Noé pineda portillo
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Ahora que cumplimos el Bicentenario de Centroamérica y particularmente el de Honduras, es tiempo de actuar, no solo de pensar y hablar, porque el tiempo en su cronología nos absorbe rápidamente, otros países nos han avanzado mucho en el progreso humano y nosotros tenemos que acelerar el paso en la construcción de una patria mejor.
No es que nos hayamos estancado, pero sí retrasado en el progreso humano. Por eso necesitamos caminar más rápido en el progreso nacional.
En el discurso del Papa Francisco refiriéndose al jefe de Estado español Pedro Sánchez dice que los políticos tienen una misión “para el país, para con la nación y para con la patria”. Se trata de construir la patria. “Y quizás lo más difícil sea hacer progresar la patria, porque ahí entramos en una relación filial… la patria es algo que hemos recibido de nuestros mayores. Patria, paternidad. Viene de ahí. Y es algo que tenemos que dar a nuestros hijos. Estamos de paso en la patria. Y construir la patria es lo que yo diría en este caso”.
La mala gobernanza y mezclada con la avalancha de la corrupción, ha manchado el nombre de la patria. Llevará muchos años para lograr los niveles de la dignidad ciudadana. Y la patria que queremos debe ser como la soñamos sin perderla de vista en su devenir histórico.
El país que queremos construir debería ser el que brinde igualdad de oportunidades a todos, donde exista una administración de justicia íntegra y totalmente imparcial, donde exista educación y salud para todos que es la verdadera democracia, la inclusión social absoluta; donde el campesino e indígena no sea usado para intereses sectarios y en épocas electorales, donde exista la protección real al niño, a la mujer, y al adulto mayor más allí de las disposiciones vigentes, donde prime una conducta ética y moral.
El país que queremos construir debería tener como política fundamental el desarrollo sustentable, proteger el medio ambiente y los recursos naturales, políticas públicas conducentes a realizar inversiones a corto y largo plazo en infraestructura, educación y salud, reducir significativamente la criminalidad, ofrecer seguridad jurídica, elevar la esperanza de vida de los ciudadanos.
El país que queremos construir debe tener una base social muy amplia, desterrar definitivamente los privilegios a ciertos círculos de poder político y económico, trabajar decididamente por crear espacios de convergencia social e igualdad de oportunidades. El país que queremos construir deberá en definitiva propender a mejorar la calidad de vida a todos y cada uno de los habitantes sin excepción.
Todos esperamos que la madurez ciudadana esté por encima de los intereses partidarios y el gobierno nacional tenga la visión clara en pro de los grandes intereses comunes y reconduzca este proceso por el camino más adecuado en esta nueva oportunidad que le brinda la población a través del voto popular limpio. Eso esperamos de la nueva patria.
Con más de dos siglos de existencia, Honduras hoy se encuentra a las puertas de poder concluir el diseño del país que quiere construir y de lanzarse a alcanzar ese objetivo con el concurso de sus mejores fuerzas y talentos.
