Nacionalistas: proceso político de la derrota

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13 de diciembre de 2021
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12:02 am
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Nacionalistas: proceso político de la derrota

Por: Marcio Enrique Sierra Mejía

El reconocimiento de la derrota electoral que han aceptado los nacionalistas. Es una contribución clara y objetiva para el fortalecimiento de la democracia porque demuestran con ello, que la alternancia en el poder de Honduras, es un hecho indubitable. Asimismo, que los hondureños seguimos considerando que el mecanismo más básico y estructural de la democracia son las elecciones. Sin discusión alguna, no obstante, las demandas al nivel de las diputaciones y alcaldías, por las cantidades de marcas obtenidas e ilegalidades de algunos diputados que han sido elegidos. Ahora, estamos viviendo una transición en calma y se respira un ambiente político pacífico.

La transparencia de los resultados electorales al nivel presidencial no se discute abiertamente y se reconocen con dignidad. No hay amenazas ni dudas. No hay alegaciones por fraude masivo. Tampoco amenazas de acciones legales. Sin embargo. A lo interno del partido sí existe asombro. Y en general, perciben múltiples causas que contribuyeron a la derrota. Asimismo, ya suenan las campanas de una abierta resistencia ante las élites políticas que controlan el poder dentro del partido. El clamor por el relevo de autoridades está creciendo y una dinámica interna de restructuración total se desarrolla poco a poco. Se percibe que los nacionalistas no van a caer en una actitud de inacción política o de repliegue tímido. Por el contrario. Se está produciendo a lo interno del Partido Nacional, un proceso de reflexión y autocrítica que, muy bien, puede beneficiarlos en el sentido de su posicionamiento activo desde la llanura política.

Me pregunto ¿la dinámica de la política va a quedar en manos de los ganadores o los perdedores serán parte de tal dinámica? Si así toma cuerpo, la sombra del socialismo, que se cierne sobre la democracia hondureña, tendrá que enfrentarse necesariamente, con una fuerza democrática activa que, va a luchar, por evitar sesgos perniciosos que pudiesen derivar en un autoritarismo marxista inconveniente para la salud democrática de Honduras. ¿Hasta qué punto los nacionalistas van a dialogar inteligentemente con los socialistas para transitar a una nueva época política, en la que se establezcan medidas para innovar las bases del desarrollo capitalista que, hoy por hoy, imperan en nuestro desarrollo nacional?

La derrota del nacionalismo es una oportunidad para superar el desgaste político. El odio político creado debido a las incorrectas e ilegales gestiones del gobierno. La prepotencia en la conducción del partido. La oligarquizacion de los mandos claves. Y la falta de rigurosidad en la ejecución de una estrategia de oposición constructiva al gobierno o su gobernanza.

Los nacionalistas, tienen la obligación de salir airosos del desgaste en el que cayeron dentro del sistema político hondureño, que comenzó con la incidencia de liderazgos jóvenes emergentes, luego de la primera derrota que le infringieron al candidato Porfirio Lobo. Desde entonces en más, predomina una equívoca conducción política que, afecta a los nacionalistas y particularmente al partido. En los doce años continuos de gobiernos nacionalistas la corrupción se desbordó. Por mucho que realizaron esfuerzos apropiados para mantener la economía a flote, que se mejorara la seguridad y se redujera la violencia criminal. Las actitudes corruptivas demostradas en las gestiones gubernamentales hirieron profundamente la ruta política del Partido Nacional. Que, a lo largo de esos años, contaminó hasta las estructuras de liderazgos intermedios del partido. Llevaron a su máxima aplicación las conductas oportunistas que aplicaron el concepto de Estado botín para realizar procesos de enriquecimiento ilícitos.

El daño está hecho. El peligro potencial, en la actual circunstancia para los nacionalistas, es perder el ánimo político y no realizar las innovaciones necesarias para salir a la palestra política con una nueva actitud moral y eficaz, para conducir su fuerza electoral, hacia una democracia sin ataduras autoritarias de corte socialista marxistas antidemocráticas, ni liderazgo político oligárquico corrupto.

La derrota debe ser el incentivo para crear compromisos que contribuyan a una nueva consolidación política. Ya se aceptó. Y se reconoce que quienes ganaron van por la ruta socialista. Los socialistas, aprovecharán el poder del gobierno, para concientizar y movilizar a la ciudadanía hacia metas de cambio que, demuestren el tipo de socialismo democrático que quieren instaurar, y que, a la larga, puede peligrosamente convertirse en una dictadura solapada.

La insatisfacción política y la frustración, no debe conducir al recrudecimiento de las protestas sociales violentas poselectorales o la polarización social. Por el contrario, se debe buscar el entendimiento entre las fuerzas políticas, crear puentes de diálogo público y potenciar la emergencia de fuerzas de centroderecha democráticas. Se necesita que los nacionalistas discutan con el gobierno las soluciones políticas a los requerimientos sociales, como una dimensión insoslayable del pluralismo y de la convivencia en el disenso, premisa inexcusable de la democracia.

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