salió muy mal en las elecciones del 28 de noviembre. Se consolidó en esta nueva cita electoral el retroceso de las preferencias del electorado con el Partido Liberal en todos los niveles electivos. Según los últimos datos y las tendencias proyectadas, a nivel presidencial el voto presidencial liberal andará en la marca histórica del 9.8% de los votos, representando esto menos que la sumatoria de votos del partido en las elecciones internas que se realizaron este mismo año y posiblemente menos que los votos obtenidos individualmente por Yani Rosenthal. El retroceso a nivel de diputados y alcaldías es igualmente alarmante y descubre, además del debilitamiento a nivel nacional, la erosión de la fortaleza local de la cual se enorgullecía el partido aún en el recién pasado.

Era de esperarse. Yani Rosenthal lanzó su candidatura pese a las abundantes críticas sobre la inconveniencia de su plan personal para la urgente renovación del Partido Liberal. Nadie entendió, fuera de su círculo promotor, cómo se pudo nominar un candidato tan débil y opuesto a las señales que venían desde la ciudadanía y a las que se debía responder para tener posibilidades de triunfo. La capacidad y experiencia en los negocios que se le atribuyó como fortaleza, se desvaneció frente a su pasado y su presente, y el de sus aliados, ligado a todo lo que la gente ya no desea más: las abusivas cuotas de poder, el manoseo de los cargos públicos para fines personales, la corrupción y los vínculos con el nefasto lavado de activos. Pero eso no importó al sector que lo apoyó. Fue así que se alzó con 339 mil votos en el proceso electoral primario, rodeado de profundas irregularidades que acabaron opacando el proceso, generando reacciones de las otras corrientes que presentaron sistemáticas inconsistencias en las actas de las urnas. Más que unir, el proceso electoral interno acentuó las divisiones dentro del Partido Liberal y dejó por sentado que los mismos seguirían al frente del partido.

Nominado como ganador por las autoridades electorales, desarrolló una campaña que desde un principio se estancó. No encendió los ánimos de los liberales que han condenado por 12 años el acomodo de un sector importante del Partido Liberal a los designios del Partido Nacional. La movilización de simpatizantes de la que hizo alarde en algunos lugares, era básicamente el entusiasmo de la membresía liberal identificada con sus líderes locales, algunos de ellos con exitosas gestiones al frente de los municipios. Mientras tanto la gran mayoría de los liberales, formaba y afinaba su decisión para favorecer candidatos de otros partidos ante el alejamiento profundo entre ellos y la dirigencia. El votante independiente por su lado, sin ninguna adhesión especial a partido político alguno, no sintió en ningún momento empatía con la dirigencia tradicional liberal marcada en sus frentes por lo que precisamente el ciudadano ya no desea. Por ello dirigió las miradas en busca de otras candidaturas que garantizara al menos la derrota de la cúpula corrupta nacionalista.

Ante tal magnitud de la debacle corresponde una profunda revisión de la dirigencia nacional y local a la que también hay que pedirle cuentas; la que debe asumir las responsabilidades de ese alejamiento sin precedentes de los anhelos de la ciudadanía. Toca ahora retomar las tareas urgentes que por muchos años se han descuidado. Se trata de volver la mirada a los orígenes de la doctrina, que la posee a diferencia de otros, y ser coherentes en las actuaciones con la misma. Es importante introducir en la vida partidaria la decencia y los valores, que lleven a ser marginal las conductas de corrupción y desprecio de las leyes. A su vez es necesario acercarse con una visión futurista a lo que hoy en día espera la ciudadanía, sobre todo la joven, de sus representantes políticos. Nunca las autoridades han emprendido un programa nacional y masivo de formación de su militancia, por lo que es necesario iniciarlo para ir construyendo las bases de un partido estructurado y más apegado a los principios democráticos que tanto se necesitan.

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