De fracasos y olvido

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13 de diciembre de 2021
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12:01 am
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De fracasos y olvido

Por: Nery Alexis Gaitán

Al concederle hace algunos años la candidatura presidencial, los dirigentes del Partido Liberal creyeron que Luis Orlando Zelaya Medrano, al tener un alto perfil académico, como todo buen profesor que busca ayudar, motivar y unir en el bien a sus alumnos para que ingresen al portal del conocimiento, tenía cualidades para ser un buen dirigente político. Craso error.

Orlando Zelaya desde el inicio demostró todo lo contrario. Se presentó prepotente, dictatorial, nada conciliador. Empezó imponiendo a sus allegados en los cargos y puestos de elección popular, desoyendo el clamor del pueblo liberal; en poco tiempo, ya había estructurado una argolla antidemocrática y antipopular a los ojos de los liberales.

En vez de unir al partido lo dividió más por sus imposiciones. Se esperaba que al ser un hombre relativamente joven reactivara las bases liberales y se identificara con la juventud, para así fortalecer el liberalismo, y que fuera una opción de triunfo en las elecciones en las cuales participaría.

Pero, falto de experiencia política, y sin escuchar consejos, se caracterizó por andar de torpeza en torpeza. Los resultados no se hicieron esperar, recibió una apabullante derrota en las elecciones. Pero su soberbia no le hizo reconocer sus errores, y hasta donde ha podido ha continuado causando daño a los liberales.

Y lo pero es que nunca ha entendido que debe ser un abanderado de la democracia, y que debe hacer su parte para preservar nuestro sistema democrático. Pero, desde siempre, fue caja de resonancia de Manuel Zelaya.

A esto hay que sumarle su lamentable situación familiar, al pelear con su madre por la herencia paterna; situación que lo demeritó aún más ante los ojos del pueblo. Una figura pública debe demostrar altos valores humanos; pero, en su caso, no se evidencian.

En estos comicios recién pasados se dio a la tarea de seguir dividiendo y desprestigiando al liberalismo. Llegó al extremo de renegar del candidato presidencial y pedir que no votaran por él; esto no deja de ser una traición partidaria. Él tenía derecho a disentir, pero no a socavar las bases del partido.

Ahora quiere lavarse las manos y solo culpa de la actual derrota a Yani, claro que este tiene parte de la culpa, por razones conocidas y que no enumeraremos, pero en el fondo están los resultados que Zelaya provocó con su cadena de errores y fracasos.

Y, queriendo no ser relegado al olvido, se ha dado a la tarea de atacar a verdaderos líderes del liberalismo, para crear controversia mediática. Culpándolos de una derrota que él ocasionó. Su afán de querer ser tomado en cuenta no tiene límites, y hasta ha convocado a reuniones con la oposición y nunca le han hecho caso, en franco rechazo a su persona.

Si en realidad quiere salir bien librado ante el pueblo hondureño, al menos debería responder y aclarar los señalamientos que se le hacen de un supuesto uso indebido de fondos del Central Ejecutivo. Según el informe de auditoría del TSC, “Luis Zelaya Medrano, utilizó la cantidad de cinco millones quinientos setenta y tres mil quinientos veinticuatro lempiras con cuarenta y tres centavos (L5,573,524.43) para realizar supuestamente pagos no autorizados por el Consejo Nacional Electoral (CNE), contraviniendo la normativa establecida”.

Aquí solo vemos las secuelas de un político fracasado, que en vez de unir y engrosar las filas del liberalismo, lo que hizo fue dividirlo y conducir a su partido al fracaso en el que hoy se encuentra. Lo más honroso sería que hiciera mutis en el panorama político y, sobre todo, que no siga dañando al partido que en su momento le confió la candidatura presidencial.

Con suma verdad dicen que errar es de humanos y corregir es de sabios. Pero, la soberbia de Orlando Zelaya, le impide ver los errores cometidos.

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