Hasta 10,500 dólares pagan los migrantes por cruzar a EE. UU.

ZV
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13 de diciembre de 2021
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05:15 am
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Hasta 10,500 dólares pagan los migrantes por cruzar a EE. UU.

“Wil” y sus compañeros migrantes cruzando el río Suchiate en frontera Guatemala-México.

Aracely acaba de despedir a su hermano Wilfredo rumbo a Estados Unidos. Se fue “Mojado”. A los dos días ya iba por México pagando 10,500 dólares (casi 270 mil lempiras) a los “coyotes”. Los dos hermanos han accedido a contar a LA TRIBUNA los pormenores del viaje a cambio de ocultar sus identidades por razones obvias de seguridad. Wilfredo consiguió una parte del dinero con su otro hermano y el resto con amigos del pueblo, todos viviendo ilegales en Estados desde hace muchos años. El trato es pasarlo al otro lado del río Grande (para los mexicanos) o Bravo (para los Estados Unidos). “Se fue porque quiere cambiar su vida”, dice Aracely. En algún momento, ella también pensó migrar, pero ahora que solo ha iniciado el servicio social para graduarse en la UNAH, tiene otra perspectiva de la vida y prefiere luchar en Honduras. Por ahora, tiene un trabajo Ad honoren con una organización no gubernamenta en Choluteca y todos los días recibe mensajitos de su hermano mientras avanza a la frontera estadounidense.

“Salimos a la 1 del hotel y ya van a ser las 4, vamos en una combi”, le dice su hermano en audio vía WhatsApp. Al fondo se escucha el rugir de un motor de carro pesado. “Estoy en Villahermosa y de aquí ya vamos a salir rumbo al Distrito Federal. Voy en tráiler pero vamos en la cabina, no vamos en el vagón”, le dice quedito en los siguientes audios como evitando que le escuchen.

Wilfredo trabajaba por 250 lempiras al día, cuando hallaba empleo, en su pueblo o alternaba sembrando granos básicos, frutas y hortalizas en su propia parcela con su padre. Para ahorrar lo que va pagando por alcanzar “el sueño americano” tendría que haber trabajado dos años y medio seguidos en su pueblo sin gastar un cinco.

Para los jóvenes en busca del “Sueño americano” el viaje puede resultar tan fascinante como peligroso.

VIAJE EXPRÉS

Ese monto, le garantiza un “viaje exprés” a la frontera americana sin enfrentarse a la temible “Bestia”, el tren federal que recorre de sur a norte del país cargado de productos y de miles de migrantes. Ciertamente, nadie está seguro y los accidentes ocurren a diario como el más reciente en Chiapas, donde murieron 54 migrantes al volcar el camión en el que viajaban hacinados.

Pero, el éxito del viaje depende mucho la manera en que viaje y el monto que paguen. En el caso de Wil, no debería tener problemas en su travesía por el territorio mexicano, gracias al acuerdo entre la policía y la mafia de tratas y tráfico de personas.

Es un acuerdo de compadre hablado: Los agentes suben al bus a fingir un registro, pero los migrantes muestran unos papelitos que les da la mafia u otra identificación clave para seguir el camino sin problemas.

Es toda una estructura bien montada de la que, hasta el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, está al tanto como lo reconoció reciente en el accidente de Chapias.

El plan incluye mantenerse oculto en las casas de seguridad de los traficantes, que definitivamente son una extensión de los grandes carteles mexicanos de la droga, cada vez que les toca hacer nuevas conexiones.

Los “coyotes” esconden su mercancía humana en casas de seguridad esperando el momento para dar el siguiente paso.

“NO TUVE VALOR DE DESPEDIRME”

Wil lleva tan solo una mochila con poca ropa, pero llenas de recuerdo e ilusiones. Aracely se ha quedado con las ganas de abrazarlo. “No tuve valor, mejor me vine a Tegucigalpa para no verlo ir, lo amo tanto y lo extraño cada momento”, dice.

En un par de días más, Wil llegará a su destino. Debe antes, sortear a la feroz, insobornable y siempre alerta, patrulla fronteriza americana. En Honduras, dejó, además de Aracely, a sus padres, y dos hermanos menores más. Es todo lo que tenía y ahora lo ha cambiado pensando en un futuro mejor.

Las formas de pago varían con incremento durante la pandemia, pues antes se cobraban hasta 8,000 dólares. Se da una parte al inicio y otra cuando se complete la entrega del migrante dentro de Estados Unidos. Si los atrapan en el camino, tienen derecho a repetir el viaje o permutarlo con otra persona. No hay retorno del dinero en efectivo.

Los menores pagan una tarifa menor, estimada en unos 4 mil dólares porque la mafia no los cruza, sino que los abandonan en la línea fronteriza para que los recuperen los patrulleros americanos. Wil tiene 24 años así que no se beneficia de este precio. Hay una regla en todo este viaje. En caso de un arresto, nadie conoce a nadie, ni habla, ni hay guías ni mucho menos “coyotes”. Es una ley que se cumple a cabalidad o se paga con la vida.

Para los hondureños es un triple riesgo ya que deben cruzar tres fronteras a diferencia de los mexicanos que, como dicen Los Tigres del Norte, dan un paso y están del otro lado del río Grande; mañana los echan y al otro día están de regreso. Todo un lujo que los catrachos no se puede dar sin que los maten o los metan presos. (EG)

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