Austeridad y honradez en un gobierno progresista

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17 de diciembre de 2021
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12:05 am
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Austeridad y honradez en un gobierno progresista

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Comienza en enero un nuevo gobierno y ya se le busca un sesgo doctrinario: de “izquierda”, “socialista”, ¿o de qué tendencia? Aludir a uno u otro término -incluso con simple vista de observador- tiene acentuados bemoles. Uno y otro lo utilizó la maledicencia nacionalista para indisponer al electorado opositor, cosa que más bien acabó de hundirla. Y aunque la dirigencia de Libre, con su líder Manuel Zelaya, evidencia simpatías por gobiernos de esa costura, no se ven en el plan ni en la actitud de la mandataria muestras de tal tendencia que, vale significarlo, no puede desestimarse el rol histórico que ha tenido.

Para empezar, ¿qué es izquierda, qué socialismo, dentro o al margen conceptual de los partidos comunistas, vigentes aún pese al desaparecimiento de la URSS, bloque refractario al sistema capitalista que hegemoniza EEUU? Digamos como lector -que no como ideólogo- lo siguiente: hace referencia el primer término al lugar o espacio físico que ocupaban -en los parlamentos europeos- comunistas, socialistas e inclusive socialdemócratas; mientras en el otro extremo se acomodaban conservadores, liberales, fascistas. De ahí la derivación de izquierdistas y derechistas que a la fecha sigue su curso (de extrema, centro y moderados, como suelen sentirse y clasificarse las banderías políticas).

Del socialismo propiamente dicho, hay y ha habido en su ancho devenir corrientes de distinto signo y alcance, fundadas de verdad o de mentiras en principios esenciales como la igualdad, la justicia, la libertad. Idealista, marxista, a “la europea” y más recientemente, el socialismo del siglo XXI, por estos cauces fluyen y han afluido estas vertientes políticas con sus colores y matices, a saber: ideológica, en Cuba, producto de un movimiento insurreccional y de un proceso revolucionario antiimperialista; revolucionario con influjo cubano, en Nicaragua (bajo la conducción del Frente Sandinista de Liberación Nacional); la Revolución Bolivariana, en Venezuela, que indujo y sedujo Hugo Chávez Frías; el Movimiento al Socialismo, con rasgos indigenistas, en Bolivia; el Frente Amplio, en Uruguay, que llevó a la presidencia al luchador sindicalista José Mujica; Perú Libre, que encumbró en este país al profesor Pedro Castillo. En países del viejo continente -Francia, Italia, Grecia, España-, han aflorado partidos con sombrero socialista, como el caso del PSOE, al que su contendor, el Partido Popular -doctrinariamente reaccionario- no le da por arrostrarle el mote de izquierdista, más ahora que irrumpe en el escenario político español el movimiento de Izquierda Unida.

De vuelta a nuestras orillas, a despecho del maniqueísmo informativo y de acusaciones sectarias, no hay ni por pienso arrestos de socialismo ni en el sentido ni en las propuestas del gobierno entrante, cual son por ejemplo: derogar la ley de las ZEDE, recuperar la soberanía vulnerada, revisar el Código Civil, reformar el régimen legal del Congreso, redefinir el presupuesto nacional, renegociar los términos del endeudamiento, procurarle salida a los problemas en materia de pobreza, desempleo, luz, agua, salud, educación, vivienda, migración. Tampoco, en el caso de darse la apertura de nexos diplomáticos con Pekín, existentes desde hace días en países con que Washington mantiene relaciones normales

A propósito, ¿querría la nueva asamblea legislativa o la dama gobernante, cursarle invitación al señor Mujica y compartir con él experiencias pasadas y lecciones aprendidas? Catalogado entonces como el presidente más pobre del mundo, bajo su decorosa gestión resaltaron medidas referentes a violaciones de derechos humanos, al retiro de Uruguay de la lista gris de paraísos fiscales, a la limpia del nombre y la imagen de su patria y, atención, a la despenalización del aborto con la supervisión estricta y obligatoria de los servicios públicos sanitarios. Escuchar y emular ejemplos, implementar innovaciones creativas a la usanza china y japonesa, son también pautas complementarias de buen gobierno.

Tiempos vendrán y condiciones mejores para impulsar -en un proceso superior- “la carrera de la revolución”, planteada por Morazán, para -como él mismo decía- “llevar a feliz término la cruzada de redención que habrá de darnos patria, asegurando nuestros derechos y libertades interiores, así como nuestra independencia y respeto en el exterior”. Toca, entre tanto, a la nueva administración -valoradamente progresista de Xiomara Castro- refrenar la corrupción, de cuyas consecuencias punitivas pujan blindarse los grupos nefastos de los doce años, a quienes les parece ya oir la “voz imperiosa del amo” que les advierte: por no atender las causas de las masivas migraciones, les espera a la vuelta el trayecto de las extradiciones.

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