La decisión más conveniente para Honduras

ZV
/
11 de diciembre de 2021
/
12:05 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La decisión más conveniente para Honduras

Esperanza para los hondureños

LETRAS LIBERTARIAS

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

Vistas las cosas en frío, fuera de la algarabía y la purificación ideológica de los revolucionarios de cafetín, el equipo de la presidenta Castro de Zelaya la tiene muy difícil a partir de enero. Puedo imaginar a los integrantes de la cúpula del nuevo régimen devanándose los sesos o mordiéndose las uñas para elegir entre la verdad y la mentira; entre la demagogia tradicional al muy estilo bipartidista, y la aplicación de lo que debería ser una correcta política de Estado.

El problema es que, en Honduras, cada grupillo tira por su lado para sacar la mayor ventaja en la partida: los grupos oligárquicos, las camarillas anidadas en el Congreso, los cabecillas de la izquierda recalcitrante, los caudillos de los partidos. Tratar de quedar bien con cada sector será un verdadero dolor de cabeza para la futura gobernante; dolor que traerá, como consecuencia, una crisis de insospechados efectos para los ciudadanos que votaron de buena fe contra la inoperancia del gobierno actual, y que esperan ansiosamente una asepsia general en las alicaídas instituciones del Estado. No votamos para que el nuevo gobierno se jacte de practicar una política social que implique un sobredimensionamiento del aparato estatal, creando más carteras ministeriales y oficinas de las que ya tenemos de sobra, plagadas de activistas y clientes del partido en el poder. No fue ese el mandato.

Pero nuestros políticos siguen sin aprender la lección. Hace unos días, en un foro televisado, el conductor del programa decía frente a sus invitados que la democracia y la política es cuestión de alianzas, reuniones secretas y decisiones tras bambalinas; que así funciona la democracia, y quien no entienda eso, anda perdido en el mundo. Pues bien: ese tipo de pensamiento -desgraciadamente ya legitimado-, es precisamente, el que le hace daño a la democracia, y tiene a la política tan desprestigiada hoy en día.

A decir verdad, todos esos conciliábulos que históricamente hemos aceptado como “normales” son el origen de los males de la sociedad y el principio activo del divorcio entre los ciudadanos y el Estado, porque autoriza que los arreglines secretos, las zancadillas y los reacomodos en los poderes del Estado, son ejercicios indispensables para gobernar con estabilidad social. “Eso se llama habilidades negociadoras”, diría un político hondureño, sin pensarlo dos veces. Y la tan cacaraqueada estabilidad social no es más que un circunloquio utilizado para controlar a los poderes del Estado, el sueño más preciado de todo gobernante en América Latina que aspira a alcanzar sus objetivos sin cortapisas de ninguna especie. Y es el origen de los totalitarismos. Hoy en día, en nombre de la democracia y la justicia social, los gobernantes, principalmente los que se autoproclaman como “socialistas”, son bastante propensos a mandar al carajo a la democracia para abrazar, con ilusión de enamorado, los totalitarismos y las dictaduras.

El nuevo gobierno está parado en un punto donde el camino se divide en tres avenidas de las que tendrá que decidirse por una: la del populismo de izquierdas, la del gobierno moderado, y la línea dura, pero realista. La primera es costosísima en términos financieros porque requiere de ingentes recursos para mantener contentos a ciertos sectores populares a punta de impuestos cargados a la clase media y alta; la segunda es un símil del tradicionalismo bipartidista: se gobierna para grupillos más elitistas, y se atiende a medias lo social y lo económico, solamente para paliar las crisis, esperando a que el tiempo pase. La tercera sigue una línea dura en términos de ahorros y sacrificios, con vistas a estabilizar la economía, a estimular la generación del empleo y la riqueza vía exportaciones. Sus resultados son a largo plazo, pero desgraciadamente ningún gobierno pretenderá perder apoyo popular con medidas de austeridad en el gasto y recortes de presupuestos ineficientes, porque perderá el apoyo en las elecciones.

Es obvio que el nuevo gobierno ya tomó el rumbo más conveniente en términos políticos. Falta saber si ese rumbo es conveniente en términos sociales y económicos.

[email protected]
@Hector77473552

Más de Columnistas
Lo Más Visto