Doña Cristina, “Monchito” Velásquez y otros

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12 de diciembre de 2021
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12:13 am
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Doña Cristina, “Monchito” Velásquez y otros

Clave de SOL:

Por: Segisfredo Infante

En una reunión esporádica con unos amigos que homenajeábamos la presencia en Tegucigalpa de Atanasio Herranz, le pregunté a la doctora Laura Gálvez por doña Cristina Montes de Gálvez. Me contestó que su mamá había fallecido dos años atrás, un poco antes del desencadenamiento de la peste. Quedé realmente sorprendido. No sabía nada del viaje sin retorno de “Doña Cristina”, una persona honorable que me había expresado espontáneamente su cariño, y a quien yo respetaba mucho. Incluso recuerdo haber incluido su nombre en mi ensayo-conferencia titulado “Fragua Interior de Clementina Suárez”, del sábado 14 de septiembre del año 2013, publicado tanto en LA TRIBUNA como en la “Revista Histórico Filosófica Búho del Atardecer”. En tal ensayo expresé lo siguiente: “Aquí conviene remarcar que he sido admirador inmarchitable de los quehaceres personales e intelectuales de mujeres formidables de Honduras, con personalidades y posturas diversas, como doña Josefa Lastiri de Morazán; Lucila Gamero de Medina; Argentina Díaz Lozano; Paca Navas de Miralda; Graciela Bográn; doña Alejandrina Bermúdez de Villeda; doña Nora Landa Blanco; doña María López Hernández y Hernández; doña Cristina Montes de Gálvez; doña Elvia Castañeda de Machado (o Litza Quintana); doña Leslie Castejón; y doña Rina Villars”. (…) “También hay escritoras jóvenes serias que, como Daniela Navarrete, son una auténtica promesa para Honduras, que resultaría prolijo enumerarlas en este corto espacio”.

Un hecho trascendente es el surgimiento de amistades espontáneas, sin ningún tinte político, como en el caso de “Doña Cristina”. Siendo una luchadora liberal se casó con el joven coronel Roberto Gálvez Barnes, hijo del presidente nacionalista Juan Manuel Gálvez. Doña Cristina Montes nunca renunció a sus ideas liberales. Pero tampoco fue sectaria con los nacionalistas y más bien simpatizó con ciertas personalidades oriundas de la vieja “izquierda” hondureña. Esto lo deduje de múltiples conversaciones en su residencia familiar y en otros encuentros culturales. Varias veces me invitó a su casa para compartir con el pintor hondureño Miguel Ángel Ruiz Matute; o simplemente para conversar en torno de una taza de café o de una copa de vino. A Miguel Ángel lo regañaba, como si fuera su propia madre, cuando el gran pintor caía en imposturas o se ponía de mal genio con sus propios amigos. Siempre tendré atesorada en mis recuerdos la figura de doña Cristina Montes de Gálvez, una recia y amable mujer que sabía calibrar las virtudes reales de los demás, y a quien nunca la enfermó la cúspide del poder.

Por otro lado, acaba de fallecer el economista Juan Ramón Velásquez Nazar, más conocido en el círculo de sus amigos como “Monchito”, por su estatura física, por su humildad proverbial y por su amabilidad extraordinaria en el trato hacia los demás, inclusive hacia personas que lo malquerían por sus ideas socialcristianas. En verdad no recuerdo para nada en dónde ni en qué momento nos conocimos. Solo recuerdo que comenzamos siendo amigos como si lo hubiésemos sido toda la vida. Porque nuestra relación iba más allá de cualquier encuentro de coyuntura. Es más, en dos oportunidades me invitó a ofrecer unas charlas en un lindo centro comunal de tipo campesino en las afueras de Valle de Ángeles. Por mi lado lo invité un par de veces a participar en mi programa televisivo “Economía y Cultura”, programa que desapareció hace tres años, por decisión propia. En este programa tuve de invitados a personajes de las más opuestas tendencias políticas, ideológicas, económicas, religiosas, académicas, diplomáticas, poéticas, empresariales y financieras. Inclusive a representantes de la vieja “izquierda” hondureña, sin ninguna malicia o doblez sectaria, como muestra de tolerancia, apertura, amor al prójimo y pluralismo democrático. Comprendo que estas cosas o detalles parecieran intrascendentes; excepto para los individuos fotopensantes.

Las últimas veces que me encontré personalmente con “Monchito” Velásquez, antes de la peste, fue cuando me invitó a ofrecer un par de nuevas charlas en el contexto del “Grupo de Reflexión y Acción” (GRA). Después cayó enfermó y hablamos largo rato por teléfono. Finalmente falleció, agrandando el círculo de nuestra soledad. Cada vez que un amigo de la calidad de “Monchito” Velásquez fallece, sentimos que nos vamos quedando más solos, en un sentido real, sin hipérboles de ningún tipo.

Quizás la única diferencia entre nosotros fue cuando rehuyó abordar el tema de los modelos económicos, en tanto que desde mi punto de vista personal es algo clave al momento de evitar las celadas históricas. Pero lo más extraño del mundo es que Velásquez Nazar era un socialcristiano en su vida diaria, y en consecuencia tenía que ser simpatizante de la “economía social de mercado”. Varios amigos y conocidos han seguido falleciendo, entre ellos don Miguel R. Ortega. Ojalá que “Monchito” descanse en los paisajes verdes y preciosos del más allá.

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