Palmerola es orgullo

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17 de diciembre de 2021
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12:04 am
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Palmerola es orgullo

Por: Edgardo Rodríguez
Politólogo y Periodista

Estar presente en el aeropuerto internacional de Palmerola, el día que llegaron los dos primeros vuelos comerciales, procedentes de Estados Unidos, es algo que muy pocos hondureños pudieron vivir, no queríamos perdernos ese día histórico para Honduras, no es frecuente que se inaugure una obra de ese nivel e importancia. Entre tantas malas noticias, amenazas políticas, pobreza de espíritu y odios infecundos, ver una realización de esa naturaleza brinda un poco de orgullo y esperanza, aunque al salir de allí las redes sociales estén de vuelta al ataque, con o sin razón.

Ha sido la obra de infraestructura más criticada, después del Trans-450, por diversas razones: porque la impulsó Juan Orlando, porque no se le otorgó la concesión al anterior empresario que manejó los aeropuertos sin pena ni gloria, porque supuestamente se gastó más dinero de lo presupuestado, porque es “muy lejos” de la capital y porque, como dijo una radio, “Tegucigalpa iba a morir sin Toncontín”. Cuántas mentiras derramadas contra esa obra, desde los supuestos expertos, pasando por los que se llaman empresarios capitalinos, muchos de los cuales no llegan a esa categoría, periodistas amargados, ciudadanos que opinan sin nunca haberse subido a un avión y sin faltar los políticos de todo los colores, que no soportan el no haber sido ellos los de la idea.

Toncontín no se va a cerrar, Tegucigalpa no se va a morir, tranquilos, que el mundo seguirá girando, la gente que ha llegado a Palmerola, desde el sábado pasado, se le ha visto alegre, tranquila y contenta de pagar apenas 149 dólares para ir a Miami, cuando desde la capital se paga cuatro veces esa suma. Ya no se aplaude al aterrizar, ya no rezaré 20 padres nuestros y 20 Aves María al despegar, rogando al Todopoderoso que le ajuste la pista al piloto, eso se acabó para siempre. De aquí en adelante es cuestión de lógica elemental de mercado, la llamada “mano invisible”, de la que habla Adán Smith, la infalible oferta y demanda, es decir, el querido Toncontín seguirá operando vuelos internacionales si hay suficiente oferta de pasajeros dispuesto a pagar 900 dólares para un viaje de dos horas a Florida, pero me temo que eso ya no va a suceder.

Ya la ley del mercado empezó a operar, además de la aerolínea que lo inauguró, ya hay dos empresas de prestigio internacional que se trasladaron esta semana para allá y una cuarta que acaba de anunciar que en las próximas semanas se va a Palmerola, solo es cuestión de tiempo para que todas las otras las sigan. Así de simple es esa “mano invisible”, no hay que darse vuelta en lo plano.

Que la presidenta electa anuncie revisiones, eso es política, hay que recordar la concesión y el contrato lo adjudicó el Congreso Nacional, allí es donde, en todo caso debe nombrarse una comisión legislativa que revise lo actuado. Y claro, si hay cifras que no cuadran, si hay procesos o plazos no cumplidos, que se llame a PIA (Palmerola International Airport) para que rectifique lo que corresponda, a eso nadie se opone. Pero, eso sí, se debe respetar la ley y los procedimientos, sin atropellar la inversión nacional y extranjera, que está puesta en esa obra, porque allí sí habrán problemas muy tempranamente para la nueva administración.

Un dato curioso, recientemente un reconocido periodista, ex de Libre, recordaba una información para refrescar la memoria colectiva. Decía que días después del último accidente en Toncontín, en 2008, “Mel” Zelaya dijo que ese era un aeropuerto muy peligroso y lo cerró, prometiendo que en 60 días lo trasladaría para Palmerola. Adicionalmente, el Consejo de Ministros, de ese gobierno, le autorizó cerca de 13 millones de dólares para que iniciara las labores de construcción de nuevo aeropuerto. Hoy el discurso de la familia del poder es otro, salvemos a Toncontín, ya no es peligroso. No es necesario pelearse con el progreso y claro que hay que cuidar el buen uso de los recursos estatales. Para los que no lo conocen y hablan sin saber, vayan a Palmerola, es un orgullo nacional.

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